El municipio de Benito Juárez pareciera ser `el patito´ feo en la agenda de temas pendientes para la próxima administración estatal. Puede ser una percepción, pues es cierto que la participación ciudadana en Othón O. Blanco y Cozumel, principalmente, generó una atención especial por todas las significaciones políticas y sociales, y específicamente por la encrucijada que se formó en el quiebre histórico del otrora invicto Partido Revolucionario Institucional y la clase política que lo había copado.
El asunto aquí es que Cancún, cabecera de este municipio, no votó mayoritariamente por el gobernador electo, Carlos Joaquín González, ni por los diputados de la alianza PAN-PRD, sino que eligió al verde-ecologista Remberto Estrada Barba y por los legisladores de la alianza PRI-Verde-Panal.
Y no es una `pequeña diferencia´, como para escatimar la importancia que tendrá esta configuración de fuerzas políticas a partir del próximo sexenio y bienio, respectivamente. No se trata de plantear un panorama de confrontación, ni mucho menos de relaciones displicentes y relajadas. Sólo los políticos responsables de cada jurisdicción saben, o quizás apenas se lo imaginan, qué tipo de relación han de trabar para ir abordando los problemas comunes.
Carlos Joaquín González, gobernador electo, publicó este jueves en su Facebook unas líneas que me parece harto oportunas para esta entrega, que se había pensado originalmente para destacar que hay un conglomerado de ciudadanos importante que no han sido atendidos en el discurso común de estos días postreros al cinco de junio, y cuyo hilo conductor nada tiene que ver con políticas públicas o programas y obras de gobierno, sino con un simple pedido de venganzas y purgas.
Escribió Carlos Joaquín:
“Somos un mejor estado cuando escuchamos y respetamos a quien piensa diferente a nosotros. Este gobierno es un nuevo camino de oportunidades para todos los quintanarroenses”.
Y si revisamos su discurso, salvo la primera etapa de su campaña, cuando esbozó algunas ofertas generales sobre sus planes para desarrollar actividades económicas del estado, con `un Quintana Roo más parejo´, el resto de su tiempo para captar al electorado se enfiló al tema de encarcelar a sus adversarios en el PRI.
En una entrega anterior destacamos que hay un ánimo encendido de la ciudadanía que exige ese resultado. Sin embargo, una vez interpuestas las respectivas denuncias, con el previo trámite de las investigaciones, lo que se debería esperar de las nuevas autoridades son resultados que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos.
Ese es el debate que está ausente. Y Benito Juárez, con sus resultados adversos a la oferta del PAN-PRD, pareciera haber quedado en el papel de `traidor´ del `cambio´.
Y eso es de un maniqueísmo supino.
El problema es que ese discurso proviene de la propia ciudadanía, que exige cadalsos y horcas para eliminar a `traidores´, pero que se niega a admitir que en Benito Juárez ganó una opción distinta a la que gobernará el estado.
Los enfadados quintanarroenses que, según ellos, `votaron correctamente´, no entienden que Quintana Roo es la suma de todas las voces y todos los ciudadanos. La diversidad, la tolerancia y la aceptación de los resultados electorales dependen de su verdad absoluta.
Los mismos que `enseñaban´ con palitos y manzanas cómo no desperdiciar el voto, haciéndolo `útil´, son los mismos que se desgarran las vestiduras porque el Partido Verde le dio un manual a sus simpatizantes para no equivocarse a la hora de cruzar la boleta. Promueven la firma de una carta en redes sociales, adelantando así el escenario de confrontación en el que participarán activamente.
Luego entonces, a Benito Juárez le está ocurriendo una fatalidad. Si los ciudadanos que votaron por `el cambio´ consideran `traidores´ a la mayoría que eligió en Benito Juárez, los problemas no serán atendidos sin el resquemor de las banderas políticas de cada facción.
La ciudad de Cancún sufre un deterioro muy evidente. La migración, la falta de empleos bien pagados, la miseria de las regiones periféricas de la ciudad, las invasiones, la prostitución, la violencia intrafamiliar, los embarazos adolescentes, el avance de la delincuencia organizada y la desorganizada, así como una lista enorme de taras sociales, ahora no tienen un espacio en la agenda de los `ciudadanos´ preocupados, de esos `feisbuqueros´ intolerantes que quisieran desaparecer a los contrarios, para ayudarle a gobernar a Carlos Joaquín de manera más cómoda.
Los problemas de Cancún no se pueden resolver sólo con la fuerza del ayuntamiento. Y si es visto como `enemigo´ al cabildo que encabezará Remberto Estrada, entonces no faltará quien le ponga más obstáculos por convicción `patriótica´.
Me parece que Carlos Joaquín no tiene un ánimo faccioso como el que le exigen sus simpatizantes en las redes sociales. No se afilió a ninguno de los dos partidos políticos que lo postularon, lo cual de entrada envía la señal de que su gobierno apunta a la pluralidad. Un gobierno de un solo color no tendría viabilidad en un escenario tan diverso como el que ofrece Quintana Roo.
Los problemas de Cancún, como los de todos y cada uno de los municipios, exigen de la convergencia de los tres órdenes de gobierno. La realidad exige coordinación y supresión de metas partidistas, sectarias, o personales, para alcanzar a resolver algo de severo rezago que tiene este municipio en el sector social.
Es un destino turístico exitoso, pero evidentemente hostil para sus ciudadanos. Estudios académicos que hemos citado aquí, revelan que la depresión tiene índices muy altos entre los empleados de la industria turística.
Recién vimos un casos espantoso de una madre que encadenó a sus hijos para salir a traer el pan a la casa; otro de una madre que `olvidó´ a un bebé en el taxi. La venta de drogas es parte de la escenografía en las regiones tanto como en el núcleo de la nocturna zona hotelera. El sicariato y las mafias se muestran a plena luz del día.
Cancún no se merece ningún maltrato ni mucho menos el desdén por el hecho de que aquí no ganó `Una nueva esperanza´. La esperanza sigue siendo la misma, quizás más diluida y descolorida por esa dura realidad que padecen los cancunenses todos los días.
Finalmente, cito otro `post´ de Carlos Joaquín, que debe ser una directriz de su gobierno, al mismo tiempo que emprenda las medidas de castigo que le reclaman sus asesores `feisbuqueros´.
Este lo subió también este jueves:
“En cada uno de los municipios de Quintana Roo, hay muchos problemas por solucionar, confianza por recobrar y atención que dar. Lo resolveremos con transparencia, honestidad y claridad”.