El Caribe mexicano, que concentra a la mayor industria turística de toda América Latina, se ha convertido en el blanco perfecto para los ataques del gobierno de Donald Trump, como una manera de presionar a la administración de Enrique Peña Nieto en las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio, en las que quiere imponer la construcción del muro fronterizo.
El miércoles ocurrió de nuevo, cuando aprovechando el caso de barcos Caribe el gobierno estadounidense dio a conocer el cierre de su agencia consular en Playa del Carmen, con el argumento de recibieron información sobre una amenaza hacia la seguridad en Playa del Carmen.
La decisión no la tomaron ni cuando Playa del Carmen atravesó por la crisis de seguridad con la balacera en un centro de entretenimiento, en el que hubo varios muertos, heridos y se originó una estampida en el corazón turístico de esa ciudad.
El cierre de la agencia consular se decide luego de nuevas desaveniencias con el presidente Enrique Peña Nieto. Ya ocurrió anteriormente, cuando los estadounidenses decretaron una alerta de viaje en contra de todo el estado, considerado una de las regiones más seguras del país con todo y los problemas que ha tenido que sortear.
Esa alerta se lanzó tras resistencias mexicanas para revisar el Tratado de Libre Comercio y la negativa de aceptar el financimiento del muro. Al final, gestiones del gobernador Carlos Joaquín González ante el gobierno estadounidense permitieron eliminar la advertencia quen ocasionó serios problemas por las cancelaciones de reservaciones que registraron varios hoteles.
Ahora el cierre de la agencia consular se da cuando México responde una exigencia del gobierno estadounidense “para hacer más” en el combate del narcotráfico pidiendo también un mayor compromiso de Estados Unidos en el control de armas y inhibir el consulo de drogas entre sus ciudadanos.
La respuesta estadounidense fue presionar por donde le duele más a México, en su meca turística.
Sin embargo, el golpe es más mediático, porque aunque suene a un golpe espetacular, en realidad el cierre ytemporal de una oficina consular como la de Playa del Carmen no tiene importancia.
Se trata de una oficina que atiende cuestiones menores, menos importantes que la de Cancún, que es a su vez menos importante que el Consulado general que se ubica en Mérida.
El cierre de esa oficina, en la práctica significa nada, pero ejerce presión mediática, impacta en la industria turística y por eso la reacción pronta del gobierno del estado para aclarar que los destinos turísticos de Quintana Roo están bien, seguros y generando riqueza.
El ataque al paraíso no es más que fuegos artificiales, un apretón al dedo gordo de México para tratar de lograr otras cosas, para lograr lo que el yerno de Trump no obtuvo en su visita al presidente Peña Nieto.
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