Hace algunos días se reunieron los cónsules acreditados y el delegado del Instituto Nacional de Migración, Harley Sosa Guillén, para acordar diversas acciones en beneficio de los miles de inmigrantes en Quintana Roo.
Fue la presentación, pues Sosa asumió recientemente uno de los cargos más relevantes por todo lo que implica: el INM es la primera imagen para millones de visitantes extranjeros que turistean aquí y atiende a esos miles referidos que optan por hacer del territorio su “patria chica”.
Dada su importancia, los consensos entre las partes trascienden. O debieran trascender. Si no se conocen, puede ser por la discreción de hombres y mujeres que se dedican a gestionar, resolver o proponer a favor de quienes, muchas veces, solamente están de paso. O tal vez por los procedimientos y las jerarquías que limitan a las autoridades.
Sin embargo, quienes han participado confirman que son igual o más motivantes que las de Cabildo o del Congreso estatal, por lo anteriormente expuesto. Y más aún, cuando se reconoce la vocación internacional de una entidad con fronteras hacia Centroamérica y el Caribe.
Se sabe que en la más reciente reunión habrían acordado agilizar los procesos en la oficina central para evitar el coyotaje, la corrupción, la dilación o la negación de ciertas diligencias. Lo mismo en las terminales del aeropuerto, donde se da la primera impresión.
También, ello habría gatillado cambios, como rotaciones y enroques, de personal del Instituto. Asimismo, operativos para hacer respetar la ley en sus distintas dimensiones. Aunado a eso, encuentros coyunturales para la atención de casos especiales, o bien periódicas, para evaluar las políticas en desarrollo.
Eso, al final, genera diálogo y confianza, tan necesario en tiempos turbulentos, cuando la inseguridad genera incertidumbres en varias materias.
Lo que digan los extranjeros es clave para construir la imagen país. Que sean ellos los que opinen que los mexicanos son alegres y amables en el servicio ha tenido más peso que las campañas negras contra el destino más allá de nuestras fronteras.
Por donde se mire es una buena noticia, que los representantes consulares quisieran gritar a los cuatro vientos.