El cuento se puso mejor. Durante las últimas horas, los aspirantes del PRI a la gubernatura han sido objeto de todo: escamoteos, suplantaciones y burlas. La “guerra sucia”, infaltable aun cuando se insista en la unidad, se agrava conforme se acercan los informes. Suelen verse perjudicados los que se desbocan, aquellos que hicieron caso omiso al primer aviso divulgado por el secretario de Gobierno, Gabriel Mendicuti Loría, por instrucción del gobernador Roberto Borge Angulo: “Hay mucho por hacer (…) es una falta de respeto al Estado y al mandatario”, dijo entonces. Estamos viendo las consecuencias.
Algunos han mal interpretado posicionarse, fortalecer al líder y apuntalar su proyecto, con empezar una campaña abierta en tiempos prohibidos. Hay que decirlo: quienes menos aparecen, o saben aparecer, pueden ser los beneficiados a estas alturas. Porque las encuestas pesan, es un factor decisivo, y cuando alguien hostiga, no convence, por más consultas ciudadanas, propaganda, apariciones mediáticas o logros presente.
Así las cosas, el segundo aviso, esta vez en forma de “manotazo”, será durante el informe este 9 de septiembre. Será el momento para que el gobernador jale las riendas y exija no solo respeto, sino resultados, pues en la recta final de su administración deben cumplirse los pendientes. Ello consolidará la posición inmejorable del partido en el gobierno frente a una oposición maltrecha -pero no muerta-, a pocos meses de las elecciones de 2016.
El “manotazo” es ineludible por el escenario actual y porque los “suspirantes” desacataron la primera advertencia, aunque se les haya permitido mostrarse para conquistar espacios ajenos. Además, es ocasión ideal para que el jefe político “blinde” su figura y a los suyos; para fortalecerse en el último tramo, ratificando quién sigue mandando (en el partido y en el gobierno).
Los informes, sobre todo los del gobernador, suelen tener dos mensajes: el de los avances y logros, dirigidos a ciudadanos y a quienes debe responder; y el que está orientado a políticos, más en estos tiempos pre electorales, el cual va impregnado de pragmatismo y de fuerza. El primero es difundido ya con spots y boletines, mientras que el segundo es el que precisamente se replica en días posteriores con insistencia, dada su alta carga de realidad.
En la coyuntura actual, todos ansían el segundo; todos, incluidos los opositores, porque ese mensaje podría definir el futuro inmediato del proceso. Con base en esto, ajustarán sus estrategias quienes sientan que pueden y, quienes no, tras el informe pretenderán “colgar la hamaca”. Este mensaje también da luz al de los presidentes acerca de qué y cómo deben rendir el suyo. En los casos de los alcaldes con aspiraciones, con mayor razón.
Los indicadores favorecen a los priistas. Tanto el gobierno del estado como casi todas las administraciones municipales cuentan números alegres para exponer, más aun en obra pública, asunto siempre bien visto por los ciudadanos. Con esa perspectiva, la exhibición en los informes no requerirá grandes esfuerzos para convencer, menos si predomina una atmósfera de tranquilidad, con actos prudentes, seguros y certeros, como deben ser desde ahora.
Una pifia desbarataría toda una estrategia, meses de trabajo, gestiones, contactos y méritos. El carisma y los frutos del buen desempeño suelen relegarse cuando los errores cuestan más caro de lo normal. Ya lo hemos visto. Por lo mismo, los contendientes deben cuidar sus formas y no volverse locos. Este mes es clave, por lo del segundo aviso que seguramente se aplicará y por los informes en mención, pues representan una oportunidad imperdible para posicionarse mejor frente a los electores.
Los que ignoren los elementos en juego, pueden caer. Allá ellos. La falta de tino, la impericia y la arrogancia suelen preceder al fracaso.