EL BESTIARIO SANTIAGO J. SANTAMARÍA
No tener una cuenta en las redes sociales no te salva de que los servicios de inteligencia tengan tu perfil en Cancún, Nueva York, Madrid, París o Los Ángeles. Aprendimos varias cosas durante las diez horas que el programador y empresario estadounidense, nacido el 14 de mayo de 1984, pasó respondiendo preguntas en el Senado y el Congreso de los Estados Unidos. Es el personaje más joven que aparece en la lista de multimillonarios de la revista Forbes, con una fortuna valorada en 63.300 millones de dólares, siendo la quinta persona más rica del mundo y Time le nombró ‘Persona del Año en 2010’. Un secreto, particularmente indignante, dejó de serlo: no hace falta ser usuario de Facebook para que Facebook tenga guardado tu perfil. Peor aún: para saber lo que dice, tienes que hacerte usuario de Facebook. Pero ¿y si nunca has dado tu consentimiento porque nunca has sido usuario de su red social? ¿Cómo puedes consentir o gestionar el uso de tus datos si ni siquiera sabes que existen? Donald Trump y Vladímir Putin desde Washington y Moscú juegan a su ‘Guerra Fría’ en las redes sociales, son ‘Brothers’ (Hermanos), evocan el poema épico de Homero, la Odisea
Hasta seiscientas preguntas tuvo que responder Mark Zuckerberg frente a los legisladores del mundo libre. La mayor parte de sus respuestas se pueden resumir en dos: no tengo la respuesta a esa pregunta y los usuarios lo han querido así. El fundador de Facebook repitió una y otra vez que los usuarios eran dueños de sus datos, que ellos mismos elegían compartirlos con quien ellos mismos querían y que tenían herramientas para gestionarlos de la manera que mejor se ajuste a su estándar de privacidad. Esto falta a la verdad de muchas maneras distintas. Las desgranamos, de la más fea a la peor. En el magazine cultural español Jot Down aparece un interesante artículo de Marta Peirano. “Borra esa sonrisa de tu cara: no tener cuenta en Facebook no te salva de que tengan tu perfil”, es su desafiante titular.
Mark Zuckerberg mintió descaradamente cuando una y otra vez insistía que los ‘amigos’ de Facebook eran propietarios de sus datos… La mayor parte de los usuarios no entienden los términos de usuario que firman al entrar. Esto no es una falta de dejadez, incompetencia o desidia. Facebook ha sido denunciado en numerosas ocasiones por tener un contrato farragoso, interminable y premeditadamente ilegible para cualquiera que no sea especialista en derecho digital. Lo que resulta muy conveniente para la rápida expansión de su negocio, que es transformar los datos de millones de personas en perfiles segmentados para industrias como la publicitaria, alimentaria, tecnológica, sanitaria, cosmética o farmacéutica. El contrato está diseñado para que el aspirante a usuario lo mire, sin entender nada y lo firme convencido de que sus derechos serán respetados por una de las empresas más poderosas del mundo. No lo acepta sabiendo lo que acepta, sino pensando que algo que cientos de millones de personas no puede ser tan peligroso. Que ahora Zuckerberg les haga responsables es fundamentalmente hipócrita, porque todo el proceso está cuidadosamente diseñado para que ocurra exactamente así.
“Cuando borras algo, nosotros lo sacamos para que no sea visible o accesible en Facebook”, explicaba el portavoz de Facebook al Times
Las opciones que ofrece la plataforma para gestionar los datos de los usuarios son restrictivas para los demás usuarios, pero no para la propia Facebook y sus tres millones de partners. La prueba incontestable es que nadie puede borrar sus datos de la plataforma, solo sacarlos de la interfaz. Beth Gautier, portavoz de Facebook, se lo explicaba no hace mucho tiempo al Times: “Cuando borras algo, nosotros lo sacamos para que no sea visible o accesible en Facebook”. Irónicamente, borrar tu cuenta es la manera más directa de perder el poco control que tienes sobre tus datos, porque ya no tienes acceso a ellos.Tanto si borras una conversación como si eliminas tu cuenta de usuario, lo que borras es el acceso a esos datos por parte de otros usuarios y de ti mismo, que ya no puedes modificar esa información ni aplicarle distintos filtros porque parta ti ya no existe. Pero esa información permanece accesible para Facebook y sigue siendo útil a sus anunciantes en las campañas que ellos quieran, sin pedirte permiso jamás. Esto incluye todo lo que has hecho en Facebook, incluyendo las cosas que has escrito y que has borrado antes de publicar.
¿No lo sabías? Facebook guarda todo lo que tecleas, incluso si nunca llegaste a publicarlo. Lo descubrimos gracias a una investigación sobre la autocensura en la red. Facebook sabe si te ibas a declarar a una chica y no lo hiciste por pudor (con precisión meridiana, incluyendo la hora, el lugar y el contexto de la conversación). Sabe si le ibas a pedir dinero a tu hermana y al final te dio vergüenza. Guarda todos los comentarios envenenados que, por suerte, no te atreviste a publicar. Nada de lo que haces o dices se pierde como lágrimas en la lluvia; todas quedan atrapadas para siempre en una nube de servidores, cables, routers, antenas y bloques de refrigeración. Eso es porque nunca han sido tuyas. Siempre han sido de Facebook, Inc.
Las cookies, pero también los botones de ‘me gusta’, o ‘compartir’ y los plugins de sus partners con trackers, rastreadores o ‘chivatos’
Si el usuario de Facebook fuera el dueño de los datos que tiene Facebook, sabría exactamente qué datos son esos y tendría el poder de modificarlos o borrarlos para siempre. Ya sabemos que esto no es así. La prueba definitiva de que el único dueño de los datos en Facebook es la propia Facebook es que acumula perfiles de personas que nunca han dado su consentimiento ni han estado de acuerdo con los términos de usuario ni han posteado ni comentado ni pokeado ni aceptado ninguna interacción con la red social porque, simplemente, nunca han tenido cuenta en Facebook. Y lo más sangrante es que, para poder acceder a esos datos, tienen que hacerse usuarios de Facebook, irónicamente otorgando permiso a la empresa de Zuckerberg para tener información que ha estado guardando sin permiso hasta entonces. El demócrata Ben Luján de Nuevo México se lo reprochó claramente durante el interrogatorio.
Efectivamente, Facebook tiene perfiles sobre personas que no son usuarios de Facebook. Esta clase de información se llama ‘shadow profile’ (perfiles oscuros) y significa que, si has sido lo bastante listo como para no hacerte ninguna cuenta en esta red social, ellos siguen teniendo tus datos. Según Zuckerberg, hay dos razones. La primera, porque tienen otra empresa de publicidad fuera de Facebook. La segunda, por seguridad. ¿Cómo consigue los datos de no usuarios? Primero el negocio. Facebook tiene trackers repartidos por toda la red: las habituales cookies, pero también los botones de ‘me gusta, o ‘compartir’ y los plugins de sus partners para seguir a sus usuarios. Todos los lugares donde hay un logo de Facebook hay trackers, y estos trackers acumulan datos para los perfiles de Facebook, aunque el visitante no pinche en el logo, no esté logueado en Facebook o ni siquiera tenga cuenta allí. Varias agencias europeas de protección de datos les llamaron al orden por este motivo en 2016 y Facebook dijo que se trataba de un error informático. Curiosamente, al mismo tiempo patentaba un método para «comunicar información sobre las actividades del usuario mientras esta en otro dominio». Ese error informático se llama Facebook Connect. Y el servicio que lo vende se llama Audience Network Ad.
“Cualquiera puede elegir quedarse fuera de los mecanismos de captura de datos para publicidad tanto si usa nuestros servicios como si no”
Una vez más, Zuckerberg argumenta que el usuario puede pedir no ser trackeado. “Cualquiera puede elegir quedarse fuera de los mecanismos de captura de datos para publicidad —le dijo a Luján— tanto si usa nuestros servicios como si no”. Una vez más, esto es relativamente cierto. Mientras que en 2014, Google accedió a no cruzar los datos de sus cookies publicitarias con los de los usuarios de sus servicios (no sabemos si lo cumplen o no), Facebook requiere que se acojan a las opciones que proporciona la industria. Esto es: la Digital Advertising Alliance en Estados Unidos, en Canadá y en Europa respectivamente. En cuanto a la seguridad, Zuckerberg dijo primero que se rastrea a no usuarios o a usuarios no logueados para proteger el sistema de otros programadores: “Necesitamos saber quién trata de recoger datos públicos y acceder a nuestros servicios para impedir este tipo de rastreo”. Y luego que vigilan a sus propios usuarios para que no cometan fechorías: “Tiene que haber detalles en el modo en que usas Facebook, incluso cuando no estás logueado, que tenemos que vigilar para asegurarnos de que no estás abusando del sistema”. Es difícil entender lo que dice porque en ningún caso tiene sentido. Primero, porque acceder de manera mecánica a información pública es lo mismo que hace Facebook, y hacerle la competencia a Facebook todavía no es ilegal. Segundo, porque si no estás logueado como usuario entonces no puedes abusar del sistema.
Lo interesante es que Zuckerberg quiere sugerir que los únicos perfiles oscuros de no usuarios de Facebook son de hackers, malandrines y programadores de marketing online. La verdad es que cualquiera que esté en los contactos telefónicos o del Messenger de un usuario de Facebook es susceptible de convertirse en “persona que quizá conozcas” y generar un perfil oscuro sin tener usuario ni cuenta. A partir de aquí, el perfil solo puede crecer. Pero esta es una de las preguntas para las que Mark Zuckerberg no tenía respuesta. Cuando el senador Luján le preguntó si sabía lo que era un perfil oscuro, le respondió: no estoy familiarizado con el término. Qué le vamos a hacer.
Los 3.500 mensajes de Facebook pagados por Rusia para apoyar a Donald Trump, ‘De Satán a la familia africana de Barack Obama”
Los cerca de 3.500 anuncios en Facebook e Instagram de la trama rusa han vuelto a publicarse este jueves. Esta vez no en la red social más poderosa del planeta ni con la intención de avivar fracturas sociales en Estados Unidos. La propaganda financiada por la Agencia de Investigación de Internet de Rusia (IRA) se ha divulgado a petición de los demócratas del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes para esclarecer el alcance de la manipulación de Moscú durante la campaña electoral estadounidense de 2016. La mayoría de los anuncios son mensajes incendiarios sobre temas sensibles, como las divisiones raciales, la inmigración, cuestiones LGBT y derechos de armas. El fiscal especial de la trama rusa, Robert Mueller, acusó en febrero a 13 ciudadanos y tres entidades de Rusia de haber lanzado una “guerra informativa” contra las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre de 2016. Los demócratas señalaron que los anuncios publicados en Facebook e Instagram entre 2015 y 2017 tuvieron una efectividad distinta en cada caso: desde centenares de visualizaciones hasta más de un millón. Según la red social, el alcance de las publicaciones fue de 146 millones de usuarios.
Los anuncios políticos eran casi todos contra la candidata demócrata Hillary Clinton. En una página llamada ‘Ejército de Jesús’, que tenía como imagen de perfil a Jesús luchando contra Satán, se leía: “Hillary es Satán, y sus crímenes y mentiras muestran su maldad”. Contra Trump, circuló un evento para manifestarse en contra de la guerra en Siria, cuya foto era la Trump Tower. El llamado decía: “Algunos creían que Trump retiraría a EE UU de las campañas militares inútiles y sangrientas. Pero lo que vemos solo aumenta la hostilidad”. El expediente sobre el caso elaborado por la CIA, el FBI y la NSA, ofreció una conclusión aterradora sobre la influencia de los mensajes: “Vladímir Putin ordenó una campaña en 2016 contra las elecciones presidenciales de EEUU. El objetivo era socavar la fe pública en el proceso democrático, denigrar a la secretaria Clinton y dañar su elegibilidad y potencial presidencia. Putin y el Gobierno ruso desarrollaron una clara preferencia por Trump”.
Los servicios secretos de EE UU advierten que Rusia intentará interferir de nuevo en próximos comicios con propaganda y reportes engañosos
Hasta septiembre del año pasado, cuando Facebook identificó 470 cuentas que compraron alrededor de 3.500 anuncios por 150.000 dólares en un período de dos años, la empresa de Mark Zuckerberg negó reiteradamente que los ciberactivistas rusos explotaran su plataforma. Sin embargo, acabó detectando que una empresa, que operaba como una especie de granja de trolls de apoyo al Kremlin, estuvo pagando los anuncios para influir en la política estadounidense. El comité de inteligencia demócrata ya había publicado una muestra de los anuncios el año pasado, pero ahora lanzaron todo el material que los funcionarios de Facebook entregaron al panel en septiembre. Desde entonces, la compañía con sede en California, dice que ha adoptado una postura “mucho más agresiva” respecto a los anuncios sobre asuntos políticos, obligando a los compradores a verificar su identidad, ubicación y a revelar públicamente quiénes son. Las medidas deben ser convincentes si quieren recuperar la confianza antes de noviembre, cuando los estadounidenses votarán para renovar la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Es un desafío importante si se considera que los líderes de las agencias de inteligencia de EE UU ya advirtieron de que Rusia intentará interferir de nuevo en esos comicios mediante el uso de las redes sociales para difundir propaganda y reportes engañosos.
El descubrimiento de la manipulación de Facebook, por la que su fundador Mark Zuckerberg tardó casi una eterna semana en dar la cara y perdió casi tantos millones de dólares como millones de usuarios vieron violados sus datos personales, nos dejó perplejos. No sé si somos ingenuos de nacimiento, por convicción o por rutina. Una red social que nace de la nada y se convierte en un gigante casi invencible, no puede ser una santa. Está en su tecnológico ADN el querer explotar a cambio de dinero su inmensa influencia. Aunque ahora se le pueda llamar Fakebook y se acuse de frivolidad a las redes, al final, todos seguiremos subiendo fotos a Instagram y atacando a desconocidos en nuestros muros. Ya no podemos vivir sin ello.
Facebook y Cambridge Analytica utilizaron datos personales de 50 millones de fulanos para diseñar estrategias de atracción de votos
“Cuando hay un problema porque las reglas del sistema no debieron permitir que alguien tomara los datos de una persona, se trata de un asunto importante digno de una gran conmoción”, declaró por fin Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Facebook, al The New York Times. Facebook, líder de la red de redes frívolas ha estado implicada en una controversia relacionada con Cambridge Analytica, una consultora política vinculada con la campaña presidencial de Donald Trump en 2016 y con la forma inapropiada en que obtuvo y aprovechó datos personales de 50 millones de usuarios de Facebook. “Los temas de privacidad siempre han sido muy importantes para la gente. Una de nuestras más grandes responsabilidades es proteger los datos. Pensados de la manera más básica, nuestros servicios consisten en poner contenido en una red, ya sean fotografías, videos o mensajes de texto -en Instagram, Facebook o WhatsApp- y confiar en que se compartirán con la gente que tú eliges. Sé que hubo mucha presión para hablar antes, pero decidí que era más importante transmitir un mensaje muy preciso. Lo más importante es que arreglemos este sistema para que no ocurran de nuevo problemas como este…”.
Puedo equivocarme, pero no veo más que hipocresía en el escándalo que se generó en torno a Facebook y Cambridge Analytica por la utilización de datos personales de 50 millones de fulanos para diseñar, entre otras cosas, estrategias de atracción de votos. Medio planeta sube a la web, desde hace tiempo, datos de su intimidad más dura y deja allí un largo rastro de pornografía cotidiana. Se puede elegir creer en cualquier cosa -en Buda o en la Bolsa de Nueva York- pero, más que fe, hay que tener candidez o ceguera para mantenerse en la ilusión de que ese material jamás será utilizado por nadie. Aun quienes no usan redes sociales dejan rastros en la web que vuelven bajo la forma de sospechosas publicidades dirigidas y ofertas de hoteles en Cancún o Riviera Maya sólo por hacer una búsqueda en Google Maps. Creer que podemos volcar en las redes un vómito tsunami de información privada, y que nadie hará nada con eso en su beneficio, es como creer que se puede criar a una pantera en un armario.
Una red social que se alimenta como un vampiro de la intimidad de las personas no es una organización filantrópica, y este escándalo no parece más que una prueba concreta de algo que era obvio: nos miran, nos espían, nos evalúan, y lo hacen con nuestra colaboración -porque les proveemos los datos-, pero elegimos pensar que no lo hacen con nuestra anuencia. El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, comentó, cuando aún estaba en Harvard, que le sorprendía “que la gente compartiese con él tantos datos con sólo poner un formulario y pedir que lo rellenase para entrar en su invento”. Recordé entonces un mensaje que encontré hace tiempo en mi Twitter, @CancunBestiario: “Están reventando la intimidad para que se vuelva un lujo y haya que comprarla”. Ese es el negocio del futuro: vender privacidad a quien pueda pagar por ella. Serán muy pocos. Mientras tanto está circulando en estos tiempos electorales de euforia de Andrés Manuel López Obrador y su ‘Morena’, la promotora de la regeneración política en México, a partir del Primero de Julio. #DeleteFacebook (#BorraFacebook), una clara señal para Mark Zuckerberg y sus servicios de ‘inteligencia’ que están ante un perturbador problema de confianza de sus ‘amigos’…. No podemos obviar a los frívolos y ‘tontolistos’ como Mark Zuckerberg, quienes nos desprecian, pues no son nuestros ‘amigos’.
Se muestran signos de trastorno de estrés postraumático severo, debido a los eventos traumáticos que experimentaron en Afganistán y los talibanes
Donald Trump y Vladímir Putin, los líderes de Estados Unidos y Rusia, sí son ‘amigos’, jugando a una ‘Guerra Fría’ en las redes sociales, no solo en Facebook sino también en Twitter, en sus amables y a la vez transgresores despachos de sus palacios de la Casa Blanca y el Kremlin.Son ‘Hermanos’ (Brothers, como los protagonistas de la película de guerra de suspenso psicológico estadounidense de 2009 y una nueva versión de la película danesa de Susanne Bier Brødre, que se desarrolla en Afganistán y Dinamarca. Los dos filmes se inspiran en el poema épico de Homero, la Odisea. Sam Cahill es un capitán de los marines de los EE.UU. A punto de embarcarse en su cuarto despliegue de combate. Él es un hombre de familia firme casado con su novia de la escuela secundaria, Grace , y él tiene dos hijas pequeñas, Isabelle y Maggie. El hermano de Sam, Tommy está siendo liberado de la cárcel por un robo a mano armada, antes de que Sam se vaya a Afganistán en octubre de 2007. Sam se retira y después de un tiempo, llega la noticia de que el helicóptero Blackhawk de Sam se estrelló durante una operación en la provincia de Helmand , matando a todos los infantes de marina a bordo. En realidad, él y un amigo de la ciudad natal, el soldado Joe Willis, han sido tomados prisioneros en una aldea de montaña por combatientes talibanes.
Sin Sam, Tommy intenta redimirse a los ojos de su familia al discutir con viejos amigos para ayudar con las reparaciones de cocina para Grace y las niñas. Grace lentamente arroja su resentimiento anterior hacia su cuñado. A medida que pasan los meses, Grace y Tommy se unen en un duelo mutuo que culmina en un apasionado beso junto a la chimenea. Inmediatamente después se arrepienten y no llevan su atracción más allá, aunque Tommy sigue ganando el favor de sus sobrinas. Mientras tanto, Sam y Joe son torturados por sus captores, obligados a despedir en video a los militares y su misión, aunque solo Joe se resiste. Los captores finalmente lo consideran inútil y obligan a Sam, a punta de pistola, a golpear a Joe con un tubo de plomo. Algún tiempo después, Sam es rescatado por las fuerzas estadounidenses. Una vez que regresa a su casa, Sam pasa a través de un aturdimiento frío y paranoico, mostrando signos de trastorno de estrés postraumático severo, debido a los eventos traumáticos que experimentó en Afganistán. Negándose a explicarle a su familia lo que sucedió mientras estuvo allí, Sam también le miente a la viuda de Joe que no sabe cómo murió Joe.
Su paranoia también lo lleva a creer que Tommy y Grace tuvieron una relación sexual en su ausencia. Durante la sexta fiesta de cumpleaños de Maggie en la casa de sus abuelos, una resentida y celosa Isabelle afirma que las suposiciones paranoicas de Sam son ciertas: que Tommy y Grace durmieron juntos. Después de que la familia regresa a casa, Sam se enfurece, destruye la cocina recién remodelada con una palanca y le arroja una pistola a Tommy, quien llega e intenta calmar el violento colapso de su hermano. Llega la policía, y después de una violenta confrontación en la que Sam sostiene el arma en la cabeza y contempla el suicidio, se rinde a regañadientes después de una frenética súplica de Tommy y Grace. Después de que la policía arresta a Sam, ingresa en un hospital psiquiátrico. Grace lo visita y le dice que si él no le dice qué es lo que lo atormenta, la perderá para siempre. Ante esta decisión, Sam finalmente se abre sobre la fuente de su dolor, confiando en ella que él mató a Joe y se abrazan. Una carta entre el esposo y la esposa se lee en voz alta, con Sam preguntándose si podrá continuar viviendo una vida normal.
Melania Trump pide a los niños que se expresen con respeto en las redes sociales, se olvida de la agresividad de su marido en Twitter
Tras 16 meses en el rol de primera dama de Estados Unidos, Melania Trump ha anunciado estos días que dedicará sus esfuerzos a combatir el ciberacoso, entre otros problemas que afectan a los niños. Diez minutos antes de subirse al podio en los jardines de la Casa Blanca y hacer pública la campaña Be Best (Sé el Mejor), en una de las escasísimas ocasiones en que se ha dirigido a la prensa, su marido, Donald Trump, robó la atención al tuitear que anunciaría su decisión sobre el acuerdo nuclear con Irán. Todo un detalle. La exmodelo eslovena de 48 años se ha estado preparando de forma muy discreta para cumplir con su rol. Así como su antecesora Laura Bush estableció el Festival Nacional del Libro y utilizó sus viajes al extranjero para enfocarse en el VIH/SIDA o como Michelle Obama promovió la educación de las niñas a nivel mundial y comenzó un movimiento para que los menores hagan ejercicio y coman más sano.
Durante la preparación de la campaña, Melania ha visitado varios centros de rehabilitación y escuelas para escuchar las problemáticas de los niños a lo largo del país. También se ha adentrado en el uso de las redes sociales. Según The Washington Post, en marzo de este año la primera dama invitó a los altos ejecutivos de Twitter, Facebook y otras compañías tecnológicas, a la Casa Blanca. “Soy muy consciente de que la gente es escéptica de que yo discuta este tema”, le dijo al grupo. “Me han criticado y sé que eso continuará, pero no me detendrá a hacer lo que sé que es correcto”, defendió en la reunión. “Tenemos que encontrar una mejor manera de hablar el uno con el otro, de estar en desacuerdo el uno con el otro, de respetarse el uno al otro”. Stephen Balkam, fundador y CEO del Family Online Safety Institute, participó en ese encuentro. “Fue una apertura bastante notable”, sostuvo. “Me complació que se dirigiera al elefante en la habitación”. Y es que Trump, quien se sentó en primera fila en el acto de lanzamiento de Be Best, es mundialmente reconocido por su hábito de intimidar en Twitter a los opositores a su mandato, como a administraciones de otros países o ex miembros de su propio Gabinete. Exclamaciones, mayúsculas e insultos varios se han leído en la cuenta del mandatario. No es el caso de Melania, quien tuitea muy de vez en cuando y solo sigue a un puñado de políticos y sobre todo, a revistas de moda.
“Cuando los niños aprenden comportamientos positivos online desde el principio… ¿Mister president?”, le llamó Melanie entre risas
«Las redes sociales pueden tener un efecto tanto positivo como negativo en nuestros hijos, pero con demasiada frecuencia se usa de manera negativa. Cuando los niños aprenden comportamientos positivos online desde el principio, las redes sociales se pueden utilizar de manera productiva y pueden lograr un cambio positivo. Es nuestra responsabilidad como adultos educarlos y recordarles que cuando usan sus voces, ya sea verbalmente o en Internet, deben elegir sus palabras sabiamente y hablar con respeto y compasión”, dijo la primera dama durante la presentación. Al acabar su discurso, se la vio suelta y sonriente. Llamó a su marido al estrado para que firmara el proyecto: “¿Mister president?”, dijo entre risas. La pareja se dio un abrazo afectuoso y mostraron una actitud cercana y cálida, distinta de la que suelen proyectar públicamente.
Se prodiga tan poco Melania Trump y es tan poco lo que habla, que buena parte de la cobertura mediática estadounidense sobre la primera dama se ha convertido en un ejercicio de agudeza visual. Si rehúye o no rehúye la mano de su esposo en el posado del día apunta ya a género periodístico. Cuando en su aniversario como primera dama publica una foto de ella sola del brazo de un marine, se puede leer su malestar por el escándalo de Donald Trump y la actriz de cine porno Stormy Daniels. Y si en la visita de Estado del presidente de Francia, Emmanuel Macron, luce un sombrero blanco, no es que lo lleve, sino que está haciendo diplomacia a través de la moda. No se sabe cómo es, lo que piensa, si siente o si padece. Bella, hierática e inescrutable, puede llegar a parecer inerte. Es el reverso extremo de un presidente en erupción constante. Él está obsesionado con ese muro que quiere construir en la frontera con México. Melania ha levantado el suyo propio para protegerse del mundo.
Cuando esta semana preguntaron por ella a Brigitte Macron, nada más volver de su viaje por Washington, retrató a una mujer encerrada en una jaula de oro. Pese a las apariencias, dijo, Melania “es muy divertida”, también “inteligente y abierta”, pero “no puede hacer nada”. “No puede ni abrir una ventana de la Casa Blanca, no puede salir, está mucho más constreñida que yo. Yo salgo todos los días en París”, contó en una entrevista en Le Monde. La esposa del presidente francés justificó así su opacidad: “Todo es interpretado, o sobreinterpretado. Es alguien con una fuerte personalidad, pero se esfuerza en esconderlo. Se ríe con facilidad, de todo, pero lo muestra menos que yo”.
“Melanie se está ganando el respeto por lo que no dice y por lo que no hace”, afirma el historiador Doug Wead, experto en presidentes y familias
Nada de ese retrato fresco y alegre parece encajar con la mujer que aparece en los actos públicos junto a Trump. Melania Knauss (su apellido de soltera) nació hace 48 años en la antigua Yugoslavia. Emigró de joven a Nueva York para hacer carrera como modelo y conoció al magnate, una celebridad 24 años mayor que ella a quien nadie imaginaba algún día en la Casa Blanca. Difícilmente aquella joven eslovena. “No creo que Melania quisiera este trabajo y lo está haciendo de la mejor manera que puede. De forma inteligente, está desempeñando el papel de una primera dama extremadamente tradicional”, opina Kate Andersen Brower, autora de ‘First Women’, un libro sobre las esposas de los presidentes. “Se está ganando el respeto por lo que no dice y por lo que no hace”, afirma, por su parte, el historiador Doug Wead, autor de varios libros sobre presidentes y sus familias, entre ellos uno muy polémico sobre George W. Bush, porque se basó en conversaciones con el mandatario grabadas en secreto por el escritor.
La reciente muerte de la ex primera dama Barbara Bush ha servido estos días para recordar su carisma, su sentido del humor y, también, sus meteduras de pata. La matriarca de los Bush puso a su marido en aprietos con sus bases cuando opinó que los republicanos deberían suavizar su oposición al aborto o, años después de dejar la Casa Blanca, cuando su hijo George era presidente, quitó hierro a la desgracia del huracán Katrina al argumentar que algunos afectados vivían ya de por sí en una situación tan precaria que el desastre les podía salir a cuenta, al fin y al cabo, por las ayudas que recibirían. Tenía un humor socarrón, en su lecho de muerte, con su hijo presente, le dijo al médico: “¿Sabe por qué George salió así? Porque fumé y bebí cuando estaba embarazada”.
En el universo Melania no cabe ese talante ni esos deslices. La única acción que ha provocado rechazo notable en las redes sociales -y dio para algunos artículos- en este tiempo tuvo que ver con unos zapatos. Apareció subida a unos tacones de vértigo el pasado agosto cuando se dirigía a visitar a los afectados por el devastador huracán Harvey en Texas, lo que muchos vieron como un símbolo de desconexión de la realidad. Al bajar del avión, una vez en destino, ya calzaba unas zapatillas blancas. Y se acabó. Melania es menos popular entre los estadounidenses de lo que lo eran las primeras damas recientes durante las presidencias de sus maridos. El 54% la ve con buenos ojos, según el sondeo de Gallup, mientras que el apoyo que suscitaba Michelle Obama alcanzaba el 65%; el de Laura Bush, el 71% y Barbara Bush, 83%. Hasta Hillary Clinton, siempre en el ojo del huracán con la prensa, contaba con el 57%.
La causa por la que Melania se ha decantado es el acoso en redes sociales, lo que supone la madre de todas las paradojas con un Donald insultando
Esta primera visita de Estado del presidente de Francia, su prueba de fuego como anfitriona, ha transcurrido sin problemas, y ella ha brillado en silencio. La de primera dama es una figura ambigua y sin retribución, cuyas funciones no se han definido nunca oficialmente. En el origen, a la esposa del jefe del Estado solo le encomendaban las tareas de anfitriona en los actos de la Casa Blanca y con el tiempo se hizo norma que cada una se convirtiera en defensora de alguna causa social: Nancy Reagan eligió la lucha contras las drogas, por ejemplo, y Michelle Obama, la educación de las niñas y la dieta saludable. Algunas ejercieron este papel de forma muy política, como Clinton, que llevó a impulsar una reforma sanitaria que fracasó, o Rossalyn Carter, que asesoraba a su marido en toda suerte de asuntos políticos.
Para Andersen Brower, Melania “desempeña un papel de consuelo y empatía con la gente como no puede hacerlo su marido”. La causa por la que Melania se ha decantado es el acoso en redes sociales, lo que supone la madre de todas las paradojas, teniendo en cuenta que el presidente usa su cuenta de Twitter para insultar o señalar a sus detractores un día sí y otro también. En la práctica, en estos 16 meses de Gobierno no ha desarrollado una gran actividad relacionada con esta agenda, aunque en los actos en los que participa a solas con niños se le suele ver más relajada. Aparece entonces una mujer que lee los discursos con serenidad y muestra dulzura. Es en los únicos instantes en los que parece traspasar el muro. En un lado están las llamaradas de Trump y las noticias sobre su sombrero blanco, en el otro está ella con su hijo Barron. En las manifestaciones antitrump es habitual ver carteles con el lema ‘Liberad a Melania’.
‘¿Miedo o Meade?’, noticias falsas, medias verdades y medias mentiras que circulan por las redes sociales, verdadero campo de batalla
En un vídeo del gobernante PRI, aparece el candidato favorito para las presidenciales de México, Andrés Manuel López Obrador, de ‘Juntos Haremos Historia’, y en un montaje paralelo se intercalan frases suyas o promesas de campaña con imágenes de violencia en Venezuela. El final del spot oficial es: “Miedo o Meade”. En otro, no patrocinado, una mano anónima va dibujando las desgracias que acechan a México si el líder de Morena triunfa al tercer intento el próximo 1 de Julio: caída de la Bolsa, fuga de capitales, dólar por las nubes, cierre de las fronteras por Donald Trump, polarización en las calles, discordia, violencia, represión, crimen organizado, toque de queda, miedo, golpes de Estado, falta de medicinas, adiós a las pensiones, redadas, policía política y denuncias entre padres e hijos, una pesadilla casi nazi, que solo podrían impedir los ciudadanos votando en su contra. Hablando de Hitler, otro montaje, utilizando una famosa escena de la película El hundimiento (La caída, en México), presenta al Führer/AMLO enterándose por su staff del avance de José Antonio Meade en las encuestas: “Llamen a mis medios paleros, que saquen todos sus escándalos, inventen algo», grita López Obrador.
Ricardo Anaya, de ‘Por México al Frente’, segundo en los sondeos, es objeto más bien de burlas y de troleo en los vídeos, aunque llegó a decirse que tenía vínculos familiares con el actual presidente Peña Nieto, como le ocurre también a Meade, el tercero en liza. Por no hablar de las noticias falsas, medias verdades y medias mentiras que circulan por las redes, verdadero campo de batalla de estas presidenciales. En este clima tan exacerbado de lo que algunos llaman guerra sucia, en el que Venezuela es el mantra del negro futuro que se avecina si gana el candidato de Morena o los rusos, de lo que el propio López Obrador se ha reído, poniéndose una chamarra morada, el color de su formación, con la leyenda “Andrés Manuelovich”, el último ejemplo ha sido un tuit del periodista Ricardo Alemán. En el mensaje, instaba a los fans de Morena a matar al candidato como ya ocurrió con John Lennon o con Versace y fue apoyado por otro post del músico y compositor Elihu Gil que rezaba literalmente: “Tú tranquilo que somos muchos los que deseamos se le apliquen (sic) un Colosio (candidato del PRI asesinado en 1994) al populista ese”. Al primero le ha costado su puesto como columnista en varios medios como Televisa o Canal 11, al segundo no se sabe si seguidores, pero la pregunta es si la estrategia del miedo está dando los réditos deseados enuna elección histórica.
“Con Trump o el Brexit el discurso del miedo funcionó, en México las elecciones se juegan ahora en el terreno de la emoción”
Histórica no solo por el número de puestos de elección popular que están en juego (3.416), sino por las cifras de gasto de campaña. El tope de dispendio para los candidatos es de 429,6 millones de pesos, de los que Anaya ya ha utilizado el 32%, Meade el 16,90% y López Obrador, el 3,87%, según fuentes del Instituto Nacional Electoral (INE). En vista de estas cifras, parece que el dinero no les sale a cuenta a los contendientes porque no logran situarse como líderes frente al favorito a 50 días para la gran cita, que ha acaparado el 50% de la discusión en medios digitales la semana pasada, y sí como objetos de críticas al menos en las redes sociales mexicanas (más de 71 millones de usuarios) y en los sondeos, que siguen dando una ventaja de unos 10 puntos entre López Obrador y el siguiente en la carrera. La última, la de la consultora BSC para Reuters, le otorga un 42%, seguido de Anaya con un 33% y de Meade, con un 19%. Oraculus, el agregador de encuestas, sitúa a los indecisos en un 18% de la población, aunque otros estudios rebajan esa cifra a un 15%. “La guerra sucia no ha pegado hasta ahora”, dice Roy Campos, de la Consulta Mitofsky, una de las más prestigiosas del país. “El objetivo debería ser más bien el de todos contra López Obrador, la estrategia del voto útil que sí les podría funcionar a más largo plazo”, asegura Campos, que recuerda que este no es un fenómeno nuevo. “Ya se intentó hace 12 años, nunca han dejado en paz a López Obrador, pero ahora ha cambiado el contexto”, afirma y subraya que en su último estudio las preocupaciones de los mexicanos eran, por este orden, la economía, la inseguridad y la corrupción.
De la misma opinión es Javier Murillo, cofundador y director de la consultora Metrics Digital. “Más que guerra sucia, yo lo llamaría guerra sin cuartel. Hay más grupos que los otros cuatro contendientes que presionan a AMLO porque se ha convertido en el tema de la discusión. Todos están contra él porque es el puntero en las encuestas, aunque sin una estrategia coordinada, pero el fin es llegar a los indecisos en busca del voto útil y se monta con páginas contra él, unas son de branded content y otras, unbranded, es decir, que no se pueden rastrear”, dice Murillo, para quien este país está en una primavera mexicana. “Esta es una elección de cambio: López Obrador crece sistemáticamente y no baja. Él encarna el cambio”.
Sin embargo, como ha ocurrido en otras elecciones en Estados Unidos, en el Brexit del Reino Unido o en Colombia, Murillo no descarta que tras estas cifras no se esconda una sorpresa. “Ahora mismo hay una polarización en la calle. Hay un 15% de indecisos y cuatro tipos de audiencia: los antisistema, los pragmáticos, los conservadores y los sistémicos y cuatro segmentos de edad: los de 18 o 19 que son idealistas, los de 20 a 29, que son apáticos e indecisos, los de 30 a 49, que ya tienen algo que perder y podrían no votar a AMLO, y los mayores de 49, que ya lo tienen claro. Si los indecisos, entre 20 y 49, tienden al voto útil, puede haber sorpresas. Hay todavía mucho en juego”, asegura Murillo. “Parece difícil que la tendencia cambie, pero queda mucha campaña y podría alterarse, sobre todo por el número de indecisos. Una cosa es la campaña y otra el día que se deposita el voto en la urna”, dice un portavoz de la empresa española Sociológica Tres, especializada en análisis social y político. “En el caso de México puede haber diferencias culturales, pero se ha visto en los últimos tiempos que con fenómenos como Trump o el Brexit el discurso del miedo funcionó y en el caso de España con Podemos, también. Las elecciones se juegan ahora en el terreno de la emoción”.
“Ni López Obrador puede contra López Obrador”, la última esperanza de las élites reside en los ‘amigos’ y ‘seguidores’ de Facebook y Twitter
Se ha dicho que el mayor obstáculo que tiene en su camino Andrés Manuel López Obrador para llegar a ser presidente es el propio Andrés Manuel López Obrador. Sus frases ingeniosas y coloquiales tienen la virtud de convertirse en titulares de prensa y, en ocasiones, en dichos populares universalmente adoptados: “Ni Obama tiene uno así” o “corrido en terracería y sin aceite”, por ejemplo. Pero en otras ocasiones su desparpajo termina castigándolo. Aún ahora es imposible saber a ciencia cierta el daño que provocó en 2006 en vísperas electorales su exabrupto: “Cállate Chachalaca”, dirigido al entonces presidente Vicente Fox, que muchos ciudadanos consideraron excesivo. Los adversarios montaron una eficaz campaña para acusarlo de grosero y rijoso para con una institución, la Presidencia, a la que se debe un mínimo de respeto sin importar quien la ocupe (al margen de que quien la ocupaba hacía todo lo posible por tundir al entonces candidato del PRD).
“Doce años después, a menos de 50 días de la elección López Obrador lidera las encuestas de intención de voto por márgenes que fluctúan entre 12 y 18%, dependiendo de la casa encuestadora. Una ventaja que se ha mantenido prácticamente inalterable en los últimos meses a pesar de la inmensa batería de recursos empleados en su contra por la élite política y económica del país. La campaña de miedo y denuesto no ha funcionado, la guerra sucia en las redes no revierte tendencias y los candidatos designados para vencerle en las urnas no generan pasión entre los votantes. En estas últimas semanas, a las élites solo les queda encomendarse a un involuntario aliado: el propio Andrés Manuel. En los comederos elegantes del código postal 11000 (Las Lomas) se repite una y otra vez, como salmodio esperanzador, que López Obrador terminará disparándose al pie en la recta final, como lo ha hecho siempre…”, comenta Jorge Zepeda Patterson, autor de las novelas ‘Los Corruptores’, un relato policiaco que integra elementos de periodismo de investigación, y ‘Milena o el fémur más bello del mundo’, le hizo acreedor del Premio Planeta en España, por la denuncia los abusos de poder y el alma abierta de una mujer vejada, como tantas otras, en un mundo cada vez más globalizado. La belleza de Milena también fue su perdición…
Me pregunto si López Obrador ha llegado al punto en el que ya no está en condiciones de ser dañado ni siquiera por sí mismo. Los ataques del sistema en su contra simplemente confirman a sus simpatizantes que él es el candidato antisistema. Le basta captar el 40% de los votos para ser presidente (dado la fragmentado de la intención de voto) y ese 40% se ha transformado ya en un voto duro. Las campañas de miedo y difamación en contra del candidato impactan y polarizan a la mitad de la población que no va a votar por él y se encuentra cada vez más espantada (que si es un futuro Chávez o Maduro, que expropiará empresas…). Pero entre sus votantes tales campañas simplemente confirman que es el candidato que las cúpulas no quieren. Toda proporción guardada me recuerda el blindaje que alcanzó Donald Trump entre sus seguidores. El empresario llegó a decir “podría pararme en mitad de la Quinta Avenida y disparar a gente y no perdería votantes”; y muchos creímos que sus posibilidades de triunfo habían desaparecido cuando escuchamos el audio en el que Trump se mofaba de tocar los genitales de las competidoras de los concursos de belleza y salirse con la suya. No obstante, millones de mujeres terminaron votando por él. Entre Donald Trump y López Obrador hay un abismo de diferencia (en trayectoria, propuestas o calidad ética por decir lo menos), pero el comportamiento del electorado parecería tener algo en común: está galvanizado porque por encima de todo domina entre ellos el sentimiento de rechazo al sistema. En el caso de Trump un empresario de derechas proveniente del espectáculo y la especulación inmobiliaria; en el caso de López Obrador un luchador de izquierdas que empata con la exasperación y el desencanto de mucha gente. Donald Trump y Vladímir Putin declaran que serán respetuosos con la decisión de los mexicanos. Los dos tienen el móvil personal de Mark Zuckerberg en sus agendas secretas… Andrés Manuel López Obrador, AMLO, lo sabe.
@CancunBestiario