Desde el punto de vista de la historia a largo plazo, el fenómeno Trump me llama mucho la atención. Estados Unidos es una República Imperial, semejante a la antigua Roma, un modelo que le gustaba mucho a pensadores norteamericanos del siglo XIX, que se mantiene en parte de su imaginario colectivo, y que han logrado reconstruir parcialmente.
En la perspectiva geopolítica es indiscutiblemente la principal potencia militar, muy superior a Rusia y China, inclusive sumados. Además es la única potencia en la historia humana con acceso a los dos océanos.
Analistas especializados en conocimiento bélico señalan que tiene un ejército sobre equipado y con exceso de tecnología.
Es como la República romana en su mejor momento, inclusive con más poder y alcance, ningún enemigo le podría hacer frente. Esto hace que su economía tenga un peso mayor en el mundo, pueden obligar a cualquiera a comerciar o no hacerlo con él.
Por otra parte, un aspecto de la mentalidad norteamericana que los constituyó en el país que es actualmente, fue el pensamiento de que podían enfrentar cualquier reto, por difícil que fuese.
Estas ideas se fortalecieron al vencer a Inglaterra, México y España en el siglo XIX, fueron las que los acompañaron e impulsaron en su expansión al oeste, eran las que aseguraban el Sueño Americano. La segunda guerra mundial, la guerra fría, la carrera espacial, estos logros confirmaban una vez más su capacidad de afrontar dificultades y superarlas.
Por eso me sorprende tanto el crecimiento de Trump y su actual gobierno, por qué es un personaje político que representa miedo. Miedo al otro, al migrante, a las potencias extranjeras imaginarias, al nuevo rol de las mujeres, impulsado por ellos mismos, a la apertura económica al mundo.
Es como si fuera miedo a muchas cosas que ellos han sido los principales promotores. Pareciera ser un contrasentido a las ideas que los han convertido en la potencia que es el día de hoy.
Es otro rostro de los Estados Unidos, la forma que como afrontan este nuevo reto, esta dualidad, impactará al mundo por el poder que representan y el alcance de su comunicación. Somos sus vecinos, es necesario estudiarlos, analizarlos y conocerlos a fondo.
Ya que nos guste o no, nuestros destinos van juntos.