Jorge González Durán.- Calderón contra Molinar
Ya es hora de que los asuntos públicos no se manejen en oscuros sótanos o en las alcantarillas del poder. No hay que esperar a que pasen los años y que los historiadores del mañana tengan que hurgar en archivos polvorientos o en memorias deslavadas por el tiempo.
Que todo se conozca. Que los ajustes de cuentas se hagan a la vista de todos, en las plazas públicas, allí donde la gente se reúne para conversar y para hacer de la vida un grato punto de encuentro.
Ya basta de ese cliché arcaico de que la “ropa sucia se lava en casa”. No. Ya es hora de que la ropa sucia se lave delante de todos, y que los espacios públicos se conviertan en un gran lavadero, es un gran escenario de dimes y diretes, que sea en la calle donde se confronten versiones y rumores.
Desde siempre, en nuestro país, como también sucede en otras tierras, los asuntos públicos se manejan como si fueran privados, y en ocasiones los privados, y hasta los íntimos, se convierten en materia de escándalo. En alguna ocasión Gabriel García Márquez afirmó que las personas tenemos tres vidas: la privada, la pública y la secreta.
Al común de los mortales nos importa la vida secreta de los hombres públicos. La pública y la privada son aburridas, previsibles.
Ya es hora que hablen los que tuvieron poder. Que los que privatizaron la política la vuelvan pública, que revelen el entresijo de negociaciones perversas y de tortuosas decisiones. Que todos se desnuden. Que no le tengan miedo a sus adiposidades; que salten las lonjas para solaz de los lectores.
En estos tiempos de desempleo atroz; de fatales imprevisiones; del mal manejo de la economía y de la estulticia política; lo único que nos puede divertir, solazar, distraer, son las memorias de los pillos, de los que han contribuido a colocar a México en el penoso cabús de las naciones.
Como dirían los antiguos pregoneros: Pásenle todos a ver el espectáculo de una clase política enana pero enriquecida hasta la insolencia.
Observe cómo se desnudan en una escena promiscua el expresidente Felipe Calderón y su antiguo contlapache Juan Molinar Horcasitas, el que encubrió el incendio de la guardería ABC.
Y en esta plazoleta de baratijas son muchos los que tienen algo que decir. Mario Villanueva, por ejemplo, le dijo a Ciro Gómez Leyva que escribe un libro donde dice su verdad. Que cuente su historia secreta. La no contada hasta ahora.