Nadie sabía a ciencia cierta qué tantos apuntes hacía la alcaldesa cozumeleña Perla Tun durante la mayoría de las sesiones de Cabildo, donde ocupa el tiempo escribiendo con frenesí en la libreta que siempre le acompaña. Eso, claro, cuando está de “buenas” y se queda a la sesión completa, porque cuando su humor no anda muy relajado -que es bastante frecuente-, es normal que se levante abruptamente y abandone la sala, dejando groseramente a los regidores con la palabra en la boca.
Pero el misterio se develó hace poco, cuando un avezado camarógrafo, en una de esas sesiones donde el humor de la alcaldesa andaba un poco laxo y permitió la entrada de los medios, logró hacer un acercamiento de la toma y grabó que lo que Perla Tun escribía en su cuaderno no eran anotaciones de las propuestas de los regidores, ni apuntes para su posterior discurso, ni mucho menos los pendientes que le venían de repente a la cabeza, a fin de que no se le olvidara cumplirlos en lo que terminaba la reunión de Cabildo.
No. Lo que la señora garabateaba una y otra vez ¡era su firma! Una tras otra, de izquierda a derecha, de arriba a abajo y viceversa, trazaba su rúbrica hasta llenar por completo la hoja para de inmediato empezar de nuevo en otra en blanco. Y así, horas y horas, durante días, semanas completas, desde el inicio de su polémico gobierno.
La malicia cozumeleña no se hizo esperar y realizaron un chusco vídeo (que más abajo compartimos) donde atribuyen a una presunto desorden mental la errática actitud de Perla Tun, lo cual no necesariamente compartimos aunque sí creemos, sin temor a equivocarnos, que la única locura expresada por la señora a lo largo de los casi dos años que lleva su administración, ha sido la locura del poder, de la arrogancia, la prepotencia y la soberbia.
Porque desatender las sesiones de Cabildo para dibujar por horas su firma no sólo es una enorme falta de interés y de respeto al Cabildo al cual ella debe someterse por razón de orden y jerarquía (sus integrantes son sus superiores, no al revés como siempre ha creído), sino que el riesgo mayor de su notoria ausencia mental estriba en el hecho de no haber prestado muchas veces atención a los temas ahí ventilados y que, se supone, son de sumo interés para sus gobernados los cozumeleños.
Luego entonces, se entiende por qué su administración está de cabeza, los números no le cuadran y la inseguridad en la isla ha rebasado los límites permisibles por los ciudadanos que la eligieron y que vanamente siguen esperando a que dé resultados.
Eso sí, cuando al fin deja el lapicero y el papel, concentra la mayor parte de su tiempo en su proyecto de reelección, pues debe suponer que con tres años más “practicando” su firma en las sesiones de Cabildo, le quedará por fin su rúbrica perfecta.