Las primeras líneas discursivas del gobernador Carlos Joaquín resaltan la necesidad de unirse para progresar. “Convoco a todos, a todos, para que participemos en edificar, con trabajo, unidad y honestidad, un estado para todos”, enfatizó ayer durante la toma de protesta en el Congreso.
Pareciera redundante, pero en esa invitación abierta tan explícita subyace la clave del posible éxito de la nueva administración estatal. La idea del cambio por sí solo es impensable: se requiere la colaboración de diversos actores y grupos, incluso más allá de las fronteras quintanarroenses.
Desde su triunfo el pasado 5 de junio el cozumeleño ha ido tejiendo una nueva red de amigos y aliados para sostener su proyecto con un fin de largo plazo. Sindicatos, medios, partidos, iglesias y agrupaciones civiles hoy son parte de esa dinámica. Tejió tan fino, que el Congreso no es el Poder opositor previsto.
Es un estilo personal, una táctica de grupo o una estrategia partidista. O la combinación de las tres opciones. Lo cierto es que le ha dado resultados inmediatos, tanto por méritos propios como por errores adjudicados a los servidores públicos del pasado quinquenio.
Porque la era joaquinista arranca con las expectativas por las nubes, y solos, es difícil brindar logros. Lo saben muy bien; de hecho, sus cercanos amplían aún más el espectro de esa coalición sin distingos para despejar el camino.
En el ámbito estatal sería más expedito convencer a sectores de presión, a indecisos y opositores, aunque fuera de Quintana Roo el panorama se ve todavía incierto, sobre todo, en el partido que pareciera cobijarle mejor: el PAN.
Un ejemplo. En una reciente mesa de diálogo del noticiero “Despierta”, moderada por Carlos Loret de Mola, se comprobó que persisten diferencias entre los que nombran con posibilidades para la presidencial: Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle y Ricardo Anaya (quien declinó la cita). Además, Gustavo Madero, enlazado vía internet, como figura destacada.
En ese foro, el gobernador poblano Moreno Valle reconoció que a partir de febrero buscará “en cuerpo y alma” a ser el elegido, ante una apurada Zavala y un sorprendido Madero, quienes dirigían las críticas hacia Anaya por acaparar y sobreexponerse con un propósito personal y no partidistas.
Tales discrepancias podrían resolverse más pronto que tarde, pero hay algo que no deben olvidar y lo recordó Madero, ex presidente nacional de ese instituto: “Nosotros también perdimos en los pasados comicios. En Sinaloa y Oaxaca quedamos terceros. La gente no votó convencida por el PAN, quiso castigar a los gobernantes en turno”.
Esta veta debe ser analizada en su contexto, pues ayer en el recinto legislativo aparecieron, en primera fila, tanto Anaya como Zavala, quienes tuvieron un rol protagonista durante la campaña y reclamarán la atención correspondiente.
Y como Joaquín luce más cómodo con blanquiazules que con amarillos, lo mejor que puede pasarle es que “si nos los derrotó la derrota, no los derrote la victoria”, como decía el emblemático panista Luis H. Álvarez, pues en ellos reside parte notable de su capital político.
Además, es imposible ignorar que el PRD también pasa por divisiones internas y los otros no podrían ofrecerles condiciones óptimas para desarrollar sus planes.
En dichas circunstancias, cobra mayor significado la apuesta de consolidar cuanto antes un gobierno de coaliciones múltiples, con plataformas ciudadanas, expresado no solamente en el gabinete legal y ampliado.
La unidad, en todo caso, no se garantiza con discursos. Sin tal, quedan dispersos los conceptos como transformación, sueños, aspiraciones, certezas, justicia, solidaridad y oportunidades.