La banda británica Coldplay ascendió a la fama mientras el «britpop» agonizaba y ahora sepultó al rock para enrolarse en la música disco. Eso al menos por una noche y con una sola canción: «Stayin’ Alive«, el emblemático tema setentero de The Bee Gees.
En el escenario principal «Pyramid Stage» del Festival de Glastonbury 2016, Chris Martin, vocalista del grupo londinense, cantó con su invitado estelar Barry Gibb, el único sobreviviente del trío de hermanos (Robin y Maurice), una de las canciones más icónicas del «soundtrack» de la clásica película de la era disco «Saturday Night Fever» que inmortalizara al actor John Travolta. y vendiera la friolera de 45 millones de copias alrededor del orbe.
El pasado domingo en el cierre de otra edición del más famoso festival inglés, Coldplay se olvidó del rock y de inhibiciones musicales para hacer de su presentación una discoteca al aire libre, al sorprender a los miles de asistentes, que bailaron y a recordaron las pistas de baile de colores y las esferas de cristales, mientras emulaban los coros eunucos de The Bee Gees y las memorables coreografías de Travolta.
Además Coldplay tuvo otros gestos que hicieron único su cierre musical en Glastonbury, como recordar a la leyenda del boxeo Muhammed Ali y a la agrupación indie Viola Beach que falleció en un accidente automovilístico a principios de año.
Otra de las sorpresas la protagonizaron los hijos de Martin, quienes se unieron a Coldplay en el escenario: Moses, de 10 años, y Apple, de 12, que interpretaron junto a dos primos el tema «Up&Up«.
Para finalizar la velada dominical, Coldplay puso a cantar al fundador e impulsor del Festival de Glastonbury, el granjero Michael Eavis, quien en compañía de Martin en el piano interpretó el tema «My Way» al más puro estilo de Frank Sinatra.