EL BESTIARIO
El alcohol engorda también, las botellas en sus etiquetas deberán especificar las calorías en Europa, “las bebidas alcohólicas contribuyen a la obesidad”, mezcal y otros destilados mexicanos ‘enganchan’ a España
Hay quien se refiere a ellas como las calorías invisibles. Mientras los alimentos envasados deben llevar claramente indicado su contenido en calorías, no sucede lo mismo con las bebidas que superan 1,2 grados de alcohol. La normativa europea, aprobada en 2011, eximió a las botellas de cerveza, vino o licores de reflejar esta información hasta que la Comisión tome una decisión definitiva, que debería manifestar antes del año 2016. Ante este escenario, dos iniciativas -una desde el ámbito científico, otra desde el político- han puesto el foco esta semana sobre la misma cuestión: la necesidad de incluir en el etiquetado de las bebidas alcohólicas los datos sobre el número de calorías dado el impacto que tienen en el sobrepeso y la obesidad (y su desconocimiento por parte de la mayoría de los consumidores).
La cantidad de energía que aporta cada gramo de alcohol supone 7 kilocalorías (una hamburguesa Big Mac tiene 510 kcal, la ingesta diaria recomendada son 2.000 kilocalorías en los hombres y 1.800 en mujeres). Este es el contenido calórico del alcohol que contienen algunas de las principales bebidas: Una caña (200 cc) de cerveza, 70 kcal; una lata de cerveza, 105 kcal; un vaso pequeño de vino (100 cc), 70 kcal; un carajillo (25 ml), 70 kcal; un vermut (100 ml), 140 kcal; Una copa de coñac (50 ml): 140 kcal; un combinado como cuba libre, gin tonic… (50 ml): 140 kcal, no se incluyen las calorías del refresco; un whisky (50 ml): 140 kcal… Nuestra fuente de estos datos es la Guía de etiquetado nutricional de la FDA y Guía de referencia básica para abordar el abuso del alcohol de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria.
“Hay una completa ignorancia sobre el aspecto calórico de las bebidas alcohólicas, es una cuestión que me preocupa bastante”
“No hay ninguna razón por la que las calorías del alcohol merezcan un tratamiento diferente de las de la comida”, plantea Fiona Sim, la presidenta de la Royal Society for Public Health británica en un artículo que publica este miércoles el British Medical Journal. El título del texto no puede ser más explícito: “Las bebidas alcohólicas contribuyen a la obesidad y deberían incluir un cómputo de calorías obligatorias”. En plena derrota en la batalla mundial contra la obesidad, Sim plantea que la ausencia de información calórica en las bebidas alcohólicas es un lujo que la sociedad no se puede permitir, ya que alimenta el desconocimiento sobre el impacto de estos productos en el sobrepeso de la población. La autora del artículo pone como ejemplo un estudio hecho en 2.117 adultos en el que el 80% desconocía el contenido en calorías de las bebidas más comunes. “La mayoría de las mujeres desconoce que dos copas grandes de vino tienen 370 calorías, lo que representa una quinta parte de su ingesta de energía diaria”, añade.
Trabajos de la sociedad de salud pública británica elevan al 10% la aportación de las calorías procedentes del alcohol en la dieta de bebedores sociales. “En España no contamos con trabajos de este tipo, pero yo diría que, como mínimo, la cifra debe ser la misma”, indica Felipe Casanueva, presidente de la Sociedad Española del Estudio de la Obesidad.
El experto en obesidad coincide con la preocupación de la especialista en salud pública británica. “Hay una completa ignorancia sobre el aspecto calórico de las bebidas alcohólicas”, explica, “es una cuestión que me preocupa bastante”. Mientras la convivencia con el alcohol “se maneja en España bastante bien” y se tienen muy presentes cuestiones relacionadas con la conducción o las consecuencias del abuso, el también director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (Ciber-obn) destaca que, entre los bebedores sociales, rara vez se piensa en que el alcohol supone “una parte muy importante de la ingesta calórica y contribuye a la obesidad”. No solo eso: “Se trata de calorías de bajísima calidad nutritiva, y que, además no sacian”.
Por ello, Casanueva también apuesta por incluir datos sobre el contenido en calorías y que, para ello, se empleen parámetros entendibles: “Mejor hablar de calorías en una lata, un vaso o un chupito que centímetros cúbicos, por ejemplo”.
Estados Unidos incorporará en el etiquetado las calorías a partir de diciembre de este año, aunque solo en las bebidas servidas en restaurantes
Además del alegato científico de Fiona Sim, el debate sobre el etiquetado ha recalado esta semana en el Parlamento Europeo. Desde el martes, los diputados debaten un proyecto de resolución -que se votaba este miércoles- que plantea “la urgente necesidad de mencionar claramente en el etiquetado, como mínimo, el contenido calórico de las bebidas alcohólicas”, y pide la Comisión “que presente la correspondiente propuesta legislativa”, de cara a que se incorpore a la nueva estrategia de la UE en materia de alcohol (2016-2022).
No es la primera vez que se intenta una medida similar. La presidencia sueca de turno de la Unión Europea en 2011 ya lo propuso y fracasó. Estados Unidos incorporará en el etiquetado las calorías a partir de diciembre de este año, aunque solo en las bebidas servidas en restaurantes. En Europa, Irlanda ha tomado la delantera y prepara una ley para obligar a las empresas a reflejar esta información en las botellas.
Fuentes de la Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE) han indicado que prefieren no manifestarse sobre la idoneidad de incluir la información sobre el contenido de calorías hasta que se pronuncie la Comisión Europea. “Acataremos lo que decida, a día de hoy estamos cómodos con la situación actual”, añaden desde la federación.
Bruselas pide a la industria que informe de los riesgos en las botellas de bebidas alcohólicas como ocurre con las cajetillas de tabaco
¿Incluirán las botellas de bebidas alcohólicas avisos sobre los perjuicios para la salud como ocurre con las cajetillas de tabaco? Al comisario europeo de Salud, el maltés Tonio Borg, le gustaría que así fuera. Se está reuniendo con la industria y les ha advertido de que, si no lo hacen voluntariamente, al final será la Comisión Europea la que legisle, como ha hecho con el tabaco, cómo avisar al consumidor de los peligros del consumo de alcohol mediante las etiquetas. Si no son los propios fabricantes los que toman la delantera, “llegará un impulso político que podría finalmente llevar a incluir avisos” en las botellas, ha asegurado Borg hoy durante una entrevista con varios medios europeos.
El comisario ha querido precisar: “Evidentemente es el abuso, y no el consumo, contra lo que tenemos que luchar”. Borg ha señalado que deberían ser los productores los que adoptaran medidas para prevenir el abuso del alcohol, y que entre ellas está el etiquetado. “Aunque se trate de un etiquetado muy conservador, con mensajes como ‘No bebas si estás embarazada’ o ‘No conduzcas si has bebido”, ha añadido antes de inaugurar la primera cumbre sobre Enfermedades Crónicas que organiza la Comisión Europea.
138.000 ciudadanos europeos de entre 15 y 64 años mueren prematuramente por el alcohol al año, tres cada cinco de cirrosis o cáncer
Hace unos meses, los científicos que participan en el proyecto de investigación Amphora, financiado por la Comisión y coordinado por el hospital Clínic de Barcelona, reclamaron que las bebidas alcohólicas incluyan etiquetas en las que se advierta de los riesgos para la salud que entrañan. El proyecto ha permitido la publicación de varios estudios que, entre otras cosas, han concluido que alrededor de 138.000 ciudadanos europeos de entre 15 y 64 años mueren de forma prematura por el alcohol al año. Dos de cada cinco de esos fallecimientos se atribuyen a la cirrosis. Uno de cada cinco, al cáncer.
Europa es la región del mundo que más alcohol consume. El alcohol, tal y como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un estudio de 2013, constituye un factor de riesgo para unas 60 enfermedades, entre ellas, cáncer, cirrosis y dolencias cardiovasculares. Los europeos, además, consumen -se calcula que el 89% de los que beben ingieren más de 30 gramos al día- más de 600 veces el nivel de exposición máxima recomendado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria para carcinogénicos tóxicos como el etanol, presente en el alcohol, según el proyecto Amphora.
El comité de salud pública del Parlamento Europeo aprobó el mes pasado una resolución para pedir a la Comisión que renueve la Estrategia de la UE en materia de alcohol. Sin embargo, tal y como denuncian una docena de asociaciones europeas de pacientes, en la declaración no se habla de la publicidad ni del etiquetado de las botellas. La Alianza europea de salud pública (EPHA, en sus siglas en inglés) recuerda que hay Estados miembros que han liderado esa vertiente de la lucha contra el consumo excesivo de alcohol, como Francia, que desde 2006 obliga a incluir en las etiquetas avisos sobre su consumo y el embarazo.
Los eurodiputados aún están a tiempo de incluir los avisos sanitarios en las bebidas alcohólicas: el texto se votará en el mes de abril en sesión plenaria. Se prevé que después, en septiembre, la Comisión publicará un plan de acción para luchar contra los efectos sobre la salud del alcohol. De la nueva Estrategia ya no se encargará Tonio Borg, sino el siguiente comisario de Salud.
Olvídese de la ginebra y aférrese al mezcal, el destilado mexicano entra en la millonaria disputa por el segmento ‘super premium’
“El mezcal se toma a besos”. Detrás de la barra, Ernesto Palafox, dueño de La Mezcalería de Madrid, corta en rebanadas un trozo de naranja, se sirve un trago de esta bebida destilada del maguey y de una bolsita de plástico saca un puñado de gusanos, listos para comerse, que pone en un pequeño plato blanco. “Es todo un rito”, explica. A 10.000 kilómetros de distancia de México, Palafox ha sido testigo del boom internacional que ha tenido esta bebida de una graduación que supera los 45 grados y cuyas exportaciones casi se han duplicado durante el último año.
“El primer trago sabe a fuego”, dice Palafox -de 45 años y originario de la Ciudad de México-, quien en 2008, en medio de la crisis económica, se unió con dos socios más y decidió abrir la primera mezcalería en Europa. “Se ha convertido en toda una moda”, resalta, mientras da un segundo sorbo a su vaso. La bebida está ganando popularidad frente al destilado mexicano más conocido: el tequila, sobre todo en el mercado exterior. Al cierre de 2014, las ventas de mezcal alcanzaron los 13,3 millones de dólares (10,9 millones de euros), un 78,1% más que en 2013, según datos del Ministerio de Agricultura mexicano.
El mezcal es un producto que se elabora de forma artesanal y familiar. Su elaboración -que se lleva casi de forma similar desde el siglo XVII- implica cortar el corazón del maguey, prácticamente a mano, cocinarlo en hornos bajo tierra, para después molerlo, fermentarlo y destilarlo sin ningún tipo de acelerador químico. Esto lo diferencia del tequila (que proviene de la misma planta) al que la gran demanda nacional e internacional llevó a la industrialización durante los años 90.
Litros de mezcal corren por las grandes ciudades del mundo. Berlín, Londres, Madrid, Nueva York… sienten el calor de esta bebida. “No es económico”, reconoce Hipócrates Nolasco, presidente del Consejo Regulador. Los datos del organismo indican que el 60% de las botellas que se venden, principalmente en EE UU y Europa, entran dentro del segmento de las bebidas súper premium, en donde el precio promedio es de 44 euros, mientras que el coste de producción oscila entre los 4,8 y 30,4 euros. “Los intermediarios se están llevando bastante dinero”, dice José Hernández, del Rey Zapoteco.
En México, el precio promedio de una botella de 750 mililitros ha subido un 12,4% en el último año, hasta alcanzar los 304 pesos (18 euros). Ulises Torrentera, experto de la industria, vaticina un final trágico: “Mientras que los pequeños productores no se beneficien de estos altos precios, la industria tenderá a desaparecer”.
José Hernández ha dedicado toda su vida al maguey. En los años 60, su padre fundó El Rey Zapoteco, una destiladora de mezcal. Entonces, la pequeña empresa producía más de 4.000 litros mensuales. “Había una gran bonanza. En muchos pueblos de México se quería probar el mezcal”, detalla Hernández.
La destilería de Hernández está en Santiago Matatlán, una pequeña población en el Estado mexicano de Oaxaca, cuna del mezcal y de donde sale más de un 90% de la producción. Oaxaca es el segundo estado de México con menor renta per cápita: el 61,9% de la población vive bajo el umbral de la pobreza. No hay cifras oficiales sobre lo que representa el maguey en la economía local, pero la producción de bebidas representa un 70% del PIB agroindustrial, que a su vez responde por el 5% de la renta del Estado. Además, la industria es responsable de 26.000 empleos directos.
“Más que una bebida embriagante, el mezcal es un producto cultural que ha sobrevivido a una persecución implacable”
Las pequeñas industrias como la de Hernández pasaron malos años al enfrentarse a las autoridades, que empezaron a exigir el pago de los impuestos relativos a la producción de la bebida, explica Hipócrates Nolasco, presidente del Consejo Regulador del Mezcal. A partir de ese momento, dice Nolasco, el destilado pasó a ser una bebida clandestina, barata y asociada a la clase trabajadora. Su producción ni siquiera se contabilizaba, pese a que obtuvo la denominación de origen en 1995. En esa época, el negocio del Rey Zapoteco entró en una crisis profunda. Su producción se redujo hasta los 1.000 litros al mes y nunca más se volvió a recuperar, afirma Hernández.
La revolución sucedió cuando se apostó por un producto artesano de primerísima calidad. “Los pequeños fabricantes querían que se apreciara por su valor”, destaca Ulises Torrontera, un experto en la industria. “Más que una bebida embriagante, el mezcal es un producto cultural que ha sobrevivido a una persecución implacable”.
“El mezcal puede perder su magia si se empieza a producir a gran escala, no competimos con el tequila, sino con todas las bebidas destiladas”
Sacar al mezcal de las cantinas y convertirlo en una bebida premium fue un trabajo de colaboración del Consejo Regulador del Mezcal, fundado en 1997. El éxito ha sido tal que hoy, según el propio CRM, en México el mezcal se vende más caro que el whisky. Pero no fue fácil. “Se tuvo que picar mucha piedra”, apunta Nolasco. “Para lograr este reconocimiento, la industria tuvo que entrar en un proceso de regulación: pago de impuestos, registro de marcas”.
“El gran impulso de esta bebida, lamentablemente, tuvo que venir del extranjero”, espeta Nolasco. Hoy el mezcal se vende más en el mercado internacional que en su país de origen. En 2014, se comercializaron 924.686 litros en el exterior y 1,1 millones en el extranjero. Entre los 42 países a los que se exporta están EE UU, Chile y España.
El motivo, según un análisis de Euromonitor International, es que el mezcal es muy atractivo para una nueva generación de bebedores que prioriza la autenticidad, la tradición y la historia frente a otras ofertas alcohólicas. “Los mezcaleros no queremos competir con el tequila, sino con todo el mercado de las bebidas destiladas”, reconoce Nolasco. La brecha y el camino por recorrer es abismal. El mezcal, según datos de Euromonitor International, ocupa el 0,1% del consumo mundial de bebidas espirituosas.
Cornelio Pérez es todo un gurú de este destilado. En 2005 instauró en México La Logia de los Mezcolatras, un club cuyo objetivo es que los consumidores aprecien el sabor de esta bebida. Pérez teme a la producción en gran escala del mezcal. Suelta una pequeña risa cuando escucha que la producción del mezcal llegó en 2014 a los 1,5 millones de litros, un 48% superior a la registrada en 2011 y que marca un récord. “El mezcal puede perder su magia si se empieza a producir a gran escala”, afirma.
El dueño de La Mezcalería de Madrid, que en una semana vende entre 12 y 15 botellas de la bebida en su bar -donde un chupito puede costar hasta ocho euros-, no teme que el éxito de la bebida ponga en riesgo su historia y tradición. Sabe que el boom significa rentabilidad: “Me conviene que la moda de beber mezcal perdure, porque voy a vender más”.
Cancún acogerá Festival de Destilados Artesanales de Origen ‘made in Mexico’ en Cancún, conferencias y degustaciones de bebidas y comidas
Después de tres exitosas ediciones en la Ciudad de México, DARDO, el Festival de Destilados Artesanales de Origen, celebrará su primera edición en Cancún con la participación de 50 productores de destilados artesanales como el Sotol, la Raicilla, el Bacanora, el Mezcal y diferentes Destilados de Agave, provenientes de 19 estados de la República. Un estudio realizado por el Comité Nacional para la Sustentabilidad del Maguey, Mezcal y Destilados de Origen (COMANDO) -fundadores y organizadores del festival- demostró que Cancún es una de las ciudades con mayor interés en conocer y probar destilados artesanales, especialmente el mezcal.
“El objetivo de DARDO es impulsar a los pequeños productores de destilados artesanales hechos en México a través de la educación y la información y que mejor forma de hacerlo que a través de un Festival en donde aficionados, sibaritas, comerciantes y distribuidores puedan degustar y conocer en primera persona la gran variedad de destilados que México ofrece. Estamos muy contentos de poder llevar el Festival por primera vez a Cancún y estamos seguros que el público de Quintana Roo estará muy satisfecho de probar todos los Destilados de Origen en un solo lugar”, comentó César González Hermosillo, tesorero de COMANDO.
La primera edición de DARDO Cancún se realizará el próximo sábado 9 de mayo en el estacionamiento del Cancún Center. El Festival será de acceso gratuito en un horario de 3pm a 1 am en donde los asistentes podrán visitar la zona cultural e informativa sobre destilados hechos en México, participar en diferentes conferencias impartidas por reconocidos profesionales de la industria y degustar las bebidas artesanales y platillos preparados por cocineras tradicionales de diferentes estados de la República Mexicana.
El alcohol engorda también, las botellas en sus etiquetas deberán especificar las calorías en Europa, “las bebidas alcohólicas contribuyen a la obesidad”, mezcal y otros destilados mexicanos ‘enganchan’ a España.
@SantiGurtubay
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