Con la perdida vocación de formar cuadros políticos para darle oportunidad a los ciudadanos, los partidos políticos son clanes y tribus familiares
Los mismos rostros, desde hace décadas, se reparten el Poder, de espaldas a los ciudadanos
`Pre-Clarance´, una oficina migratoria de EEUU en Cancún; El gobierno de CJ gestiona esta posibilidad, para predocumentar aquí a esos visitantes
Los cambios en el gabinete de CJ, antes de 2018; Ya están listos relevos, enroques. Al final del texto algunos nombres…
CANCÚN, QUINTANA ROO (12 de diciembre).- La razón de establecer partidos políticos, aquí y en cualquier parte del mundo, fue la de contar con instituciones que formaran a los ciudadanos capaces de obtener y ejercer el Poder, precisamente con ese sentido solidario y de servicio. Así se logró, sino deshacerse, sí contener a las élites, a los intereses fácticos, a la monarquía que significaron pocas familias gobernando sempiternamente.
Fueron, los partidos, una vía democrática y democratizadora. Por eso entre sus funciones también estuvo el de la capacitación. Eran funcionales y necesarios sus escuelas de `cuadros´, sus fuerzas juveniles, sus institutos de investigación histórica, política, social. El PRI mantuvo largos años el Instituto de Estudios Políticos Económicos y Sociales (IEPES).
El PAN por su parte, mantuvo diversos institutos de investigación históricos, incluso tan avanzados que convivían y apuntaban al mismo objetivo, a pesar de que eran patrocinados por corrientes distintas de pensamiento dentro de ese partido.
Pero algo se torció.
Quintana Roo no es la excepción. Es un problema nacional, cuyos efectos y secuelas ya son visibles. Palpables.
Los partidos se sacudieron gradualmente de esa vocación y misión.
Sus dueños, en lo que se convirtieron los grupos cerrados, eliminaron esa funcionalidad. Los ciudadanos ya no ven a los institutos como una vía democratizadora. No tienen áreas de oportunidad ni cabida en un sistema escalafonario de militante.
A nivel nacional ya está visto. En el PRI se eligió unipersonalmente, es decir, por `dedazo´, a un `precandidato´, que se hará candidato automáticamente, y que representa, en forma además fidedigna, los intereses de la clase política, empresarial, que ha gobernado este país desde hace décadas. Sin pertenecer al PRI, José Antonio Meade, es la partícula precisa que une y hace funcionar a una poderosa maquinaria de intereses, recorriendo lo más duro del panismo y del priísmo, sin una línea clara divisoria.
Sin exagerar, conviven desde el delamadrismo, hasta el calderonismo, pasando obviamente por el salinismo y rematando con el foxismo. Sólo hay que echarle un vistazo a los nombres de todas esas épocas para darse cuenta de que perviven las mismas familias. Los troncos familiares, sus vasos comunicantes y los apellidos son los mismos.
De Andrés Manuel López Obrador y su Morena, se cuenta del echeverrismo hacia atrás, sin dejar de observar la natural inclusión de verdaderas aberraciones, como la del poblano Manuel Barlett, que le cerró la puerta a la primera corriente crítica del PRI en la persona de Cuahtémoc Cárdenas Solórzano.
En el PAN es simple. Un autocrático Ricardo Anaya logró imponerse a toda la pirámide de ese partido. Ningún cuadro nuevo, fresco, pudo emerger desde abajo, porque simplemente se cerró la puerta a todas las opciones distintas al multimillonario junior que se codea con la oligarquía del país desde su cuna.
Y así, la oferta de aspirantes políticos se parece más a una mesa de dominó, donde se revolvieron las fichas para entregarlas a manos distintas. Para seguir el mismo juego, entre los mismos jugadores. Una cúpula de miembros de un club del poder.
Desde la óptica de estos `nuevos´ partidos políticos, que funcionan como mafias u organizaciones tribales, familiares, no perciben la molestia ciudadana, el hartazgo, que causa ver los mismos rostros ir otra una y otra vez por los cargos políticos. En una espiral interminable.
Para repartirse el poder bajo el engaño del nuevo ciclo electoral.
Y en Quintana Roo no hace falta explicar que las cosas están exactamente igual. ¿O no?
Pre-clearance, una oficina migratoria de UE en Cancún
Los instrumentos legales ya están aprobados. Es decir, aquella añeja discusión sobre si se debe o no permitir a personal estadunidense desempeñarse en territorio nacional, con áreas vigiladas con guardias armados (más allá de embajadas y consulados), ya brincó la aprobación correspondiente en la legislación mexicana.
Una intención fundamental tiene que ver con el potencial turístico del país y la necesidad de aprovecharlo todavía más.
En este sentido, hoy se realizan intensas gestiones con la concesionaria del aeropuerto de Cancún, Aeropuertos del Sureste (Asur), a fin de que destinen un área importante para que el Servicio de Ciudadanía y Migración norteamericano, emplace aquí a personal que sea capaz admnistrativamente de pre-documentar a sus connacionales que viajan desde o hacia ese país.
Esto multiplicaría exponencialmente la capacidad de Cancún para recibir turistas nortamericanos que vuelen desde o hacia aeropuertos donde no hay oficinas migratorias.
Se calcula que más de cien ciudades, alejadas de los principales aeródromos de Estados Unidos, tendrían la opción de establecer de manera inmediata esas conexiones.
Este sistema se conoce como el “pre-clearance” (predocumentación de migración y aduana) de Estados Unidos en Cancún, tal y como si se realizara desde algún aeropuerto del país vecino, lo cual facilitaría los trámites para los visitantes.
Lo que hace falta aún es convencer a Asur de que también se beneficiará, porque hasta el momento su crecimiento lo enfoca más a locales comerciales.
Es una tarea en la que trabaja el gobierno de Carlos Joaquín González.
Los cambios en el gabinete, antes de 2018
Antes de que finalice el año, y es cuestión de semanas, el gabinete del gobernador Carlos Joaquín va a mostrar un rostro bien distinto.
Lo primer es dejar ir a los que se quieren ir.
Julián Ricalde dejará la Secretaría de Desarrollo Social e Indígena, para buscar la candidatura al Senador que dijo que no iba a buscar.
Jorge Portilla Mánica dejará la Secretaría de Infraestructura y Transporte, donde ya no ve lo duro si no lo `tupido´. Alguien más deberá aterrizar una inconclusa discusión para meter al orden el transporte, con Uber y los sindicatos de taxis como principales antagonistas.
También podría relevarse a una secretaria que se atrevió a `corregir´ al gobernador (hasta en tres ocasiones), en una gira por Estados Unidos, y que curiosamente no sabe hablar inglés, a pesar del cargo que ostenta.
Y si no se equivoca el oráculo de los tecleadores que escuchan a John Coltrane y Joaquín Sabina, Carlos Trigos Perdomo podría arribar al equipo de Sefiplan en un enroque.