“La libertad de expresión” forma parte de los derechos humanos de las personas y está protegida por la Declaración Universal de 1948 y las leyes de todos los Estados democráticos.
El 7 de junio debiera ser un día histórico para los medios de comunicación en nuestro país, La Libertad de Expresión es un derecho humano básico, constitucional, fundamental: que contribuye a otros derechos y libertades fundamental como la libertad de prensa, los derechos de reunión, de asociación, de petición y de participación política.
La amenaza para el periodismo en México es la connivencia entre narcotraficantes y mafias con las instituciones públicas.
30 años después del asesinato de Manuel Buendía, acribillado antes de desvelar una lista de figuras públicas relacionadas con el narcotráfico “el crimen organizado campea por casi todas las regiones del país, amparado con frecuencia por las autoridades”.
Uno de los enemigos principales de la libertad de expresión y de su correlativo, la libertad de prensa, es la presión que ejerce el poder gubernamental desde sus diversas instancias. Recordemos que el senador Belisario Domínguez denunció ante el Senado de la República la manipulación de la información con respecto a los crímenes cometidos por el gobierno usurpador, y el silencio cómplice de los medios. El general Victoriano Huerta, quien había dado el golpe, mandó apresar a Domínguez.
Como castigo ejemplar, le cortaron la lengua y lo mataron. Acto seguido, Huerta disolvió el Senado y apresó a cuarenta legisladores.
La vida da vueltas, tiempo después, en 1954, el Partido Revolucionario Institucional desde el gobierno de la República, establece el otorgamiento, cada año, de la Medalla Belisario Domínguez a quienes hayan hecho suya la lucha ejemplar por la democracia y la libertad de expresión. Vaya ironía. Nadie sabe para quién trabaja. Qué diría la lengua de Domínguez, si supiera que recurre a ella un nuevo poder, que hace de su acción diaria el encubrimiento de la verdad.
Los medios deben de tener un código de conducta periodística ceñido a una ética estricta; no se debe ejercer el derecho a la libertad de expresión para calumniar, mentir, injuriar o denigrar, pues con ello solo la dejamos caer en el vacío; la libertad de expresión sólo existe como parodia allí donde se violan los demás derechos humanos; no se debe olvidar que un periódico es producto de un quehacer colectivo; y debe estar del lado de las víctimas, de los ofendidos y humillados, de los pobres de la tierra, de los indefensos.
Debemos asumir que todo texto, todo titular, fotografía o caricatura, llevan un sesgo subjetivo. Pero aun así, debemos saber también que la subjetividad puede ser honesta. Una subjetividad honesta: esa es nuestra herramienta”.