Todo estaba preparado en el estadio MetLife de New Jersey para festejar el primer título de Messi con Argentina: la Copa América Centenario. La selección albiceleste partía como favorita ante Chile y debía romper un maleficio de siete finales consecutivas perdidas. Pero el estigma continúa. Tras el empate a cero durante los 120 minutos de juego, el equipo chileno se ha impuesto en la tanda de penaltis (4-2) y le ha amargado otra final a Argentina.
La victoria agónica de Chile deja al fútbol argentino sumido en una nueva crisis. La selección lleva 23 años sin ganar un título, desde aquella Copa América que ganó en Ecuador ante México en 1993. La «Roja», por su parte, consolida su creciente prestigio en el continente americano al ganar la Copa América por segunda vez consecutiva y ante el mismo rival.
El drama de Messi con su selección no parece tener fin. El jugador rosarino ha brillado en esta edición especial de la Copa América organizada por Estados Unidos. Su fútbol total llevó a Argentina a la final casi sin despeinarse. Los norteamericanos se rindieron pronto ante este astro llegado del fin del mundo. Y hasta lo compararon con uno de sus héroes locales, LeBron James, el malabarista de Cleveland.
Pero el fútbol no entiende de lógica. Y el rostro de Messi sentado en el césped del MetLife al término del partido fue la viva expresión del héroe caído. Falló su penalti (el primero de Argentina) y se llevó las manos a la cabeza, como dando a entender que era otra señal del destino para negarle el trofeo que tanto demanda su hinchada local. Ni siquiera obtuvo esta vez el premio al mejor jugador del torneo. Recayó en el chileno Alexis Sánchez.
La derrota deja a la selección de Gerardo «Tata» Martino muy golpeada. El equipo en el que juegan algunos de los mejores futbolistas del planeta (Messi, Di María, Agüero, Mascherano) no ha logrado ni un solo título internacional. Y ahora fían todo al Mundial de 2018. Pero la exigente afición argentina exigía un triunfo en Estados Unidos tras las finales perdidas frente a Alemania (en el Mundial de 2014) y Chile (en la Copa América de 2015).
La dolorosa derrota contra Chile va a destapar todos los demonios en Argentina. Aunque devota de Messi, la afición le ha reprochado algunas veces su ausentismo en algunos partidos determinantes, como la final perdida contra Alemania. El fútbol argentino se encuentra además en un agujero negro. La Asociación de Fútbol Argentino (AFA) está en la mira de la justicia por una investigación sobre desvío de fondos procedentes de un convenio firmado con el Estado durante el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Sin títulos, esa crisis no hará más que agudizarse.
La presión sobre la selección era tal que hasta el propio Diego Armando Maradona había exigido hace unos días una alegría para la afición. «Si no ganamos, que no vuelvan», soltó el pasado miércoles durante una entrevista televisiva con motivo del 30 aniversario de la célebre «mano de Dios», aquel gol «divino» que «El Diez» les endosó a los ingleses en el Mundial de México, que acabaría ganando Argentina.
Pero la gloria buscada por el equipo de Messi la encontró Chile, una selección que se ha erigido en los últimos años como un equipo dispuesto a desafiar la hegemonía de Brasil y Argentina en Sudamérica. Y curiosamente han sido entrenadores argentinos los que han llevado a Chile por el camino del éxito. La pizarra de Juan Antonio Pizzi ha sido determinante en esta Copa América para el éxito de una selección que también aglutina a una generación de oro (Bravo, Vidal, Alexis, Isla…).
Fuente: El Mundo