Aunque a día de hoy nos resulte desagradable y macabro, durante el siglo XIX y parte del XX fotografiar a los muertos era una parte más del rito funerario.
Para entender esta costumbre tenemos que tratar de comprender el contexto histórico de la época.
Durante la era victoriana retratarse era un lujo al alcance de muy pocos, por lo que la mayoría de personas fallecían sin haber sido fotografiadas jamás. La fotografía post mortem (o memento mori) era el único recurso de las familias para poder conservar una imagen de sus seres queridos tras haberles dado el último adiós.
En el caso de los adultos este tipo de fotografías podían cumplir también la función legal de demostrar la defunción a la hora de gestionar la herencia.
Cuando el fallecimiento era de un niño, la principal razón para capturar su imagen era obtener un recuerdo de su existencia.
En los inicios de esta tradición, la técnica fotográfica utilizada era el dagerrotipo. En estas fotografías primigenias los tiempos de exposición eran muy prolongados, de unos 10 o 15 minutos, por lo que es habitual que podamos diferenciar a la persona muerta de la imagen por ser la única que aparece completamente nítida.
La fotografía post mortem evolucionó notablemente con el paso del tiempo. En un primer momento los fotógrafos cuidaban cada detalle para tratar de simular que los retratados seguían con vida.
Para conseguirlo, mantenían los cuerpos de los fallecidos erguidos con un trípode como en la fotografía inferior.
Les pintaban los ojos sobre la imagen revelada.
O los retrataban como si estuvieran dormidos o adormilados rodeados de sus familiares.
Con los años, se dejó de tratar de ocultar la muerte en las fotografías. En el caso de los niños se llegó incluso a divinizar el momento colocándolos en una especie de altar, como si fuesen ángeles.
Nuestros antepasados tenían una relación mucho más natural que nosotros con la muerte: la tasa de mortalidad era mucho más elevada y las personas morían y eran veladas en casa.
Lo tétrico y morboso no está en las fotografías, sino en nuestra forma de mirarlas.
¿En qué momento se convirtió la muerte en un tabú?
FUENTE: PLAYGROUND