Ningún gobernante puede solo: todos necesitan de hombres y mujeres para desarrollar eso que llaman gobernanza. En Quintana Roo no son pocos quienes juegan ese rol y han sido pieza clave; primero, para estabilizar el caos heredado, y segundo, para consolidar los logros significativos.
Uno de los más cercanos al gobernador Carlos Joaquín González es Juan Carlos Pereyra Escudero, quien ha mostrado un protagonismo como nunca durante las últimas semanas, quizás más obligado por las circunstancias (como coordinador de campaña del presidenciable panista Ricardo Anaya), que por su afán de exponerse al escenario.
Y es que muchos se preguntan: “¿Y dónde estuvo?” Pereyra siempre estuvo allí, en el círculo más íntimo, sólo que ahora se conocen con exactitud sus alcances como tejedor de los acuerdos más estratégicos.
Fue secretario particular del hoy mandatario estatal cuando éste fue presidente municipal de Solidaridad (2005), y desde entonces se convirtió en el de confianza. Después fue director de Atención y Participación Ciudadana (2007), regidor (2008-2011), diputado local (2011-2013) y finalmente secretario de Gobierno (2013-2016).
No se conocen los pormenores de esas gestiones; por su calibre, seguramente quedarán en el ámbito de la política confidencial. Pero debe recordarse que por eso mismo fue “blanco” favorito de quienes entonces condenaban a quien reconociera públicamente ser joaquinista. Y Pereyra lo sostuvo ante todos.
Esa entereza le permitió salir bien librado de una de las épocas más turbulentas. Por los acuerdos, compitió y ganó otra vez para integrar la XVI Legislatura (2016-2019), donde operó hasta antes de solicitar licencia asuntos impostergables para el régimen.
Hay otras personas con un papel trascendental. Durante los casi dos años, no pocos han desplegado acciones para construir la imagen de un gobierno cuyas expectativas se pusieron en el cielo. Aunque no todos han mantenido la humildad y la discreción necesarias, demostradas por el personaje en cuestión.
Por lo mismo, si alguien goza del aprecio y la confianza de la primera autoridad, es él. Por eso está donde está.
Desorbitado
Cunde el nerviosismo en Morena por las posiciones irreconciliables dentro de la coalición sostenida con alfileres. Con ese panorama no podrán cumplir lo que AMLO pide con insistencia a nivel nacional: que se favorezca con el voto, en todos los cargos, a quienes representan a su grupo. Pero la realidad adversa se impone, con pronóstico reservado