El año pasado tuve el honor de presentar en Cancún el libro “Extranjeros del Alba”, del poeta yucateco, Rubén Reyes. En esa noche leí este texto:
Vivimos un tiempo sin grandeza. Por doquier es lo mismo: corrupción, simulación, degradación del medio ambiente; doblez moral de muchos políticos; indigencia cultural de las élites gobernantes; destrucción de nuestro patrimonio artístico e histórico.
Pero esta es una verdad a medias, como casi todas las verdades que postulan absolutos. Porque si en el ámbito político sólo vemos banderas plegadas y manos codiciosas, en el campo del arte y la literatura la vida es prodigiosa. Entonces, hay que despegar la vista del cieno y levantar los ojos al cielo.
Tenemos que leer poesía y darle el mejor regalo al alma. Tenemos que leer a Rubén Reyes Ramírez, particularmente debemos leer “Extranjeros del alba”, uno de los mejores libros de poesía publicados en este nuevo siglo.
Leer la poesía de Rubén Reyes al amanecer puede ser el mejor bálsamo para el corazón. También la podemos leer en silencio para uno mismo; leérsela en voz alta a los amigos o leerla en voz baja recostado en el regazo de la amada, en esa delicada franja del cuerpo donde se juntan el olvido y la memoria.
Saint John Perse, en el Discurso de Florencia (20 de abril de 1965), dedicado a Dante dijo:
“…Las grandes pasiones políticas se pierden en el curso de los ríos, falsos temas de grandeza se desmoronan en las riberas, pero sobre la piedra desnuda de las cimas las glorias poéticas están marcadas por un absoluto de esplendor”.
Ese esplendor está en la palabra de Rubén Reyes Ramírez.
La poesía es una puerta de abrigo en estas horas inciertas. Es un asidero para evitar el naufragio en las turbias aguas de horizontes ensombrecidos.
La poesía soporta y vence la erosión del tiempo. Cuando ya nadie se acuerda de los políticos oscuros, cuando ya nadie sepa el nombre de los liderzuelos que medran con el hambre y la necesidad de la gente; cuando no quede huella de los malandrines que se enriquecen al amparo del poder, la poesía permanecerá erguida, como un faro en el litoral para iluminar la difícil travesía de los navegantes.
Rubén, con su inteligencia, generosidad aporta con su poesía su grano de arena para salvar a nuestro mundo.
La desnuda belleza del mundo que crea palabra a palabra nos conmueve.
Vamos a leer Extranjeros del Alba. Nos ayudará a alcanzar la otra orilla.