DESTRIPACUENTOS
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+ El proceso sucesorio empezó con quienes apoyaron la candidatura de RBA
+ Yerran quienes creen que el PRI premia la rebeldía y el individualismo
Mauricio Góngora Escalante aprovechó la oportunidad que le tocaba coyunturalmente para salir a dar la cara, con franqueza y de manera abierta. En su segundo informe de gobierno se presentó como un político `listo para seguir sirviendo a Quintana Roo´, y nadie debe ni siquiera poner en tela de duda que lo hizo para ser considerado el `ungido´ de su partido para convertirse en el abanderado de 2016 para contender por la gubernatura del estado.
Y es que el presidente municipal de Solidaridad, como los otros cinco aspirantes reconocidos por la clase política que lidera el gobernador, Roberto Borge Angulo, dio este paso en el marco de las reglas escritas y no escritas de su partido.
Todos ellos decidieron cumplir con la liturgia priísta que implica reconocer la ascendencia de su líder político. Lo han hecho desde el principio, cuando decidieron apoyar incondicionalmente la candidatura de Borge Angulo, a quien hicieron gobernador con la aportación al equipo que conformaron precisamente para llegar a este escenario, en donde se repite el ciclo del sexenio que termina y el que se cierne.
Paul Carrillo de Cáceres hizo lo propio en su ceremonia de II informe de gobierno, en el cual desplegó con claridad y recursos el avance que logró en el municipio, y es obvio que en su fuero interno lo hizo en aras de ser considerado como el candidato ideal de su partido al gobierno del estado en 2016.
Antes Eduardo Espinoza Abuxapque levantó la mano en Othón P. Blanco, como también Raymundo King de la Rosa en su oportunidad de rendir cuentas. Cada quien esperó su turno y se sigue sujetando a un marco sujeto y delineado por un solo liderazgo político.
En este sentido, y dada la efervescencia que está generando este proceso sucesorio en el PRI (único partido con posibilidades reales de ganar las elecciones de 2016), es necesario recapitular un poco para al menos entender lo que está ocurriendo.
En algunos espacios se ha venido planteando el tema con dos aristas únicas. En uno de los ángulos se presenta a un sexteto de aspirantes envueltos en una desesperada y agotadora competencia en pos de alcanzar el favor del presidente Enrique Peña Nieto, pues de entrada ya cuentan con el aval primigenio del propio mandatario estatal.
Y en el otro, se ubica al subsecretario federal de Turismo, como quien corre su propia carrera contra el tiempo, a la espera de que al decantarse la decisión de la más alta esfera del poder en su partido, se pudiera inclinar a su favor, por razones inexpugnables, que sólo él puede entender.
Porque el PRI funciona desde hace muchas décadas de la misma manera. Y un elemento esencial de su accionar es la `lealtad´. Por encima de otras consideraciones, este partido valora a quienes son capaces de restar su voluntad y aspiraciones personales, para sumar a favor de un proyecto común.
Quien no se sujeta a esa regla primordial, cae en el `personalismo´ y, por tanto, en la rebeldía.
Habría que añadir, en todo caso, que no hay seis aspirantes envueltos en una lucha fraterna. No existe ningún rasgo de división en la clase política priísta, tomando en cuenta su esencia histórica y primigenia.
Todos se arroparon mutuamente y acudieron a los informes. Lo mismo estuvieron los munícipes, que el diputado federal José Luis Toledo Medina y el dirigente estatal del PRI, Raymundo King de la Rosa. El mensaje que enviaron en su conjunto, es el que no quieren ver quienes no entienden la esencia del PRI.
Claro que cada uno de los políticos incluidos en la lista están moviendo todos sus resortes, luciendo todas sus herramientas y desplegando la estrategia que mejor les convenga. Pero lo están haciendo dentro de un margen marcado por su líder moral, sin transgredirlo mínimamente.
En este sentido y en este preciso momento, les toca a todos los aspirantes la tarea de rendir cuentas acerca del encargo que tienen actualmente, pues con base en sus resultados, en su madurez y en sus capacidades demostradas, pasen por la criba correspondiente que elegirá a sólo uno de ellos.
Ese es el papel que les toca desempeñar en este momento. Ya demostraron de lo que son capaces y, sobre todo, que entienden el concepto de la `Lealtad´. Esa que les permitirá elegir entre todos a uno, para luego apoyarlo en unidad, sin titubeos de ninguna clase.
Todos menos uno
Escogieron todos, menos uno, jugar con las reglas de la unidad al estilo del PRI y con vistas a presentarse en la venidera elección con un candidato al que habrán de sumarse todos, sin el menor resquicio de duda. Más allá de la competencia real y justificada de la que son partícipes, estuvieron así: juntos.
Quien quiera ver a los seis aspirantes reconocidos por el gobernador como una camarilla de políticos desordenados e individualistas, no están observando la totalidad del panorama. Juegan el papel que les corresponde, como lo hicieron también hace seis años, cuando eligieron entre todos a uno: A Roberto Borge Angulo, a quien apoyaron incondicionalmente.