DESTRIPACUENTOS Por Antonio Callejo
- Vivimos el proceso electoral más confuso, absurdo e insultante de la historia de Quintana Roo
- Los políticos y candidatos no pudieron interpretar el caso de la reelección. Y los tiempos de campaña son eternos, y el gasto altísimo
- Fiscal Miguel Ángel Pech, con eficiente labor en redes sociales; En la realidad es otra cosa, con una impunidad galopante
Cancún, Quintana Roo.- Si algo queda claro, es que la nueva legislación electoral es tan confusa, que ni siquiera los candidatos y los políticos en general la pueden interpretar. Los absurdos son numerosos y las dudas, por tanto, también abundantes.
Veamos:
La ley dice que los aspirantes a la reelección, en este caso los presidentes municipales (los primeros sujetos a esta posibilidad), deben separarse del cargo 90 días antes de las elecciones. Sin embargo, el espíritu de la ley es que cuenten con dos periodos consecutivos para poder concretar proyectos y programas de más largo alcance, en contraste con lo que podían hacer en sólo tres años.
Luego entonces, hubo interpretaciones diversas de esta legislación.
Juan Carrillo Padilla, presidente municipal de Isla Mujeres, es el único edil que no se separó del encargo para presentarse simultáneamente como candidato a reelegirse. Aún está por definirse qué conducta será necesaria para hacer campaña y gobernar al mismo tiempo.
Cristina Torres, presidenta municipal de Solidaridad, se separó definitivamente del cargo. Pidió una licencia definitiva, de manera que hará campaña oficial a partir del 15 de mayo, y se presentaría al cargo si gana las elecciones, pero a partir de septiembre entrante.
El caso más llamativo es el de la presidenta municipal de Puerto Morelos, Laura Fernández Piña. Con el objetivo de cumplir al pie de la letra la ley, pero también para no caer en una laguna que le impidiese seguir gobernando, echó mano de una estrategia más elaborada.
Pidió una licencia temporal para separarse del cargo, de manera que cumplió literalmente el pedido de separarse 90 días antes de la elección, pero luego de ese trámite solicitó regresar a su puesto, para seguirse desempeñando como presidenta municipal de Puerto Morelos.
Ella, al igual que Juan Carrillo, deberán interpretar lo mejor posible la ley para evitarse impugnaciones una vez que emprendan la campaña electoral, a partir del 15 de mayo entrante, porque al mismo tiempo serán presidentes municipales.
Como se ve, los diputados que elaboraron esta reforma electoral no dedicaron el tiempo suficiente para considerar todos los escenarios. Por tanto, hay diversas interpretaciones.
Y si para los políticos y los candidatos no queda claro lo que quisieron decir los legisladores, pues para los ciudadanos sencillamente está en chino lo que ocurre en el proceso.
Pero esos no son todos los absurdos.
Otro ejemplo de incongruencias y agravios a la sociedad, a los electores, está en los tiempos y topes de campañas.
Por un lado los candidatos a diputados federales tienen 90 días de campaña. Tres eternos meses para recorrer sus distritos, que contienen, más menos, 350 mil habitantes.
Por eso pasan y pasan los días y el amable lector, los votantes, ven repetidamente a los candidatos, en un desfile interminable, que acaba por aburrir profundamente a los electores, con la impresión de que están gastando innecesariamente.
En contraste profundo, los candidatos a presidentes municipales tienen 45 días de campaña, exactamente la mitad en comparación con los aspirantes a diputados federales.
En el caso del municipio de Benito Juárez, que tiene alrededor de un millón de habitantes, el tiempo de campaña es demasiado poco (es la mitad), si lo comparamos con los 90 días que les toca a los candidatos a diputados federales, con un tercio de electores en su demarcación.
Absurdo por donde se vea.
Pero eso no es todo.
En el proceso de selección de candidatos, hay un periodo que ahora se le conoce como `inter-campañas´. Esto es el lapso que tienen los partidos políticos para seleccionar a sus candidatos.
Se supone que ese periodo, el de `inter-campaña´, se dedicará únicamente a militantes y simpatizantes de cada instituto político. Los aspirantes pasan por filtros internos, para hacer una `criba´ que permita elegir a los mejores postulantes.
Y no debería ser un proceso para todos los electores.
Pero cada partido, cada político, encuentra la manera de saltarse esa limitante, para abrir ese trámite hasta convertirlo en una campaña abierta, invasiva y omnipresente.
Así, la `inter-campaña´ se añade a la campaña, y entonces los políticos aspirantes nunca acaban su trabajo proselitista, que se prolonga por un larguísimo periodo, metiéndose hasta la cocina de los ciudadanos.
Se supone que cada una de esas medidas tenían que ser una especie de limitante para disminuir el gasto de las campañas. Pero el mensaje es exactamente el contrario.
Y hasta allí con esa breve lista de absurdos, que nos demuestran que los políticos ven a los electores como si fuesen retrasados mentales. Cuando en los hechos, los que fueron incapaces de elaborar un marco regulatorio electoral fueron precisamente ellos. No pudieron hacer bien su trabajo.
Un fiscal de redes sociales
Aún antes de acceder al encargo, el Mtro. Miguel Ángel Pech Cen usaba las redes sociales con gran destreza. Desde allí apoyó fuertemente la campaña electoral del actual gobernador, Carlos Joaquín González.
Solía postear frases grandilocuentes para denunciar la corrupción de Roberto Borge.
“ASÍ O MÁS CLARO”, rubricaba en sus publicaciones.
Hoy en día, cada asunto polémico al que se enfrenta, lo litiga en sus redes sociales personales, simultáneamente con las de la FGE. Nadie puede negar que en el fiscal tiene un manejo eficiente de su responsabilidad y de su imagen, al menos en el `ciber-espacio´. En esas redes sociales.
Sin embargo, en la realidad el número de homicidios sin resolver, tiene un aumento inquietante. Así como las quejas por su desempeño al interior de la propia FGE. No se puede todo, dirían sus defensores.
@AntonioCallejo