Nadie puede ni debe excluirse de los problemas de seguridad que afectan a Quintana Roo, especialmente Cancún donde nunca antes se había registrado la violencia que vive desde hace año y medio.Resolver los problemas de seguridad no pasa por los colores partidistas de quienes gobiernan en todos los niveles.
Tiene que ver con la capacidad de los gobernantes, con la responsabilidad, la coordinación y la comunicación transversal que debe haber para atender ese y otros problemas.
La violencia afecta en menor y mayor medida a varias regiones del país donde gobiernan uno y otro partido político.
Se trata de un mal de todos que atienden unos cuantos, porque la mayoría prefiere caer en la omisión y volverse una carga en lugar de jalar la carreta.
En Quintana Roo el gobernador Carlos Joaquin González ha puesto de su parte, empujando la carreta junto con algunos presidentes municipales que ha demostrado capacidad y responsabilidad.
Pero también ha tenido que remar a contracorriente por la actitud de uno y otro presidente municipal incapaz e irresponsable.
En el actual proceso electoral los electores tendrán la oportunidad de ratificar a las autoridades que han demostrado capacidad y responsabilidad, pero también hacer a un lado a los omisos, incapaces e irresponsables que lo mejor que pueden hacer es abstenerse de presentarse a la reelección.
Se ha dicho siempre: solo la coordinación plena, institucional entre todos los niveles de gobierno puede garantizar resultados.
El Plan de seguridad de casi 3,000 millones de pesos del gobierno de Carlos Joaquin debe tener en los presidentes municipales a los mejores colaboradores.
De lo contrario las bondades del proyecto no podrán ser aprovechadas.
Aún cuando estamos en época electoral, lo peor que se puede hacer es politizar el problema.
El Gobernador así lo entiende y por eso ha vencido la tentación de intervenir en el proceso electoral, justamente para no contaminar el proceso.
Además, los órganos electorales fueron conformados en la anterior administración, de modo que no tiene influencia o ascendencia entre sus integrantes.
Es un contexto que nunca antes de había vivido en el estado y ello es garantía de imparcialidad.
La decisión de ratificar a presidentas y presidentes municipales capaces y responsables y de hacer a un lado a los omisos e incapaces queda estrictamente en manos de la sociedad.
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