Era imposible dejar pasar estos datos: Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), Cancún es la séptima mejor ciudad para trabajar y la primera en la categoría “población ocupada”. Además quedó segunda en “población asalariada” y quinta en “acceso a servicios de salud”.
El estudio presentado el fin de semana considera que, con más de 600 mil habitantes y 30 mil habitaciones hoteleras, “es una ciudad dinámica, con muchas oportunidades de negocios y laborales”, virtudes que, por cierto, fueron publicadas por Novedades de Quintana Roo durante la semana pasada.
Para elaborar el ranking fue considerada la población económicamente activa (59.4% de la población mayor de 15 años), y variables como población ocupada, desocupada, asalariada, tipos de salario y porcentajes procedentes del sector informal. Es decir, fue un estudio completo.
Hace unos meses, el presidente municipal de Benito Juárez, Paul Carrillo de Cáceres, adelantaba que hacia el final de su administración se recogerían los frutos, y reveló entonces la estrategia: no endeudar a la Comuna, optimizar la recaudación, distribuir mejor el presupuesto y vigilar el cumplimiento de los encargos.
Todo ello, explicaba el mismo presidente, debía potenciarse con una sana relación entre los sectores productivos, una comunicación eficaz con los otros órdenes de gobierno y con una participación más activa de la población. Así –resumió en una ocasión– sería más fácil lograr estabilidad política, crecimiento económico y paz social, la fórmula que todo gobierno busca.
Es cierto que hay retos descomunales, pero los resultados del Inegi (como los de calificadoras crediticias y de organismos internacionales) evidencian que la receta del primer edil ha ido sanando a un Cancún enfermo por múltiples achaques, no necesariamente propios de la edad, sino por malas gestiones del pasado.
Pongo un ejemplo que, concatenado con lo ya expuesto, resulta conveniente para entender la importancia de la coordinación eficiente y las buenas decisiones. Hace días, la Organización Mundial del Turismo puso a México como el noveno país con más visitantes al alcanzar 32.1 millones en 2015. En cuanto a divisas, significó 17 mil 457 millones de dólares.
Aquí lo mejor: Quintana Roo fue clave para alcanzar ese objetivo, pues de los 32.1 millones, los destinos de la entidad aportaron 8.2 millones, un 25%. Además, de los 15.2 millones de turistas extranjeros que llegaron a México por vía aérea, el aeropuerto de Cancún recibió a 6.5 millones, o sea, el 43%, confirmándolo como líder de América Latina.
Gran parte de los avances en Cancún, presentados al inicio del texto, se han obtenido tras robustecer las bondades de este rubro entendido como palanca del progreso, aunque debe insistirse en la buena idea de estar reflejando esos resultados no solamente en el corredor hotelero, también en el centro y paulatinamente en las regiones.
Desorbitado
En los últimos días se supo de asesinatos y ejecuciones en Cancún. Entre estas malas noticias conmovió el aparente crimen pasional contra la perito de la Procuraduría de Justicia, el cual no debería quedar impune.
No faltó quienes pretendieron sacar raja política de hechos sin vínculo entre sí y que no representan una ola de feminicidios; por lo mismo, no ameritan una alerta de género, como se ha propuesto otra vez. No se trata de minimizarlos, sino de colocarlos en su correcta dimensión.
El llamado es a permanecer alertas, fomentar la denuncia y recurrir a fuentes oficiales, para cerrar el paso tanto a delincuentes como a vivales oportunistas.