Padmasambhava, también conocido como Guru Rinpoche o el Segundo Buda, es el principal maestro del budismo tántrico del Tíbet (vajrayana, el vehículo diamante). La vida de Padmasambhava, a quien también se le atribuye haber traído el budismo al Tíbet y haber sometido a una serie de demonios para crear la condiciones apropiadas para una nueva religión en el “país de la nieves”, está envuelta en innumerables leyendas.
La más evidente es la de su nacimiento de una flor de loto (esto es lo que significa la palabra Padmasambhava), lo cual parece hacer referencia simbólica a su pureza o a un origen inmaculado, como el loto que yace en el agua sin mancharse por el lodo.
[smartads]
El otro aspecto a notar es que Padmasambhava es el origen, según la tradición, de una serie de textos-tesoro (termas), los cuales habría dictado a su consorte Yeshe Tsogyal, ocultado en cuevas y emanado en los flujos mentales de posteriores tulkus o reencarnaciones. Entre estos textos se encuentra el Bardo Thödol (el texto que se conoce popularmente como El Libro Tibetano de los Muertos) en el que revelan ciertas instrucciones para navegar el bardo, reconocer que las apariciones que se generan son la propia luz de la conciencia y así lograr evitar regresar al samsara.
El texto que discutiremos a continuación es parte de uno de estos termas que se atribuyen a Padmasambhava, llamado Khandro Nyingthig (algo así como la Esencia del Corazón de las Dakinis). Este texto fue traducido por Kennard Lipman, y si bien puede adquirirse en línea, para realmente comprenderlo y sobre todo practicarlo es necesario recibir la iniciación de algún lama calificado. Publicamos aquí esta información haciendo este llamado y con la intención de motivar a que se busque un lama o maestro espiritual que pueda dilucidar el fascinante misterio de la transmutación de la energía creativa en el cuerpo, utilizando meditaciones y prácticas sexuales.
La otra motivación es que estos textos enseñan, al igual que la alquimia daoísta, la importancia de cuidar la esencia vital (el jing de los daoístas) y no eyacular durante las experiencias sexuales. El hecho de que diversas escuelas filosóficas y místicas hagan tanto énfasis en la retención del semen e incluso en la recirculación de la energía creativa para vitalizar el organismo, nos debe llamar la atención y producir una reflexión sobre nuestros hábitos sexuales.
Cuando el ser humano entiende que su energía sexual es una manifestación de la preciosa energía creativa que da a luz al mismo cosmos en el que existimos, es más probable que tome conciencia de esta energía, la valore y no la dilapide. Recordemos que para la medicina tradicional china, eyacular es perder la energía original (yuan qi) y es la causa del envejecimiento y la pérdida de la vitalidad. Y, por otro lado, catalizar la energía orgásmica es entendido como una fuente de la juventud y la larga vida.
Lipman en su introducción señala que la sexualidad representa una “oportunidad para la iluminación” (al igual que la muerte) y es epítome de “la oscilación natural de la energía humana entre el cielo y la tierra, del ascenso y el descenso, entre la base de la columna y la corona. Esta oscilación bioenergética es básica para toda la vida, para todas nuestras experiencias, ya sean perceptuales, emocionales o intelectuales…
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Estos textos enseñan que la clave para la felicidad relativa y última es una forma de tensión relajada, algo que un psicólogo moderno ha llamado ‘energía calmada’… Si hay demasiada tensión, la energía que produce la polaridad se rompe prematuramente. Si no hay suficiente, la energía no se puede desarrollar. En la sexualidad hay una danza de separación y unión, fuego y agua”.
Según explica Padmasambhava, existe un una forma de incrementar lo que llama las potencias creativas sin una pareja. Esto se logra a través de un complicado proceso de visualización de la unión sexual de las dakinis y los dakas.
Padmasambhava está notoriamente vinculado con las dakinis y este texto lleva su nombre (khandro en tibetano). Se dice en la famosa oración de siete líneas, que Padmasambhava está rodeado de una hueste de dakinis; las dakinis son una especie de deidades de la sabiduría vinculadas con el goce supremo, especie de musas espirituales que se presentan a asistir a los hombres en un contexto tántrico (los dakas son sus contrapartes masculinos).
Para realizar esto se imagina la unión sexual de estas deidades –que son fundamentalmente herramientas para alcanzar la iluminación– en diferentes centros energéticos del cuerpo, los cuales están asociados a un elemento.
Podemos pensar en estos centros como cinco chakras; Padmasambhava habla de cinco fases, en las que se armoniza cada uno de estos centros, empezado por la familia Karma de las dakinis en los órganos sexuales y elevando el proceso hasta la corona y luego realizando un proceso descendente, cada uno con cierta correspondencia del día del mes lunar, con el fin de producir la experiencia meditativa de “la unidad del placer y la vacuidad”. Esta práctica de circular la energía creativa en el cuerpo utilizando una visualización es la antesala de la práctica con una pareja.
La purificación de las cinco fases sigue el proceso cosmológico a través del cual se originó el mundo como lo conocemos, según Padmasambhava. Es decir es una especie de modelo de resonancia energética de la forma en la que la conciencia primordial se fue concretizando y formando el mundo vía la acción de la energía creativa. “Por la combinación de estas fases, el ambiente de un cosmos perecedero emerge. Aunque la conciencia prístina existe en nosotros desde siempre, no la reconocemos.
Po ello, al adherirnos a conceptos de afirmación y negación en lo que respecta a la energía creativa de la conciencia prístina, se produce una división en samsara y nirvana. Uno entra al viente de una madre por falta de esta pura presencia [el residir en esa conciencia prístina no dual]. Así, por la combinación de las potencias creativas causales de los padres y la conciencia prístina que pertenece a la presencia pura, el cuerpo se forma”. Las fases son las combinaciones de la energía creativa representada en los cinco elementos (tierra, agua, viento, fuego y espacio)(el espacio se mantiene puro en este esquema).
Luego Padmasambhava dice que para practicar alimentar la potencia creativa (lo que hemos llamado aquí también alquimia sexual) es necesario encontrar a una pareja que” haya recibido iniciaciones y que se imagine a sí misma como una deidad” (esto es la fase de generación y perfección del vajrayana). Esto es importante para que “durante la relación sexual, cuando surja el apego pasional y sus conceptos asociados, esto sea experimentado como la conciencia prístina”.
Esto es algo común en el tantra, donde la fuerza de algunas emociones comúnmente percibidas como negativas es transformada en una energía positiva, mayormente a través de la percepción de lo que ha sido llamado “un sólo sabor”, el mundo entero se percibe como iluminado, nirvana o samsara son lo mismo.
Esto hace que todas las cosas sean simplemente sabiduría y que uno no se identifique con ellas. Así la sexualidad se experimenta como gozo primordial sin identificarse con una pareja (la cual es vista como una deidad igual a la vacuidad de la mente), y cualquier emoción que surja es transmutada como sabiduría y disuelta en el Dharmakaya). Lo anterior es importante, dice Padmasambhava, porque “si uno no sabe esto sólo se genera apego”.
La instrucción es la siguiente: “Uno debe de hallar el punto energético de excitación de la pareja y estimularlo. A veces se puede masajear con cerveza y miel”. Al estimular los órganos sexuales se inicia una fase en la que la conciencia del gozo se mueve por los diferentes centros energéticos asociados a diferentes elementos.
Cuando la potencia creativa se extiende hacia abajo del ombligo con el placer que la acompaña, es necesario regresarla hacia arriba. Uno puede decir hik tres veces, e imaginar como sube, tornar los ojos hacia arriba si es necesario, retener y subir desde abajo y apretar hacia abajo desde arriba [esto parece ser la descripción de un tipo de respiración dirigida], tocar la lengua del paladar, contraer los pies, apretar el dedo gordo con el dedo anular y apretar los dos dedos medios juntos firmemente, y dirigir la atención a la corona de la cabeza.
De esta forma uno logra retener la potencia creativa con seguridad. Luego uno puede generar placer otra vez, y si uno no puede retenerlo de esta forma entonces debe apretar el punto que está a cuatro dedos de distancia de la base del órgano sexual [posiblemente el periné] con el del dedo anular derecho. Así no habrá expulsión aunque la potencia creativa esté en los órganos sexuales. [Luego uno] regresa el aspecto creativo de la energía que ha sido retenida y lo disemina por los ojos…
El único punto de control [para hacer esto] es utilizar el aspecto activo de la energía junto con la mente; al hacer esto, uno almacena la energía activa en el interior. Al momento de retener la energía activa, relaja la mente en un estado más allá de concepto. De esta forma sostener y diseminar ocurren al mismo tiempo…
Como queda evidenciado en esta descripción, este ejercicio requiere mayor explicación (y existen muchos maestros de tantra budista en diversas partes del mundo que perfectamente pueden hacerlo).
Padmasambhava divide la energía de la potencia creativa en 16 aspectos. Dentro de uno de estos aspectos que es retenido si se práctica la pasión desapegada, yacen seis semillas de color vede, “que son las semillas para generar un tulku”. Es decir una emanación para reencarnar a voluntad, preservando los méritos logrados a través de estas prácticas.
Dice Padmasambhava que estas semillas contienen las “más altas capacidades humanas”. Se tienen que mover a través de las fases de los diferentes elementos, esto es clave para que se produzca la alquimia que evita enfermedades, si no se hace esto lo contrario puede ocurrir, advierte.
Literalmente, en la sexualidad estamos jugando con fuego y con los otros elementos y podemos crear importantes desbalances si no se tiene una clara dirección.
Fuente: Pijama Surf