En los últimos cinco años Bacalar se constituyó en el principal pivote del turismo en el sur del estado.
El crecimiento de su demanda como destino turístico a nivel nacional ha generado un producto para un mercado de alto poder adquisitivo que, entre otras cosas, propicia un mayor movimiento en el aeropuerto de Chetumal que nunca en su historia tuvo tantos vuelos como ahora.
Sin embargo, es apenas un embrión, un huevo que corre el riesgo de no terminar de desarrollarse por el fuerte impacto que tiene en materia ambiental por la falta de infraestructura y la oposición qué hay desde la llamada clase política a establecer mecanismos de protección.
Bacalar y Holbox son los dos iconos de destinos de bajo impacto para Quintana Roo, pero eso no quiere decir que no deban atenderse las consecuencias que trae consigo el desarrollo del tamaño que fuere.
En las últimas semanas se ha polemizado sobre el proyecto de crear un área protegida en Bacalar, para proteger la laguna y los humedales que la rodean.
Hay una fuerte oposición para ello. Incluso se ha tratado de politizar un asunto que se promueve desde hace tres años en esferas del gobierno federal.
Quienes tienen el poder económico y político en el sur del estado han tratado de usar la ignorancia de ejidatarios de la zona.
Pero entre todo resalta la incongruencia del presidente municipal Alexander Zetina, pues por un lado promueve la oposición al proyecto de creación del área protegida y por otro denuncia los riesgos de salud que corren los bañistas al introducirse a las aguas de la laguna de siete colores.
Afirma que la Laguna está llena de coliformes, debido a filtraciones de las fosas sépticas que se usan ante la falta de drenaje.
Según dijo, la Laguna también está contaminada por los químicos que se usan en los cultivos de comunidades cercanas.
Sin embargo, a pesar de ese conocimiento que tiene de la gravedad de la contaminación lagunar se opone a la creación del área protegida, pues cuenta con predios costeros que algunas restricciones podrían tener en su desarrollo con la creación del área protegida.
Incluso, se le ha acusado de rellenar zonas de la laguna para ganar espacio y se le ha criticado por desdeñar a los ambientalistas.
Justamente grupos como a los que pertenece Alexander Zetina promueven la oposición al Plan federal. Quienes se hicieron de predios en la zona aprovechando sus posiciones políticas son los mayores opositores a un plan que sí impondrían limitantes al uso del cuerpo lagunar, pero que ello no implica parar el desarrollo.
No entienden que la sustentabilidad no está reñida con el interés económico. Al parecer prefieren los beneficios inmediatos y pasajeros, sin importar lo que les depare a las siguientes generaciones.