Como observa el gran escritor ruso en ‘Los hermanos Karamazov’, estos jóvenes que matan en nombre del yihadismo y su ‘Guerra Santa’ contra Occidente no comprenden que a menudo es más fácil sacrificar la vida que consagrar, por ejemplo, cinco o seis años de su juventud al estudio de la ciencia, algo superior a sus fuerzas. Así era en la Rusia zarista, en el siglo XIX, y lo es hoy el mundo con un puñado de inmigrantes de origen musulmán instalados en EE UU o la Unión Europea, cuyo delito es vivir cómodamente en un universo que identifican febrilmente con el mal. Un ‘lobo solitario’, Sayfullo Saipov, un joven de 29 años de edad que trabajaba como chófer de Uber, invadió un carril bici en Manhattan, muy cerca de la Zona Cero, matando a ocho personas e hiriendo a una docena, algunos pudieran morir estos días. “Lo hice en nombre del Estado Islámico”, se justificó el asesino, originario de Uzbekistán y residente en Tampa (Florida).
El terrorismo volvió a golpear Nueva York, a escasamente dos manzanas de la zona cero. Esta vez el ataque tomó la forma de un atropello masivo con una camioneta. Hasta ocho personas fallecieron, entre ellas cinco argentinos y un ciudadano belga. Los servicios de emergencia cifraban en una docena los heridos en el incidente en el bajo Manhattan. El alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, lo calificó como un acto de pura cobardía y pidió a los vecinos que no se dejen intimidar. La cifra de fallecidos puede aún crecer, porque como dijo el comisario del cuerpo de bomberos, Daniel Nigro, algunos de los heridos están en situación crítica. La investigación, entre tanto, continúa y el FBI está liderando los trabajos. El atropello tuvo lugar en un carril bici entre West Street y Chambers Street, en el barrio de Tribeca, coincidiendo con la hora de salida de los colegios y en plena festividad de Halloween.
El autor del atropello fue identificado tres horas después como Sayfullo Saipov, un joven de 29 años de edad que trabajaba como chófer de Uber. Conducía un vehículo que había alquilado en un centro de Home Depot, en Nueva Jersey. A su paso chocó con un autobús escolar, en el que dos adultos y dos niños resultados heridos. El sospechoso, de acuerdo con los testigos, llevaba dos armas en las manos. Una resultó ser después una pistola que lanza bolas de pintura. Se ha hallado una nota en el coche en la que decía haber actuado en nombre del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés). El grupo terrorista no ha asumido por el momento el ataque.
Los agentes de policía le redujeron, tras dispararle varias veces al salir del vehículo. “Se escucharon como seis tiros”, comentó tras el incidente Rubén Cabrera, que se encontraba sobre el paso elevado que cruza la West Side Highway cuando sucedió el incidente. El estudiante no podía ocultar su conmoción tras lo sucedido, después de ver varios cuerpos tendidos sobre el carril bici por el que entró la camioneta.
Saipov, originario de Uzbekistán y residente en Tampa (Florida), fue trasladado a un centro médico con un disparo en el abdomen, explicó el comisario de la policía, James O´Neill, sin facilitar más detalles sobre su estado. Fuentes de las fuerzas de seguridad, citadas por medios locales, señalaron que bajó de la camioneta al grito de “Allahu Akbar” (Dios es el más grande, en árabe). El responsable de la Policía de Nueva York (NYPD) no confirmó este extremo aunque sí se utiliza como base en la investigación. El Ministerio de Exteriores argentino, Jorge Marcelo Faurie, ha identificado a las víctimas mortales como Hernán Diego Mendoza, Diego Enrique Angelini, Alejandro Damián Pagnucco, Ariel Erlij y Hernán Ferruchi.
“Primer ataque terrorista con víctimas mortales desde el 11-S. Es una nueva táctica, un solo individuo se propone causar muerte”
El alcalde, Bill de Blasio, trató de lanzar un mensaje de calma participando después en el desfile de Halloween y pidió las vecinos que este tipo de actos violentos “no rompan el espíritu” de la ciudad ni se dejen intimidar. Sí pidió a los neoyorquinos que estén vigilantes. “Si ves algo, dilo”, dijo parafraseando el mensaje que las autoridades locales repiten a modo de prevención. El gobernador, Andrew Cuomo, dijo por su parte que se trata de un “lobo solitario”. Se trata del primer ataque terrorista con víctimas mortales desde el 11-S. “Es una nueva táctica”, explicó, “con la que un solo individuo se propone causar dolor y daño y probablemente muerte”. El demócrata neoyorquino aprovechó la ocasión para pedir que se refuercen las medidas de seguridad y la presencia policial en los puntos sensibles de la ciudad de los rascacielos. “No es porque tengamos evidencias de una amenaza es más por precaución”, añadió.
Bob Townly, uno de los responsables del colegio público Independence, situado a una manzana de incidente, contó que “era un momento muy concurrido” en la zona. Muchos niños salieron antes de clase para disfrazarse e ir a por caramelos. Frente a las puertas del centro educativo se agruparon decenas de padres durante dos horas largas, que esperaban la luz verde para poder recoger a sus hijos de las clases de la tarde. El acto terrorista tiene lugar, además, a una semana de que se celebren las elecciones locales, en la que el alcalde demócrata se presenta a la reválida. La ciudad de Nueva York está en alerta permanente desde el fatídico 11-S, hace 16 años. La mayor metrópoli de Estados Unidos es, además, un símbolo internacional de libertad y democracia. “Debemos estar orgullosos de ello y eso nos convierte también en objetivo”, valoró Cuomo, “no debemos cambiar”.
La Casa Blanca informó por su parte que el presidente Donald Trump, neoyorquino, estaba siendo informado de todos los detalles de la investigación. El mandatario acudió a las redes sociales para volver a defender su política de control de la inmigración, “para no permitir al Estados Islámico que vuelva o entre en nuestro país tras ser derrotados en Oriente Medio y por todo el mundo. Suficiente”. Ni el FBI ni los investigadores de la NYPD atribuyeron la autoría a un miembro del ISIS, aunque encontraron una nota en la caminoneta expresando su lealtad. El expresidente Bill Clinton pidió, por su parte, que se vean estos ataques como lo que son, “un intento de sembrar el miedo”. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, así como el de España, Mariano Rajoy, y la Casa Real acudieron también a las redes sociales para solidarizarse con Nueva York y las víctimas.
Abu Bakr al-Baghdadi eligió el nombre de guerra del primero de los califas ortodoxos del Islam, suegro de Mahoma
Abu Bakr al-Baghdadi es el autoproclamado califa de ISIS, tiene 45 años y nació en la ciudad de Samarra, en la orilla oriental del río Tigris, en Irak. El líder terrorista se autoproclamó nuevo califa de todos los musulmanes, exigiendo obediencia a los musulmanes de todo el mundo. Eligió el nombre de guerra Abu Bakr al-Siddiq, el primer califa del Islam, suegro de Mahoma, y a su vez el iniciador de la serie llamada de los califas ortodoxos. La revista estadounidense Time lo considera el hombre más peligroso del mundo, y el diario francés Le Monde como sucesor de Osama Bin Laden. El diario británico The Guardian lo comparó con el pastor Jim Jones, que condujo a casi mil de sus seguidores a un suicidio colectivo en Guyana en 1978. El Departamento de Estado de los Estados Unidos ofrece una recompensa de 10 millones de dólares por información viable que lleve a su captura o muerte. Lo supera en la lista de los terroristas más buscados el líder de Al Qaeda, Aymán al-Zawahirí. En noviembre de 2014, la revista Forbes lo incluyó por primera vez en el listado de las personas más poderosas del mundo, ocupando el puesto 54.
Más de tres años después de irrumpir en la guerra siria, tras la proclamación del califato desde la ciudad iraquí de Mosul, el ‘Estado Islámico’ (ISIS, en inglés) ha transitado de inspirar ideológicamente a ‘lobos solitarios’. Cuenta el exyihadista danés Morten Storm (‘Mi vida en Al Qaeda’, Ediciones Península) que a finales de los noventa conoció a un tal Zacarias Moussaoui en Brixton (Londres). Moussaoui, un francés especialmente beligerante, ya había pasado por un campo de entrenamiento en Afganistán. Un mes antes del 11-S fue detenido por un delito de inmigración. Poco después se supo que formaba parte de la célula que perpetró los ataques en el corazón de EE UU. Moussaoui era y es el paradigma de lo que la red de Bin Laden logró atraer a su seno: un joven radicalizado, entrenado en sus filas y dispuesto finalmente en células para atacar en Occidente.
Este es el patrón que ha seguido el ISIS y ha consumado en los últimos meses: ha transitado de inspirar voluntariamente ataques de lobos solitarios en territorio extranjero a formar células operativas al estilo de Al Qaeda. Con dos matices que hacen del grupo yihadista una amenaza mayor: el gran número de integrantes del ISIS (alrededor de 31.500, de los que el 80% son extranjeros), muy superior al que pudo soñar Al Qaeda, y su juventud y, por tanto, presumible largo recorrido. “Lo que más desconcierta sobre los ataques de París”, apuntó en un análisis Martin Reardon, veterano del FBI y miembro del think tank The Soufan Group, “es que además de estar claramente bien planeados y coordinados, su ejecución fue simple y [requirió] poca tecnología”. Esa ha sido la táctica seguida por las células vinculadas a Al Qaeda. Pero París no ha sido la primera muestra de esta forma de atentar. En unos términos similares a los usados para los ataques en la capital francesa, el ISIS reclamó la autoría de la matanza en Bruselas.
Los ataques en el teatro Bataclan de París y en Saint-Denis, cometidos el 13 de noviembre del 2015, el 11-S de ISIS en la Unión Europea
La activación de sus células operativas, no obstante, no es el único elemento que eleva la alerta por amenaza de atentados coordinados en cualquier punto del planeta bajo la firma del ISIS. Al Qaeda logró hacerlo a finales de los noventa con el doble ataque a las embajadas estadounidenses de las capitales africanas Nairobi y Dar el Salam. La reacción de las cancillerías y la guerra al terror -en términos de Washington- tuvo que aguardar al mayor ataque vivido por Occidente de manos de Al Qaeda: el 11-S. Para la mayoría de analistas, no tanto el asalto de la redacción del semanario francés Charlie Hebdo, sino los ataques cuando estaba acabando el pasado año, son el 11-S del ISIS.
Los atentados de París de noviembre de 2015 fueron varios ataques terroristas cometidos en la noche del 13 de noviembre de 2015 en la capital francesa y su suburbio de Saint-Denis, perpetrados en su mayoría por atacantes suicidas en los que murieron 137 personas y otras 415 resultaron heridas. Un tiroteo en el restaurante Petit Cambodge, en el X Distrito de París, se saldó con al menos cuatro muertos. Un segundo tiroteo tuvo lugar en el teatro Bataclan, en el XI Distrito de París, con al menos 100 rehenes. En una brasserie cercana al Estadio de Francia, una explosión dejó al menos 10 muertos o heridos. La autoría de los ataques fue reivindicada por la organización yihadista ISIS.
El presidente de la República, François Hollande, se encontraba en el palco del Estadio de Francia con el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, para ver el partido de fútbol amistoso entre la selección francesa y la alemana. Hollande y Steinmeier fueron evacuados por personal del lugar. El presidente francés se dirigió al Ministerio del Interior para presidir un gabinete de crisis.
La yihad terrorista individual está en las sociedades occidentales, donde temen un incremento de este tipo de acciones
La yihad terrorista individual es una expresión de la amenaza terrorista característica de las sociedades occidentales. Su última manifestación parece haber tenido lugar en pleno Manhattan esta semana del Halloween y Día de Muertos. Esta modalidad de terrorismo, si de ello se tratara, remite a un replanteamiento de la estrategia del yihadismo global tras el 11-S especialmente elaborado por Mustafa Setmarian, conocido como Abu Musab al Suri, ciudadano español de origen sirio que en 1994 contribuyó a fundar una célula de Al Qaeda en el país ibérico, fue detenido en Pakistán en 2005 y excarcelado en Siria a finales de 2011.
En 2004 Setmarian divulgó en foros yihadistas de Internet su ‘Llamada a la Resistencia Islámica Global’, donde sostiene que la yihad de Frentes Abiertos -como lo son en estos momentos Afganistán, Pakistán, Irak, Siria, Yemen, Libia o Nigeria- es “fundamental para hacerse con un territorio y establecer la ley islámica”, pero debe complementarse con una yihad terrorista individual, fuera de esos Frentes Abiertos, “fundamental para agotar al enemigo y hacer que colapse y se retire”. Así, la yihad terrorista individual “ayuda y apoya” a la de los Frentes Abiertos. Pero el objetivo del proyecto yihadista es la victoria sobre cualesquiera enemigos en estos Frentes Abiertos.
En los países occidentales en general y en los europeos en particular se teme que los atentados relacionados con la yihad terrorista individual, en conjunto relativamente escasos hace apenas cinco años, estén incrementando su frecuencia. Ello obedecería a una serie de factores, entre los que cabe subrayar cuatro. En primer lugar, los reiterados llamamientos a jóvenes musulmanes residentes en países occidentales, para que atenten por su cuenta, que vienen haciendo, a través no las mezquinas y medersas sino por las redes sociales, Al Qaeda como estructura terrorista global y más recientemente el denominado ‘Estado Islámico’.
En segundo lugar, obedece a los elevados niveles de movilización yihadista que desde 2012 registran numerosas sociedades occidentales y especialmente europeas. Esta circunstancia incrementa la probabilidad de que aquellos llamamientos consigan su propósito. Bélgica, Francia o Dinamarca se encuentran especialmente afectados por dicha movilización yihadista. En tercer lugar ocurre que, dado lo anterior, cada nuevo incidente implica un serio riesgo de emulación por otros individuos y en nuevos países. Un cuarto factor se refiere a la aparente facilidad con la que estos terroristas consiguen sus armas.
Al Qaeda o el ISIS encuentran obstáculos para atentados altamente letales, esto explica su instigación de la yihad terrorista individual
Fernando Reinares, investigador en el Real Instituto Elcano de Madrid, y profesor de las universidades Rey Juan Carlos de España y Georgetown de Estados Unidos, en un artículo publicado en la web del centro de estudios geoestratégicos, recalca que a menudo, se aduce que es muy difícil detectar a estos yihadistas individuales, pero la realidad es que, cada vez que perpetran un atentado, se revela que eran conocidos por los servicios antiterroristas de su país. “En otro sentido, aun cuando los obstáculos que Al Qaeda o el ISIS encuentran para planificar y preparar atentados espectaculares y altamente letales explican en parte su instigación de la yihad terrorista individual en nuestras sociedades, conviene no olvidar que esas organizaciones yihadistas siguen siendo fuente directa de amenaza terrorista”.
La guerra contra el terror desencadenada por George W. Bush a raíz del brutal atentado de Al Qaeda contra las Torres Gemelas no ha resuelto el problema de seguridad en las sociedades democráticas de Occidente y lo ha agravado en el mundo araboislámico que se extiende del Índico al Atlántico. La intervención militar estadounidense en Afganistán, avalada por la comunidad internacional, y en Irak, basada en mentiras y pruebas falsas, con un coste de vidas civiles muy superior al de las causadas en la Gran Manzana, ha dado como resultado la creación de dos Estados fallidos, envueltos en sangrientas rivalidades tribales y sectarias, mientras que el número de países que sirven de santuario a los combatientes de la yihad abarca hoy tanto a Pakistán y Yemen, como a Somalia y El Sáhara.
Paralelamente, las frustradas juventudes árabes hallan un punto de referencia en la defensa del pueblo sirio, alzado contra el déspota que se sirve de toda clase de armas letales contra su propia población. Allí también el yihadismo encuentra su caldo de cultivo y musulmanes criados en Europa y Norteamérica acuden a defender una causa justa para radicalizarse en contacto con los integrantes de Al Qaeda y asumir su mesianismo suicida. Como declaraba un brigadista voluntario al corresponsal de Le Monde: “Mis amigos y yo hemos venido a Damasco para morir. Tras madura reflexión hemos llegado a la conclusión de que hay que luchar aquí y de que no veremos el final de la guerra. Y, como mártires, iremos directamente al paraíso”.
Los atentados perpetrados en los últimos meses y años no responden a dicho esquema: no son obra de grupos más o menos coordinados con la internacional yihadista que patrocinó Bin Laden, sino individuos aislados, los llamados ‘lobos solitarios’, difícilmente detectables por los servicios secretos especializados en la lucha antiterrorista. Ya sean chechenos, nigerianos o magrebíes, presentan un perfil identitario que no cuadra en los arquetipos habituales del extremismo suicida.
No hay voluntad de inmolación en nombre de la causa y se trata de jóvenes aparentemente adaptados a los modos de vida del país en que residen: visten chándal y calzan zapatillas deportivas, salen con chicas, son forofos del Tottenham o del Paris Saint-Germain, frecuentan los bares, se toman unas cervezas con sus amigos. Familiares, vecinos y conocidos expresan su estupor: dicen que eran absolutamente normales y parecían bien integrados. Nadie se explica el súbito cambio: su conversión al islamismo radical y el paso a un tipo de acción tanto más absurdo cuanto no se produce en un contexto de violencia, que explicaría su extravío. Los autores del atentado de Boston no lo cometieron en Rusia para vengarse del aplastamiento sañudo de la rebelión chechena y de la tiranía del actual virrey de Putin, Ramzan Kadírov, sino en el país que había acogido a su familia, y nada tiene que ver con el conflicto del Cáucaso.
Todos visitaban mezquitas de prédicas salafistas y exhibiciones de vídeos sobre Afganistán y Siria, ensalzando el martirio
Lo mismo puede decirse del asesinato del soldado inglés Lee Rigdy por dos nigerianos de origen cristiano convertidos al islam o de la sangrienta correría de Mohamed Merah en Toulouse y Montauban. Único denominador común: todos habían comenzado a visitar asiduamente mezquitas conocidas por sus prédicas salafista y a visionar vídeos sobre Afganistán y Siria en los que se ensalza el martirio y la guerra santa. Editorialistas, politólogos y psiquiatras discuten y se esfuerzan en explicarnos esta nueva forma de lumpen terrorismo o terrorismo de individuos aislados invocando el consabido lavado de cerebro de sus autores por las arengas de imanes extremistas. Interpretación válida pero insuficiente en la medida en que no penetra en las interioridades de quienes, como en la sociedad rusa del siglo XIX, se sienten imantados y repelidos a un tiempo por los modos de vida de Occidente, como expuso Fiódor Dostoievski de forma magistral.
Los personajes de sus novelas son, en efecto, seres apasionados que oscilan entre la tradicional creencia religiosa y el nihilismo, pecan contra la doctrina inculcada en su infancia, juran enmendarse, recaen y se proclaman dispuestos a morir por la fe. Libro tras libro les vemos atravesar todo tipo de dudas y contradicciones y, tras amoldarse a las normas de la sociedad zarista, achacan todos los males de esta al influjo maligno de la cultura europea, para arrojarse a continuación, escribe el gran novelista, “en brazos del suelo natal, de la tierra nativa, y como niños asustados por fantasmas, se refugian en el seno amortecido de su madre para dormir en paz y huir de las visiones que les atormentan”.
Para entender el porqué de los ‘lobos solitarios’ nada mejor las páginas de “La casa de los muertos’, ‘Crimen y castigo’ o ‘Los endemoniados’
La mala conciencia de haber escapado de una suerte mísera, ayer de la servidumbre cruel de los mújics, hoy de la de sus hermanos sirios o afganos, les impulsa a atribuir la culpa de las desdichas de los suyos a la sociedad en la que se han instalado. Su existencia a salvo de aquellas se convierte en una autoacusación. Las imágenes colgadas en la Red con los atropellos del Ejército estadounidense en Irak o Afganistán, la exaltación del martirio, la estampa gloriosa de los combatientes con un Kalásnikov al hombro hacen el resto. A falta de una inmolación en Damasco o Alepo, el remedio casero. Su novato pero fervoroso salafismo se convierte en una chapucera aunque mortífera simulación de la yihad.
“Como observa Dostoievski en ‘Los hermanos Karamazov’, estos jóvenes no comprenden que a menudo es bien fácil sacrificar la vida mientras que consagrar, por ejemplo, cinco o seis años de su juventud al estudio de la ciencia es algo superior a sus fuerzas. Así era en la Rusia zarista y lo es hoy con un puñado de inmigrantes de origen musulmán instalados en Europa o Norteamérica, cuyo delito es vivir cómodamente en un universo que identifican febrilmente con el mal. Para entender el porqué de los ‘lobos solitarios’ nada mejor que asomarse a las páginas de “La casa de los muertos’, ‘Crimen y castigo’ o ‘Los endemoniados’. ¿Sería mucho pedir a nuestros expertos en la lucha contra el terrorismo que dedicasen unas horas a su provechosa lectura?
La tozuda realidad de que EE UU es el país del mundo con más armas de fuego per cápita y también el país desarrollado con más violencia armada
La matanza homófoba de Orlando se calificó en seguida como el peor ataque terrorista en suelo estadounidense desde el 11 de septiembre de 2001 y el peor ataque con armas en la historia de Estados Unidos. El debate se movió entre estos dos argumentos. Uno, la tozuda realidad de que EE UU es el país del mundo con más armas de fuego per cápita y también el país desarrollado con más violencia armada. Y dos, la posibilidad de que residan ciudadanos estadounidenses simpatizantes del terrorismo yihadista, dispuestos a perpetrar atentados más o menos inspirados por el ‘Estado Islámico’ o ISIS.
El miedo es la confluencia, perfecta y letal, de los dos fenómenos citados. Pocos países ofrecen tantas armas, más de 300 millones, y de tan fácil acceso -consagrado en la Constitución, según la interpretación vigente- como Estados Unidos. Además, está en guerra contra el ISIS y es uno de los enemigos históricos del yihadismo. En los últimos meses, las derrotas en sus feudos de Siria e Irak han llevado al ISIS a intentar expandir la guerra a los países occidentales. Después de los atentados de 2001, en que murieron unos 3.000 estadounidenses, la entrada a EE UU de extranjeros se ha hecho mucho más difícil. Un ataque como el de las Torres Gemelas y el Pentágono, con una multitud de terroristas infiltrados y con una logística que requirió años de elaborada preparación, difícilmente se repetirá. Los escenarios apocalípticos de ataques con armas biológicas o pequeños artefactos nucleares tampoco se han cumplido. Se ha dicho que el próximo ataque lo perpetrará alguien que ya viva legalmente en EE UU y con una tecnología más rudimentaria como un rifle o una pistola.
El homicida llegó a EE UU en 2010. En los archivos policiales solo aparece que cometió un par de infracciones de tráfico
El autor del atentado de este martes en Nueva York se llama Sayfullo Habibullaevic Saipov. Es de Uzbekistán, tiene 29 años y llegó a Estados Unidos en 2010, cuando tenía 22 años. Es residente legal y trabajaba como conductor de Uber, según ha confirmado la compañía en un comunicado en el que se declara “horrorizada” por lo ocurrido. Saipov pasó la revisión que hace la empresa de los antecedentes de sus conductores. En su expediente policial en estos siete años en EE UU constan al menos dos infracciones de tráfico. A falta de más información sobre el atentado, los indicios apuntan a que se podría tratar de un lobo solitario, un terrorista aislado. Durante el ataque gritó “¡Alá es grande!”. Según la cadena CNN el autor del ataque dejó una nota en el vehículo en la que juraba lealtad al Estado Islámico (ISIS), aunque la organización terrorista no ha reivindicado el atentado y las autoridades estadounidenses no han dado cuenta de conexión alguna entre el ISIS y Saipov.
Saipov se encuentra hospitalizado bajo custodia policial. Está en estado crítico pero el pronóstico es que sobrevivirá. Resultó herido de bala en el estómago por un agente de la policía de Nueva York tras haber embestido y asesinado con una furgoneta a ocho personas y dejado al menos a otras 12 heridas. Al salir de la furgoneta portaba dos armas de mentira. Tiene un carné de conducir de Florida y dirección registrada en este Estado en la ciudad de Tampa. Sin embargo el portal NJ.com del Estado de Nueva Jersey, vecino de Nueva York, informa de que residía desde hace unos meses en la ciudad de Paterson (Nueva Jersey), donde la policía ha encontrado tras el atentado un vehículo suyo con matrícula de Florida y ha rodeado una mezquita.
El New York Post cita el testimonio –anónimo– del encargado de un supermercado en Paterson que dijo que Saipov era cliente suyo y tenía mal carácter. Abroncaba a las cajeras, les decía que no tenían ninguna formación y se quejaba siempre del precio del refresco que compraba, Canada Dry Ginger Ale. Uzbekistán, país de origen de Saipov, es una exrepública soviética de Asia Central con 33 millones de habitantes de mayoría musulmana y estado laico. No es uno de los países musulmanes a los que EE UU, por orden de su presidente Donald Trump, ha incluido en una lista que pretende vetar la entrada a territorio estadounidense de sus ciudadanos por razones de seguridad nacional ante el terrorismo, disposición que ha sido paralizada en los tribunales por violar el derecho a la libertad religiosa.
El terrorista “iba andando como si no hubiera hecho nada”. Los testigos vieron al sospechoso bajarse de la furgoneta y salir andando
Era la hora de la salida del colegio en el día de Halloween. Los niños disfrazados. Había tráfico. Debajo del puente peatonal en la esquina de West Street con Chambers, al suroeste de Manhattan, un autobús colegial era embestido poco después de las tres de la tarde. Se trataba de una camioneta que venía de arrollar al menos a 20 personas en un carril bici en lo que las autoridades investigan como un ataque terrorista, el primero de este tipo en Nueva York, después de que se hayan vivido otros similares en Londres o Barcelona.
En la zona se encontraba Roberto Crivello, que llevaba dos horas esperando a su hija de siete años, que está en el interior del colegio público Independence, uno de los más reconocidos en la ciudad. “Asusta que pase esto tan cerca del colegio de mi hija”, comentaba a los periodistas. Tawhid Kabir, estudiante, se encontraba sobre el puente que cruza la West Side Highway en el momento del suceso. En esa esquina, además del colegio Independence se encuentra el instituto Stuyvesant, uno de los más exclusivos de Manhattan, cuyos alumnos también estaban saliendo en ese momento. Kabir, decía que vio al conductor por la calle como si anduviera perdido y que llevaba dos cosas en la mano que parecían armas.
Después, se oyeron los disparos. En las primeras horas no estaba claro si los disparos citados por los testigos eran del presunto terrorista o de la policía. Otro testigo, Mohamed Hamza Mazhar, coincidía en que “el autor del atropello iba andando como si no hubiera hecho nada. En la mano izquierda llevaba algo que se parecía a un arma. Fue algo chocante”.
El relato de los transeúntes da muestras del pánico que se vivió. Otro testigo afirmó al canal local NY1 que vio al sospechoso corriendo alrededor de una intersección, escuchó cinco o seis disparos y vio a unos “100 policías” ocupar los alrededores. “Vi que tenía algo en su mano, pero no sabía lo que era. Dijeron que era una pistola. La policía le disparó, todo el mundo empezó a correr y se convirtió en una locura. Miré de nuevo y el tipo ya estaba en el suelo”, explicó. Las fotos y videos del terror empezaron a aparecer en las redes sociales inmediatamente. Al principio, bicicletas torcidas. Luego, los cuerpos. Por último, la detención en directo de un hombre que ha sido identificado como Sayfullo Saipov, de 29 años. La policía, las ambulancias y las cámaras se juntaban con los padres que acudían a recoger a sus hijos. Bob Townly, responsable del programa de la tarde en el colegio público Independence daba explicaciones a los padres sobre cómo sería el proceso de recogida de los niños. “Lamentablemente, hemos tenido que hacer esto en otras ocasiones”, decía, en referencia a los atentados del 11 de septiembre de 2001, que traumatizaron a esta ciudad y con los que empezó la época del terror global.
Dostoievski y los ‘lobos solitarios’, el lumpen terrorista perturba la fiesta de Halloween en Nueva York. Como observa el gran escritor ruso en ‘Los hermanos Karamazov’, estos jóvenes que matan en nombre del yihadismo y su ‘Guerra Santa’ contra Occidente no comprenden que a menudo es más fácil sacrificar la vida que consagrar, por ejemplo, cinco o seis años de su juventud al estudio de la ciencia, algo superior a sus fuerzas. Así era en la Rusia zarista, en el siglo XIX, y lo es hoy el mundo con un puñado de inmigrantes de origen musulmán instalados en EE UU o la Unión Europea, cuyo delito es vivir cómodamente en un universo que identifican febrilmente con el mal. Un ‘lobo solitario’, Sayfullo Saipov, un joven de 29 años de edad que trabajaba como chófer de Uber, invadió un carril bici en Manhattan, muy cerca de la Zona Cero, matando a ocho personas e hiriendo a una docena, algunos pudieran morir estos días. “Lo hice en nombre del Estado Islámico”, se justificó el asesino, originario de Uzbekistán y residente en Tampa (Florida).