Inicia otro ciclo. Hoy asumen funciones los protagonistas de los gobiernos municipales elegidos el 5 de junio, algunos ratificados semanas después en tribunales. Esta vez será especial, porque la alternancia en la gubernatura por primera vez, así como el periodo de dos años del que disponen (el más corto en la historia), brinda un ambiente único.
Por lo mismo, tanto las expectativas como las exigencias son altísimas. Hoy más que nunca se habla de estabilidad política, crecimiento económico y paz social; igual de luchar contra la corrupción, combatir la impunidad y denunciar los autoritarismos con sus abusos.
Al calor de las victorias electorales, los 11 presidentes y sus equipos acrecentaron las ilusiones de los ciudadanos en torno a las posibilidades reales de concretar un cambio, en coincidencia con lo planteado en campaña por el ya gobernador Carlos Joaquín González, quien comprometió en días pasados la idea de fortalecer la “autonomía municipal”, actuando en consecuencia.
Lograrlo será difícil, pero no imposible. Quienes llegan deberán lidiar con deudas, servicios públicos deficientes y graves acusaciones contra sus antecesores, por lo que en tiempo récord deberán despejar dudas para exhibir resultados de inmediato. El tiempo y las circunstancias apremian.
Lo anterior se vivirá con mayor tensión en los ayuntamientos donde hubo alternancia por primera vez y una mujer toma las riendas, por aquello del machismo político tan arraigado. Además, la gente está ávida de palpar las transformaciones en favor de vulnerables, desprotegidos y ninguneados, poniendo fin al drama.
Y será más difícil aún, porque las nuevas fuerzas no obtuvieron mayorías absolutas; por lo tanto, deberán articular múltiples pactos para formar coaliciones con sectores denostados, o precisamente que sirvieron a los anteriores, cayendo en posibles contradicciones.
Son estos mismos los que reclamarán posiciones en instituciones y privilegios, obviamente. Así, la idea del multicitado cambio deberá demostrarse en la forma y el fondo para no perder la confianza de los habitantes, cansados de mentiras.
Hoy las ilusiones de miles de ciudadanos, que anhelan terminar con los vicios y las mañas de siempre, comienzan a medirse con la capacidad de gestión de sus autoridades. Una realidad, por cierto, condicionada también por los denominados poderes fácticos.
Lo que podría anticiparse, es que los broncos darán un giro hacia la moderación en busca de consensuar con todos los niveles, ya que programas, proyectos y promesas deben ser cumplidos cueste lo que cueste.
Los ojos están puestos en Remberto Estrada, de Benito Juárez; Cristina Torres, de Solidaridad; Perla Tun, de Cozumel, y Luis Torres, de Othón P. Blanco, por tratarse de los municipios con mayor peso; aunque en esta coyuntura, una mirada crítica para todos es tarea ineludible, pues se ha ofrecido libre expresión.
De pronto llegarán los famosos 100 días, un tiempo que los gobernantes consideran “razonable” para evaluar avances y pendientes; sin embargo, más temprano que tarde se podrá conocer en qué medida los acuerdos van a condicionar la agenda de los 11 que debutan, cuya misión es llegar bien parados al 2018, año de comicios con reelecciones.
Desorbitado
Algunos ya pretenden ponerse el parche antes de la herida, advirtiendo que miembros del gabinete estatal tienen prejuicios y fobias contra ciertos gobernantes. Les achacan sed de venganza, ánimo de revancha, por lo cual suponen rispidez en las relaciones obligadas con dependencias del Ejecutivo. ¿Será cierto? Habrá que verlo.
Lo deseable es que fluya la comunicación para no entorpecer los beneficios dirigidos a quien corresponda. Se requiere política de altura para avanzar en todos los frentes.