EL BESTIARIO
SANTIAGO J. SANTAMARÍA
No le importa que sufriera el primer linchamiento masivo perpetrado en nuestra ciudad donde un grupo de vecinos intentó asesinarlo a pedradas por insultar a los mexicanos; era la primera vez que se retransmitía en vivo un ‘ajusticiamiento popular’, con medio país pegado a los canales de Facebook y Youtube observando cuál sería el destino del ruso como si se tratara de un circo romano; el periódico español EL PAIS, acompaña un reportaje titulado ‘En la cueva caribeña del nazi ruso’ con una perturbadora columna titulada ‘Cancún, plata y plomo’, presentando a nuestra ciudad en pleno reacomodo entre el crimen organizado y las nuevas autoridades; sorprende que no haga mención a la ausencia de un programa de Salud Pública en Quintana Roo, donde se aborde y trate enfermedades mentales, en un escenario marcado por serios problemas de drogodependencias y de adaptación de miles de emigrantes en su ‘sueño cancunense’ y donde los suicidios forman parte de la actualidad casi diaria de las regiones, un ‘cinturón de la vergüenza’ en el primer destino turístico mundial del Caribe; ‘La Jauría Humana’ de Arthur Penn, con Marlon Brando y Robert Redford, película recomendada en Cancún, fiel reflejo de su tiempo y de miserias humanas
“Las gotas de sangre de Aleksei Makeev se han vuelto negras. Del mismo color que la esvástica pegada a su pared, dibujada en un papel blanco con la precisión de un niño, en su caso, un niño muy grande. A un lado, hay fotos de él de pequeño con su madre y un relato que sirve de leyenda: cuenta en ruso que ella lo quiso encerrar en un psiquiátrico para quedarse con su dinero. En su refugio de Cancún (México) guarda entre todas esas imágenes una en la que sale favorecido -mucho más joven y esbelto de lo que está ahora- con una camiseta de licra adherida a los pectorales y un tubo de snorkel. Y debajo de todo aquello, piedras del tamaño de un puño, palos y más sangre reseca. Así es la guarida del temido nazi ruso, el escenario macabro de la noche más salvaje de Cancún…”, escribe Elena Reina en EL PAÍS. El periódico español, acompaña el reportaje con una perturbadora columna titulada ‘Cancún, plata y plomo’, presentando a nuestra ciudad en pleno reacomodo entre el crimen organizado y las nuevas autoridades. Sorprende esta presentación donde no hace mención a la ausencia de un programa de Salud Pública en Quintana Roo, donde se aborde y trate enfermedades mentales, en un escenario marcado por serios problemas de drogodependencias y de adaptación de miles de emigrantes en su ‘sueño cancunense’ y donde los suicidios forman parte de la actualidad casi diaria de las regiones, un ‘cinturón de la vergüenza’ en el primer destino turístico mundial del Caribe.
“¡Te voy a decapitar!”. Las piedras llovían por todas partes y Makeev, aunque parecía a punto desfallecer, era más duro de matar de lo que habían previsto. “La gente de verdad le tenía miedo, después de que lo golpearan con una barra de madera varias veces el tipo se levantaba”, cuenta al diario de Madrid un testigo todavía asombrado, que grabó todo y prefiere no dar su nombre. Pero era el barrio contra Makeev y aquella lapidación pública acabó tumbando a un hombre alto y robusto, de 43 años, que optó por hacerse el muerto sobre un charco de sangre para sobrevivir. Poco antes, había acuchillado con la destreza de un cazador a un joven de unos 20 años, que murió desangrado de camino al hospital.
El ataque contra el apodado ‘Nazi Ruso’ se trató del primer linchamiento masivo perpetrado en el oasis del Caribe mexicano, según aseguran desde la Fiscalía. Y el primero en México que se retransmitió en vivo, con medio país pegado a los canales de Facebook y Youtube observando cuál sería el destino del ruso como si se tratara de un circo romano.
“Nuestro problema es el narcomenudeo. Y la violencia ha empeorado en los últimos años, desde que Borge ya no está”, cuenta Miguel Ángel Pech
En los pasillos de la Fiscalía de Cancún, la gente está sudando. No hay ventanas y el calor de la calle se queda para siempre en los muros de concreto. Parece una sala de urgencias de un hospital, excepto porque allí lo que falta es urgencia. Una mujer, rubia platino, con gafas de sol negras le habla a una cámara de televisión: “Culpo de lo que le ha ocurrido a mi hijo a la Policía judicial”, espeta al borde del llanto. Es la madre de Héctor Casique, asesinado a balazos la tarde anterior en una marisquería. Su hijo, exagente municipal, había sido detenido años atrás, acusado del homicidio de siete personas. Lo torturaron durante meses y un juez decidió que era inocente, pero él nunca perdonó a quienes lo aprehendieron. Encontraron 61 casquillos de bala en la escena del crimen.
“Nuestro problema es el narcomenudeo. Y la violencia ha empeorado en los últimos años, desde que Borge ya no está [el exgobernador priísta, recientemente detenido]”, cuenta a EL PAÍS el fiscal Miguel Ángel Pech. En su oficina hace frío, como 10 grados menos que en los pasillos. A la entrada, dos tipos vestidos de civil portan dos armas largas. La Fiscalía fue baleada el pasado enero, murió un agente y tres atacantes. Unos días antes, cinco personas fueron asesinadas en una discoteca a una hora de ahí, en Playa del Carmen. En marzo, un empleado de la discoteca Mandala, en la zona hotelera, fue asesinado a navajazos. La sangre comienza a permear en el foco turístico de México.
El brutal linchamiento en directo contra Makeev puso de nuevo a Cancún en el mapa de la inseguridad de México, un lugar que parecía quedar fuera del terror de la violencia.
Había llegado después de pasar una temporada en España y Egipto y de que en Rusia intentaran encerrarlo en un centro psiquiátrico
En el barrio donde vivía Makeev no es común ver a un residente ruso, por eso cuentan que “nadie se sabía su nombre, no era necesario”. Sus compatriotas se suelen alojar en la zona hotelera, a unos 12 kilómetros. Llegó a México en 2015 con un permiso de asilo que le permitía residir de forma permanente, según cuenta a este diario la cónsul rusa en Quintana Roo, Armina Wolpert. “No hemos podido averiguar cómo consiguió ese permiso”, reconoce Wolpert. Desde enero le fue revocado y se encontraba de manera irregular en el país. Había llegado después de pasar una temporada en España y Egipto y de que en Rusia intentaran encerrarlo en un centro psiquiátrico.
Sus vecinos no saben decir a qué se dedicaba, sólo que lo veían pasar diariamente con una mochila, ataviado con un chaleco que dejaba su pecho al aire, una gorra y una cámara por la calle principal. Una agencia de tours reconoció que había sido empleado suyo como profesor de buzo, pero que había sido despedido en 2015.
Desde el año pasado, comenzó a ganarse la fama local porque insultaba a los cancunenses con los que se cruzaba, les llamaba “simios” y les gritaba que iban a morir. Todo lo grababa y lo publicaba en su canal de Youtube, Alextime. En uno de sus últimos vídeos, se ve cómo grita a una mujer que se defiende desesperada porque había golpeado a su hijo pequeño. Esa fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de los habitantes de Cancún y las imágenes que cambiarían para siempre su historia.
“La gente al principio sólo quería darle un escarmiento, pero poco a poco se fue calentando”, llamamiento en redes sociales para vengarse del ruso
Poco después de que aquel vídeo se hiciese viral, comenzó a correr por las redes sociales un llamamiento para vengarse del ruso. Y alrededor de las siete de la tarde del viernes 19 de mayo ya se había reunido un centerar de personas frente a su casa con palos y piedras. “La gente al principio sólo quería darle un escarmiento, pero poco a poco se fue calentando”, explica Raymundo Gómez, un testigo de los hechos y reportero local. Uno de los puntos más turbios de este suceso fue la actuación de la Policía municipal, recalca EL PAÍS. “Hacían como que los estaban disuadiendo, pero en un momento, uno de los agentes avisó que ya se iban a ir”, explica Gómez. Fue entonces cuando un joven de 20 años se animó a entrar primero y Makeev aprovechó que estaba solo para acuchillarlo sin piedad, como muestran las grabaciones. Nadie se atrevió a defenderlo en ese momento. La letalidad del ruso había quedado clara.
“Yo creo que lo que quería ese chavo era la lana, como había publicado vídeos con un chingo de billetes de a 500…”, comenta uno de los encargados de la tienda de la esquina, donde el ruso compraba leche, Coca-Cola, y hummus. “Tampoco era una hermanita de la caridad”, remata otro parroquiano sobre el joven asesinado. La tienda de ultramarinos es como el bar de la manzana. El único que hay de verdad cerca es un club de alterne, un table dance.
En el bajo del edificio viven tres chicas de entre 20 y 25 años que todas las tardes se visten para ir a trabajar al aeropuerto. Esa tarde Karina llegó antes que sus compañeras. Y en su puerta había un joven apuñalado a punto de morir desangrado. “Pensé en encerrarme, pero tenía miedo de que le prendieran fuego a la casa conmigo dentro. También tenía miedo de salir, una piedra de las que caían me podía abrir la cabeza. Y llovían…”, cuenta. Ellas conocían bien al chico que yacía moribundo sobre la acera. “Había intentado abrir la puerta de nuestra casa alguna vez, sobre todo cuando andaba drogado. Al final el ruso nos hizo un favor con el chavo”, cuenta otra de ellas, Susana, con ese humor negro que florece en algunos lugares de México.
Lo internaron solo en su celda para evitar que algún recluso decida terminar lo que empezaron los cancunenses que destruyeron su casa
Makeev no tenía cama, dormía sobre una colchoneta que todavía permanece enrollada en un rincón. Debajo de los escombros que lanzaron desde fuera los agresores siguen ahí los restos de comida, ropa sucia y cajas vacías. El baño es un estercolero, la taza del water está ennegrecida y un montón de basura franquea la entrada. En una esquina ha quedado la bolsa con la que paseaba en sus vídeos. Ni rastro del ordenador o la cámara. Tampoco de dinero. La habitación, por la que pagaba unos 1.500 pesos al mes, está precintada por la Fiscalía. En la puerta de la azotea siguen sus chanclas, los vecinos no se han atrevido a tocarlas.
Desde que Makeev se hiciera el muerto y la ambulancia lograra sacarlo de aquel infierno, ha comenzado para él otro tipo de pesadilla. Se enfrenta a un juicio por homicidio y espera su proceso en una prisión de Chetumal, a casi 400 kilómetros de Cancún. Su defensa pidió que fuera trasladado hasta allí por los riesgos que podría correr, también para que pudieran tratar sus lesiones. “Aunque llegó a tener parte del cuerpo paralizado, ahora ya puede caminar”, explica el responsable de la Defensoría Pública de Quintana Roo, Carlos Alberto Grajales.
Lo internaron solo en su celda para evitar que algún recluso decida terminar lo que empezaron los cancunenses. Su casa se encuentra destruida, asegura que le robaron todo lo que tenía y ningún familiar se ha preocupado por él. Aún así, lo único que pide Makeev es que no lo manden a Rusia. Él quiere seguir viviendo en México.
Pocas veces se ha hecho un retrato tan visceral y pesimista del ser humano como el que se nos muestra ‘La Jauría Humana’
Arthur Penn es uno de los directores contemporáneos más importantes del cine. Su explosión creativa se produce en el 1967 con ‘Bonnie And Clyde’, una película que supuso en gran medida la entrada de nuevos conceptos que la cinematografía internacional cultivaban en Europa, especialmente en Francia, y que ahora se adentraban en Estados Unidos. No es de extrañar que ni los espectadores ni la crítica americana entendieran la película, como tampoco entendieron el film del año anterior del director, ‘La Jauría Humana’, que sufrió zarpazos incomprensibles de la crítica. Arthur Penn era un hombre solitario y crítico. No encajaba con la manera de dirigir de otros tantos directores norteamericanos y no compartía la visión que muchos otros compañeros de profesión compartían. Después de la ‘Jauría Humana’ y especialmente de Bonnie and Clyde los productores tacharon al director y las productoras tuvieron muy en cuenta de no ofrecer a Penn grandes posibilidades. Sí se hubiera confiado en él seguramente la historia del cine habría sido muy diferente.
En ‘La Jauría Humana’ podemos ver muchos elementos iconográficos que el director analizaría con más precisión en un futuro. Y es normal que la película recibiera críticas, porque se trata de una auténtica patada al ‘establishment’ norteamericano. El director nos presenta un pueblo que en las primeras secuencias parece apetecible y donde sus habitantes parecen vivir en paz, pero eso no es más que un falso espejismo, porque en cuanto se abre el telón se observan todos los entresijos de una sociedad que está más que podrida. La chispa detonante de todo es la fuga de un preso, interpretado por Robert Redford, que huirá de la cárcel. El primer punto rojo es cuando a medida que la película avanza nos damos cuenta que la situación del recluso es quizá un cúmulo de circunstancias llenas de mala suerte. Seguramente hay seres mucho peores en el pueblo que sean mucho peor que él….pero ahí el aire se lo lleva el viento… Y es que la corrupción se extiende como tentáculos gigantes y tienen al pueblo totalmente dominado. El señor Rogers, el gran cacique del pueblo, tiene a todos sus habitantes comiendo de su mano”.
Pocas veces se ha hecho un retrato tan visceral y pesimista del ser humano como el que se nos muestra ‘La Jauría Humana’. Un film así sólo pudo surgir a finales de los años 60, cuando en Hollywood vieron la luz una serie de películas cuyo estilo conectaba con el cine de autor que se hacía en Europa y que se atrevían a tratar argumentos bastante duros, sin censuras que obligaran a aligerarlas. Otros ejemplos serían ‘Bonnie y Clyde’, ‘Danzad Danzad Malditos’, ‘Easy Rider’, o ‘Cowboy de Medianoche’. ‘La Jauría Humana’ fue una de las primeras obras que inauguró esta nueva corriente y la más importante que surgió de esa época. Situada en un pequeño pueblo sureño, la excusa argumental es la fuga de un delincuente y sirve para mostrarnos unos personajes relacionados de una forma u otra con él. El eje central de la película son las relaciones entre ellos y los conflictos que surgen a raíz de la fuga. ‘La Jauría Humana’ es un auténtico puñetazo en el estómago, un film cruel y nihilista a la vez que profundamente pesimista y desesperanzado. Los personajes son egoístas, o avariciosos o todo eso a la vez. Y las únicas personas de este microcosmos que resultan positivas son desgraciadas e infelices.
El sheriff Marlon Brando es un hombre en tierra de nadie: la gente del pueblo cree erróneamente que está comprado por el poderoso Rogers
Haciendo un repaso de los personajes comprobaremos que no exagero sobre esta extraordinaria película. Bubber, interpretado por un desconocido Robert Redford, es un desgraciado que ha tenido la mala suerte de ser cabeza de turco toda su vida…resulta desalentador escuchar su relato sobre cómo acabó tan harto en la cárcel que no le importaba morir. El poderoso magnate Val Rogers posee todo el dinero del mundo pero intenta recuperar el amor de su hijo, el cual a su vez tiene una farsa de matrimonio y engaña a su amigo Bubber con su mujer. Los empleados de Rogers se sienten marginados porque no pueden acudir a sus fiestas y cometen adulterio entre ellos. Los padres de Bubber soportan el martirio de que todo el pueblo sienta pena por ellos, y en medio de todo este tinglado tenemos al sheriff Cadler, inmenso Marlon Brando, es el único héroe de la película, y quizás por eso es el personaje que más sufre de todos. Es un hombre en tierra de nadie: la gente del pueblo cree erróneamente que está comprado por el poderoso Rogers y por ello nadie le respeta. Es él quien debe enfrentarse a la locura colectiva que rodea a la búsqueda de Bubber y se arriesga en acabar en un linchamiento público y pagará por ello. Resulta antológica la escena en que recibe una brutal paliza por parte de tres hombres, tras la cual sale de su oficina manchado de sangre y cojeando, enfrentándose a una multitud que le mira impasible.
Pero esta cruel descripción no se reduce solo a los principales personajes de este drama coral, sino que llega también a los más secundarios: los mirones que observan hipócritamente como su sheriff es apaleado; los jóvenes que deciden trasladar su fiesta hasta el escondrijo de Bubber y que se dedican a lanzar fuegos artificiales contra el desguace, provocando un incendio y una explosión; los amigos que asisten a la fiesta de Rogers se comportan de forma hipócrita; el patético empleado de Rogers encarnado por Robert Duvall se queda impasible que su mujer le engañe por otro y teme estúpidamente por su vida; su mujer ávida de sexo tiene que lidiar con un amante que ya se ha cansado de ella y un racismo latente que sobrevuela sobre el film. Un muy brillante reparto acaba redondeando el film, haciendo creíbles estos personajes, entre los que se encuentran unos por entonces desconocidos Robert Duvall y Robert Redford, Jane Fonda, la veterana Miriam Hopkins en el excelente papel de madre de Bubber y Angie Dickinson como comprensiva esposa del sheriff. Pero si alguien destaca sobre el resto es el grandioso Marlon Brando, el cual deja entrever en cada gesto y cada mirada el hastío de su personaje, harto de trabajar en ese pueblo y al mismo tiempo desprendiendo una leve chulería y orgullo, como se puede ver en la secuencia del vestido de lujo que recibe su mujer de Val Rogers y que él se niega a que lo use.
El final obviamente no deja esperanzas al espectador: no se muestra lo que le sucede a los personajes que iniciaron toda la jauría y por tanto no se nos da la satisfacción de saber si son castigados; el sheriff Calder y su mujer, las únicas personas nobles del pueblo, se marchan a otra ciudad…. el joven Jake Rogers fallece a causa de una explosión producida en el desguace y tanto su padre como su amante Anna están condenados a la infelicidad por perder al ser que más querían. No hay esperanza… ‘La Jauría Humana’ es una de esas películas tan viscerales que escuecen pero que sirven para recordarnos el panorama más oscuro y miserable de la sociedad en que vivimos. Arthur Penn hace un excelente trabajo de dirección, pero gran parte del mérito también recae en el magnífico guión de la dramaturga Lilian Hellman, que teje las relaciones entre los personajes a la perfección y consigue que a lo largo del film vayamos entendiendo poco a poco qué es lo que une a todas estas personas y las consecuencias de sus relaciones. El film fue un previsible fracaso de taquilla y crítica que luego, con el paso de los años ha pasado a ser una obra maestra de culto y visionada con admiración por todo cinéfilo que se precie.
En todos sus films, donde prima la violencia, Penn acostumbró a utilizar personajes jóvenes como si fueran resquicios de esperanza
La violencia, será una de las constantes y un elemento básico del director. De hecho ya en su debut, con la película de ‘El Zurdo’, esas características salían a la luz. En La Jauría humana sucede lo mismo, el pueblo denota una violencia latente en todo momento. Escenas como al fiesta demuestran el interés del pueblo por las armas, cada habitante tiene un arma y todos están dispuestos a utilizar la violencia como método represivo para conseguir sus objetivos, así como una sociedad decadente que se aburre y necesita recurrir a los más extraños sueños para aliviar sus necesidades. Los habitantes del pueblo llegan incluso a sobrepasarse con el propio sheriff, y tomándose la justicia por su mano, en escenas que seguramente en 1966 resultaría hartamente poderosas. En gran medida la película retrata la histeria colectiva de un pueblo al que no se le ha puesto freno. También Penn se hace eco del racismo imperante en la sociedad rural media norteamericana. Los constantes abusos hacia el personaje negro, son una clara demostración. La población blanca de la zona aún se cree superior a los habitantes negros y los tratan como escoria. Los personajes jóvenes están extraordinariamente bien dirigidos, como el prometedor Robert Redford, una bellísima Jane Fonda, la siempre sensacional Angie Dickinson y Marlon Brando. Todos danzan y representan una generación reprimida y cohibida por sus mayores.
Es evidente que en los años 60, Hollywood quería ponerse al día y olvidarse de casi todo aquello de lo que siempre había alardeado, la América feliz, educada, decente y sin problemas graves. En aquella década cambió el país y también el resto del mundo, favorecida por el legado de Presidente Kennedy y la lucha de Martin Luther King, entre otros, Hollywood, para no quedar desfasada ante la oleada de cine europeo de maestros como Bergman, Antonioni, Truffaut y otros, decidió volcarse en los problemas sociales del país, y a fe que lo consiguió con la ‘La Jauría Humana’. Penn, Spiegel y Hellman, no hubieran podido realizar su excelente película, sin contar con la colaboración de un siempre extraordinario actor de actores como era Marlon Brando, en uno de sus trabajos más memorables, así como con un conjunto de actores enormes y la magnífica composición musical del maestro John Barry. Es un film que ningún cancunense, debería dejar de ver. Grandiosa película. Un impresionante drama claustrofóbico a vueltas con la miseria de una sociedad podrida. Una historia sencilla, pero fiel reflejo de su tiempo, exponiendo las cuatro miserias de los seres humanos…
Ejemplo de la poca estabilidad emocional que puede contener un pueblo cuando todos se integran en una misma causa, formando una jauría humana de degradación moral. La hipocresía, la lucha de clases, la envidia, aderezado todo con infidelidades, el culto al dinero, todo va embruteciendo el sueño americano, magníficamente retratada a través de los habitantes de un pequeño pueblo de Texas en plena fiebre del sábado noche. La base de la película, la integridad de sheriff un hombre honrado, para defender del linchamiento colectivo de un hombre joven convicto de un asesinato que no ha cometido, y la gran paliza que recibe por no cumplir con los deseos, de aquellos que el creía eran conciudadanos suyos. Es la historia de un perdedor, el fugitivo Redford, que no quiere vivir encerrado, maltratado, humillado por todos, tratado injustamente por el pueblo. Y también es la historia del sheriff, honrado y honesto, que marchará del pueblo después de vivir la peor noche de su vida. Un obsequio que nos deja la historia del cine de los años sesenta y que vive latente hoy, en pleno siglo XXI, en nuestro Cancún, en Quintana Roo, en México.
El ‘Nazi Ruso’ Aleksei Makeev quiere vivir en Cancún, no quiere que lo manden a Rusia. No le importa que sufriera el primer linchamiento masivo perpetrado en nuestra ciudad donde un grupo de vecinos intentó asesinarlo a pedradas por insultar a los mexicanos; era la primera vez que se retransmitía en vivo un ‘ajusticiamiento popular’, con medio país pegado a los canales de Facebook y Youtube observando cuál sería el destino del ruso como si se tratara de un circo romano; el periódico español EL PAIS, acompaña un reportaje titulado ‘En la cueva caribeña del nazi ruso’ con una perturbadora columna titulada ‘Cancún, plata y plomo’, presentando a nuestra ciudad en pleno reacomodo entre el crimen organizado y las nuevas autoridades; sorprende que no haga mención a la ausencia de un programa de Salud Pública en Quintana Roo, donde se aborde y trate enfermedades mentales, en un escenario marcado por serios problemas de drogodependencias y de adaptación de miles de emigrantes en su ‘sueño cancunense’ y donde los suicidios forman parte de la actualidad casi diaria de las regiones, un ‘cinturón de la vergüenza’ en el primer destino turístico mundial del Caribe; ‘La Jauría Humana’ de Arthur Penn, con Marlon Brando y Robert Redford, película recomendada en Cancún, fiel reflejo de su tiempo y de miserias humanas.
@SantiGurtubay