Cancún cumplió 48 años el 20 de abril. Los primeros caminos se abrieron en esa fecha según consigna la memoria de los pioneros, en cuya palma de las manos todavía se pueden leer las líneas del destino traicionado de esta ciudad.
Cancún es una ciudad que todavía puede contar de viva voz sus años fundacionales.
El amor es una palabra casi olvidada. Y cuando una palabra es relegada o se le da un uso desgastado por la rutina, pierde esplendor. El amor es una palabra que tiene todo el contenido de la vida. Pero ya es una moneda de uso corriente; es una moneda de cambio; que va de mano en mano bajo el signo del mercadeo, de la transacción banal, de la frivolidad y del macaneo.
El amor es vasto, abarca todos los aspectos de la vida comunitaria; y no se puede entender la esencia del ser humano sin la razón profunda del amor. Se avanza por amor; se cambia por amor; se ancla por amor; se vuela por amor. El amor es el núcleo de la vida, de su equilibrio, de su trascendencia, de su razón de ser.
Un amor que ya casi desapareció es el amor al terruño, el amor al lugar donde uno vive; donde uno trabaja, sueña, se desvela. El lugar donde tiene uno a sus amigos y a sus amores, porque el amor, para ser real, siempre debe ser plural, porque el amor singular es un acto de dos y ese no se dice, no se cuenta, no se revela, porque cuando existe es el mundo de la irrealidad. Un mundo raro, diría José Alfredo Jiménez.
Pero el amor a nuestra ciudad, disfrutar sus atardeceres, sufrir su vialidad; llevarla en el alma; sentirla más allá de las pasiones coyunturales, está desapareciendo.
Muchos de los problemas que ha padecido Cancún son por falta de amor. dividendos, como un hotel de paso, como una amante para presumir pero no para querer.
Nuestra ciudad ya no es cuna de sueños plácidos sino incubadora de ambiciones que se convierten en pesadillas.
Es pedestre trampolín político; es pedestal de esquizofrénicas vanidades.
Esta es una ciudad cuya dignidad ha sido lacerada en muchas ocasiones.
Y es que no hay nada más alejado del amor que la política, donde sólo imperan las relaciones de poder, la manipulación mediática, el engaño de los perfumes baratos en envases caros y la truculencia de un pragmatismo alejado de principios y valores.¿Cambiará este sombrío panorama?
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