Falleció Fidel Castro. Me enteré alrededor de la 1:30 de la mañana, en mi celular entraron un inusual número de mensajes para la hora. Eran los diferentes compañeros del mundo de la prensa compartiendo el anuncio de la muerte de uno de los personajes más influyentes de la geopolítica del siglo XX. Como todos los grandes seres humanos, tuvo una enorme cantidad de seguidores en el mundo, así como como un amplio número de detractores. Un nombre que escuche desde que yo era un niño pequeño.
Ya fuese con mucha admiración o en su contra, escuche Fidel Castro constantemente en mi infancia. Escéptico desde pequeño, busque información de él desde que pude. Recuerdo vívidamente los textos de Rius. Por supuesto su historia me absorbió, inevitablemente en compañía de el Che. Y claro como miles de jóvenes latinoamericanos en los años ochenta, crecí soñando con la Revolución Cubana. Esto Influyó mucho en mi decisión de dedicarme a las humanidades, en mi inclinación ideológica, en mi postura ante la realidad y hasta en mi profunda admiración por el arte de Silvio Rodríguez.
Fue inevitable entrar a ese océano de discusiones a favor y en contra de Fidel, las contradicciones entre la teoría y la práctica. Apenas pude visité Cuba. Más allá de la propaganda quise ver con mis propios ojos el resultado de la Revolución. Comprendí claramente algo que ya había reflexionado, que la realidad es mucho más compleja que los libros académicos.
Vi lo que todos decían sobre Cuba, como historiador me emocioné en el Museo de la Revolución, y claro no pude evitar preguntarle al primer taxista con quien estuve a solas: ¿Qué pensaba de Fidel? Su respuesta me hizo entender mucho de las contradicciones del Comandante. “Podrán decir mucho en contra de él, pero es una persona que siempre está pendiente de nosotros” y me contó muchas anécdotas de Fidel presente entre sus gobernados. Un líder político de tiempo completo. Comprendí los matices de su autoritarismo.
Durante semanas pensé en lo que había visto, escuchado y toda la información que poseía con respecto a Cuba y su dirigente. Los escenarios geográficos, políticos, la época que le tocó vivir. Su papel preponderante durante la Guerra Fría, su continuidad después de la desaparición del Bloque Soviético, su influencia sobre Latinoamérica, su permanencia en el poder, el férreo control sobre su gente. Su oposición al imperialismo norteamericano. Su gran uso de la propaganda y la comunicación.
No deje de admirar a Fidel, entendí que fue un ser humano que supo que tenía un papel en la historia, que actuaba en diferentes niveles. Era uno para sus coterráneos, otro hacia afuera. Veía a largo plazo, supo el papel estratégico que tuvo el y su nación durante el enfrentamiento entre las dos potencias. Quizá previno el cambio de era, sin duda supo asumirlo con gran dignidad.
El deseo de esforzarme por una sociedad más justa fue una de las huellas que me dejo el idealismo de mis lecturas revolucionarias, las historias de Fidel y el Che entre otras. También mi rechazo a toda forma de autoritarismo. He aprendido que el conocimiento, la construcción de consciencia es el camino para cambios sólidos, a largo plazo.
En cierta forma esta es la marca que dejó Fidel Castro en mí, un nombre que he escuchado toda mi vida. Surgirá mucha información a partir de su muerte, después de décadas los historiadores emitirán nuevos juicios sobre sus acciones, estoy seguro que seguirán siendo polémicas durante mucho tiempo. Experimente la influencia que ejerció durante toda una época en millones de personas, pocos seres humanos pueden decir eso de su paso por el mundo. Como analista mis opiniones seguirán apegadas al análisis racional, a favor y en contra de muchos de sus actos, pero sin duda continuaré admirando al personaje histórico que supo ser.
Descanse en paz el Comandante Fidel.