Ayer comenzó el Seminario Internacional Contrataciones y Adquisiciones Públicas en el Siglo XXI, organizado, entre varios otros organismos, por el Instituto de Administración Pública de Quintana Roo que encabeza León Lizárraga Cubedo, con la muy cálida y atenta anfitrionía del presidente de la Canaco-Servytur Eloy Quintal Jiménez. Atestaron el auditorio de esa cámara público interesado, becarios y funcionarios públicos –amén de los ponentes–, como el titular de la Sefiplan Juan Vergara Fernández, y una buena cantidad de reporteros.
Ya pasado el año inicial, el primer informe y el cuadragésimo tercer aniversario del estado con todo y zipizape de machos alfa tropicales, en el balance y sobre todo para la opinión pública, amén de que su comparecencia ante la decimoquinta legislatura fue con mucho la más agitada y ruda, el oficial mayor Manuel Alamilla Ceballos, ahí presente, desde luego, debe buscar estrategias para que, en tratándose de contratos y adquisiciones, no le vuelva a suceder lo de los uniformes escolares.
Ya sabe usted que aquí –sin carecer de una notable dosis de chovinismo, hay que decirlo–, los paisanos del hijo dilecto de la Uqroo, fiel florín del secretario federal de Energía y hermano del gobernador Carlos Joaquín González, Pedro Joaquín Coldwell –también antecesor suyo, a la cabeza del segundo gobierno estatal, por muchos considerado el mejor de la historia de Quintana Roo– le tienen enderezada una riña de miedo porque supuestamente, a despecho de su natividad chetumaleña, ha favorecido a por lo menos una empresa foránea –poblana, para mayor agravio al sentir colectivo desde el imaginario de la grilla– en aquel malhadado affaire de las playeras, faldas y pantalones para los estudiantes de nivel básico confeccionados al pie de los volcanes de este México lindo y querido, entre camotes, sidra de Huejotzingo y chiles en nogada.
Ya le platicaremos al lector el sábado del desarrollo, contenido y resultados del encuentro que concluye hoy, pero no sólo en el conocer del tratamiento contemporáneo de los contratos y compras gubernamentales los funcionarios quintanarroenses podrán tener útiles actualizaciones para abonar a la transparencia y la legalidad, sino también de los instrumentos normativos y de gobernanza que les permitirán no quedarse con cara de what cuando los medios y la opinión pública les cuestionen su actuar al ocupar el dinero del pueblo.
Cierto es que la difusión de los conceptos, estrategias y conductas para la labor gubernamental de contratar y adquirir debieran llegar a la opinión pública y a los medios de comunicación, y así funcionarios como Manuel Alamilla no tendrían que tragar engrudo hecho bolas al ser cuestionados sobre su desempeño, mas ya sabrán si aprovechan o ignoran este instrumento que les trajo a casa a un notable puñado de expertos nacionales e internacionales en la materia.
Allá ellos.