EL BESTIARIO
Héctor E. Schamis, profesor en el Centro de Estudios Latinoamericanos y en el programa “Democracy & Governance” de la Universidad de Georgetown y autor de libros como “Re-Forming the State: The Politics of Privatization in Latin America and Europe”, ha escrito una curiosa columna donde considera que el presidente de Estados Unidos, Baracak Obama se ha convertido en el narrador, a partir de esta Cumbre de las Américas, celebrada este fin de semana en Panamá, de los ‘cuentos’ de las ‘Mil y una noches’ del continente. ‘Las mil y una noches’ es una metáfora de las cumbres americanas; específicamente, una narrativa de las relaciones hemisféricas. Retrata un contexto: la ‘Guerra Fría’. Lo registra a través de episodios originales -la revolución, Bahía de Cochinos, la crisis de los misiles y el embargo- de los cuales se derivan todos los cuentos subsiguientes…
‘Las mil y una noches’ (en árabe, ألف ليلة وليلة Alf layla wa-layla) es una célebre recopilación medieval en lengua árabe de cuentos tradicionales del Oriente Medio. Utiliza en estos la técnica del relato enmarcado. El núcleo de estas historias está formado por un antiguo libro persa llamado Hazâr afsâna (‘mil leyendas’). El compilador y traductor de estas historias folklóricas al árabe es, supuestamente, el cuentista Abu Abd-Allah Muhammad el-Gahshigar, que vivió en el siglo IX. La historia principal sobre Sherezade, que sirve de marco a los demás relatos, parece haber sido agregada en el siglo XIV.
Causó gran impacto en Occidente en el siglo XIX, una época en que las metrópolis impulsaban las expediciones e investigaciones geográficas y de culturas exóticas. Aunque ‘Las mil y una noches’ se tradujo por primera vez en 1704, esa primera versión al francés, de Antoine Galland, era una adaptación, un texto expurgado de los adulterios y hechos de sangre que abundan en el libro. Una de las traducciones que alcanzó popularidad fue la de Richard Francis Burton, diplomático, militar, explorador y erudito de la cultura africana.
Compuesto por tres grupos de relatos, el libro describe de forma fantástica y algo distorsionada la India, Persia, Siria, China y Egipto. Hacia el año 899, los relatos, transmitidos oralmente, habían sido agrupados en ciclos. Se cree que muchas de las historias fueron recogidas originariamente de la tradición de Persia (hoy en día Irán), así como de Irak, Afganistán, Tajikistán, y Uzbekistán, y compiladas más adelante, incluyendo historias de otros autores. El libro ha sido adaptado muchas veces para uso de niños y adolescentes en todos los países de Occidente. Generalmente, se eligen para su difusión los relatos en los que prevalecen las aventuras y la fantasía.
El rey Shariar decide casarse cada día con una joven diferente, a la que hará ejecutar cada noche para evitar ser traicionado como ocurrió con su primera esposa. Eventualmente, no quedan vírgenes en el reino, siendo Sherezade la última esposa disponible. La noche de la boda, la joven le cuenta un cuento al rey, el cual deja inconcluso. Curioso por conocer el final, el rey decide posponer su ejecución. Lo mismo ocurre la siguiente noche, ya que una nueva historia comienza, posponiendo su ejecución una vez más. Los cuentos de Sherezade varían. Son históricos, de amor, tragedias, poemas, comedias y eróticos. Muchas veces, es ella misma la narradora, o bien el narrador es un personaje de sus cuentos. Otras veces, de un cuento se bifurca otra historia. Se va formando así una densa textura narrativa que hace aumentar la curiosidad del rey, prolongando la vida de su esposa. Así sucede durante mil noches y aún otra más. Cuento tras cuento, cada uno de ellos se deriva del anterior, sin solución eficiente a la vista. La alquimia en cuestión es la narración en sí misma.
Episodios originales como la Revolución, Bahía de los Cochinos, la crisis de los misiles y el embargo, reproducen una épica
‘Las mil y una noches’ puede ser una filosofía de la historia, leída como un proceso indeterminado y accidental. Es impredecible y a menudo caótico, como cuando los personajes de un cuento cobran vida en el siguiente. Pero esa filosofía también es, en esta particular coyuntura de la historia, una metáfora de las cumbres americanas; específicamente, una narrativa de las relaciones hemisféricas. Retrata un contexto: la Guerra Fría. Lo registra a través de episodios originales -la Revolución, Bahía de Cochinos, la crisis de los misiles y el embargo – de los cuales se derivan todos los cuentos subsiguientes. Lo reproduce por medio de la construcción de una épica: el anti-imperialismo y el hombre nuevo. Y lo recrea interminablemente a través de mitos: el bloqueo, en lugar del embargo, la igualdad, la salud y la educación del socialismo de Estado.
En esa narrativa americana, Fidel ha sido Sherezade, capaz de arrancarle al imperio un día más y luego otro. Los personajes mutan, de un cuento van al siguiente. Kennedy es Nixon. El Ché es Salvador Allende un día, y Fidel es Chávez al día siguiente, para luego ser un pájaro. Todos han muerto, tal vez ejecutados por el rey Shariar, pero Fidel sigue allí, ha narrado un día más de vida desde hace mil. Es él quien ha contado esta historia que define una región y que le ha dado sentido y sinsentido.
“América Latina fue víctima de esa Guerra Fría. Guerra benigna en Europa, donde no sonó un solo tiro, fue brutal en la periferia. No ha sido Fidel ni Cuba, sin embargo, quien la ha sufrido, eso hay que decirlo. Cuba se resguardó bajo el paraguas del acuerdo de la crisis de los misiles, allá por 1962, y con eso quedó al margen del temporal que cayó sobre el resto de la región. Los demás tuvieron a los militares, las guerras civiles, las masacres de campesinos, las torturas y las desapariciones. Cuba, no obstante, se apropió de un cierto romanticismo bélico sin que le haya sonado un solo tiro. Es la fuerza de un buen relato, como en ‘Las mil y una noches’…”, recalca Héctor E. Schamis.
La expulsión de Cuba por marxista leninista -México se opuso- precedió al Plan Cóndor de Nixon y Kissinger
Al llegar a los ochenta, la región descubrió que la democracia era la única manera de proteger los derechos humanos y abrazó esa causa. Los cuentos se bifurcaron en dirección que el narrador no había previsto. Una nueva épica se apropió del relato oficial, la lucha por el debido proceso y las libertades constitucionales, y la OEA se convertía en uno de los narradores centrales. Un nuevo cuento con un nuevo narrador pero que sería efímero, dicho esto con el enorme beneficio de mirar la historia en el espejo retrovisor…
“El boom de precios coincidió con el acercamiento entre Venezuela y Cuba, y lo que algunos describen como una relación padre-hijo entre Castro y Chávez. Ello coincidió con la trastornada idea del golpe de 2002, que solo sirvió para auto cumplir la profecía del imperio y justificar la posterior ‘petrodiplomacia’. El narrador original recuperó control del relato. Su épica discursiva y sus mitos históricos se propagaron con renovado vigor. Ya no hizo falta exportar la revolución, subcontrataron el servicio con el subsidio chavista. De ahí que las libertades constitucionales y los derechos humanos estén en retroceso por toda la región, no hay más que mirar a los discípulos conocidos. El dinero es más persuasivo que la utopía. La OEA, a su vez, enmendó el error de Punta del Este…”.
Un 22 de enero de 1962 en Punta del Este (Uruguay) la conferencia de la OEA acuerda la expulsión de Cuba del seno de esa organización, debido a las fuertes presiones de Estados Unidos. Cuba fue excluida de participar en la organización. La votación se produjo con el voto en contra de Cuba y con varias abstenciones de países latinoamericanos que no quisieron verse implicados, pero sí seguir manteniendo relaciones con Estados Unidos: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador. México votó en contra de la exclusión.
La parte operativa de la resolución decía literalmente que la adhesión al marxismo-leninismo es incompatible con el sistema interamericano y que el alineamiento de tal gobierno con el bloque comunista rompía la unidad y solidaridad continental; que el gobierno de Cuba, identificado marxista leninista, es incompatible con los principios y objetivos del sistema interamericano y que esta incompatibilidad excluye al gobierno cubano de participar en el sistema interamericano.
Sin embargo, al excluir sólo al gobierno cubano la comisión de la OEA se dedicó a redactar informes sobre derechos humanos en Cuba…La OEA guardó un cómplice e inexplicable hermetismo durante las dictaduras latinoamericanas de los años 70 y 80. Eran tiempos marcados por Henry Kissinger, secretario de Estado de los Estados Unidos durante el mandato de Richard Nixon. Su ‘producto estrella, La Operación Cóndor o Plan Cóndor, nombre con el que se conoce el plan de coordinación de acciones y mutuo apoyo entre las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur de América -Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y esporádicamente, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador-.
Narrador, aunque más no sea hasta enero de 2017, y América Latina no parece saber qué decir ni qué hacer
Esta coordinación implicó, oficialmente, “el seguimiento, vigilancia, detención, interrogatorios con tortura, traslados entre países y desaparición o muerte de personas consideradas por dichos regímenes como subversivas del orden instaurado o contrarias al pensamiento político o ideológico opuesto, o no compatible con las dictaduras militares de la región”. El Plan Cóndor se constituyó en una organización clandestina internacional para la práctica del terrorismo de Estado que instrumentó el asesinato y desaparición de decenas de miles de opositores a las mencionadas dictaduras, la mayoría de ellos pertenecientes a movimientos de la izquierda política…
El rancio y anacrónico espíritu emanado de Punta del Este solo sirvió hasta ahora, cuando Obama decidió cambiar la historia. Santos había dicho en Cartagena que esa debía ser la última cumbre sin Cuba y aquí estamos. Obama es ahora el narrador, aunque más no sea hasta enero de 2017, y América Latina no parece saber qué decir ni qué hacer… Una importante noticia, la presentación de Hillary Clinton, ex secretaria de Estado con el propio Barack Obama, desde el 2009 hasta el 2013, como candidata demócrata.
Hillary Clinton, defensora de las relaciones entre Washington y La Habana, presentó este domingo su candidatura
Ella ha sido una de las primeras personalidades políticas en apoyar la nueva etapa de relaciones entre Washington y La Habana, iniciada el pasado 17 de diciembre del 2014, día de San Lázaro, que ha permitido esa primera foto oficial entre los máximos mandatarios de Estados Unidos y Cuba. El proceso irreversible debe concluir con la reapertura de las sedes diplomáticas y el levantamiento del embargo o bloqueo. El que aparezca todavía la isla como nación que apoya el terrorismo internacional, suena a chiste malo. Esta tesis hace reír por no llorar en las cancillerías del mundo.
El profesor de la Universidad de Georgetown, recalca en su columna en el periódico EL PAIS de España… “Ante la confusión, solo atinan a lo conocido. Por eso la fuerza de choque cubana-venezolana se fue hasta Panamá a intimidar líderes de la sociedad civil. Mientras siguen denunciando al imperialismo, entregan sus recursos a otros imperios, comprometiendo su futuro y su seguridad con acuerdos civiles y militares cuya letra chica ni siquiera se conoce. Nadie se alarma, pues lo que importa es lo que se narra. Es encomiable la declaración de 26 expresidentes pidiendo por la liberación de los presos políticos, pero es desolador que eso mismo no lo hagan los presidentes en ejercicio o la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que para eso existe. La presencia de la fuerza de choque también sugiere que el partido hegemónico está dispuesto a abrir su economía, pero no su política ni su sociedad. Se ve con claridad que los Castro aspiran a ser como el Partido Comunista chino, o más bien el de Vietnam, por el tamaño, y Maduro, a quedar colgado de este esquema así fuera con alfileres. Tal vez nada de ello sea probable o ni siquiera posible. Asia está muy lejos. Noventa millas son muy pocas para abrir el mercado y ponerle barreras proteccionistas a los derechos, las libertades y los partidos de oposición incluidos en la fórmula…”.
Los cuentos nuevos se derivan de los anteriores, pero no se puede volver atrás, encantamiento y supervivencia
La realidad es que Obama no ha abandonado la agenda de los principios, no importa cuanto lo critiquen los republicanos en el Congreso. Su decisión de encontrarse en Panamá, frente al mismísimo Raúl Castro, con los más lúcidos de la disidencia cubana-incluyendo a aquellos capaces de reconocer que habrá lugar para la socialdemocracia en una Cuba post-comunista- lo ilustra con elocuencia. Obama se ha constituido en el narrador de los cuentos. Fidel es ahora Sherezade, cumpliendo con la regla cardinal de ‘Las mil y una noches’: los cuentos nuevos se derivan de los anteriores, pero no se puede volver atrás a los ya contados. Ese es el encantamiento que hace posible la supervivencia. Después de escuchar a los presidentes latinoamericanos, no está claro que sean capaces de observar estas reglas. Conceptos arcaicos sugieren ideas vetustas. El problema central de las Américas es que no es posible construir un mundo nuevo con historias viejas. Además, ya casi estamos llegando a la noche número mil uno.
Son relatos que surgen uno del otro, es decir, al contarse uno de repente surge otro relato y ese crea otro cuento hasta que termina el primero, como si habláramos de cajas encerradas en otras cajas. En el primero, se cuenta que un rey deja, al morir, su reino a su hijo, el rey Schariar; el nuevo monarca, que quiere mucho a su hermano Schazamán, le da el reino de Tartaria. Así, Schazamán planea ir a visitar a su hermano, pero descubre que su esposa se encuentra engañándolo así que le corta la cabeza a los culpables. Ya con Schariar, éste se sorprende de lo triste y taciturno que Schazamán se encuentra, por lo que va de caza solo. En el palacio, Schazamán descubre que la esposa de Schariar, la sultana, engaña al rey con Masud, un esclavo negro. Eso hace sentir feliz al rey de Tartaria, ya que su hermano, siendo más poderoso, no pudo evitar ser engañado por la sultana, y entonces, ahora muy feliz, se lo cuenta a su hermano.
Schariar, en un acceso de furia, convence a su hermano de huir, bajo la promesa de que si encuentran a alguien más desgraciado que ellos, volverían. Schazamán acepta y huyen, pero en el camino, se encuentran con un genio que es engañado por una mujer que secuestró. La mujer huye y Schazamán le dice a su hermano que si el poderoso genio no pudo evitar el engaño, nadie puede, por lo que deciden regresar. Schariar vuelve, encierra a la sultana y la decapita delante del visir, luego con su propia mano, decapita a todas las mujeres de la corte. Y ahí, creyendo que todas las mujeres son igual de infieles ordena a su visir conseguirle una esposa cada día, alguna hija de sus cortesanos, y después ordenaría matarla en la mañana. Este horrible designio es quebrado por Sherezade, hija del visir. Ella trama un plan y lo lleva a cabo: se ofrece como esposa del sultán y la primera noche logra sorprender al rey contándole un cuento. El sultán se entusiasma con el cuento, pero la muchacha interrumpe el relato antes del alba y promete el final para la noche siguiente. Así, durante mil noches. Al final, ella da a luz a dos hijos y después de mil y una noches, el sultán conmuta la pena y viven felices (con lo que se cierra la primera historia, la de la propia Sherezade).
Pier Paolo Pasolini realizó una adaptación cinematográfica sobre la obra, la más exitosa, ‘Aladdin’ de Walt Disney
‘Las mil y una noches’, las historias son muy diferentes, incluyen cuentos, historias de amor o tanto trágicas como cómicas, poemas, parodias y leyendas religiosas musulmanas. Algunas de las historias más famosas de Sherezade circulan en la cultura occidental traducidas como ‘Aladino y la lámpara maravillosa’, ‘Simbad el marino’ y ‘Alí Babá y los cuarenta ladrones’; sin embargo, Aladino y Alí Babá fueron añadidos a la compilación en el siglo XVIII por Antoine Galland, quien las escuchó de forma oral de un cuentista cristiano de Alepo en Siria. En muchas historias se representa a genios, espíritus fantásticos, magos y lugares legendarios que son mezclados con personas y lugares reales; el histórico califa Harún al-Rashid es un protagonista usual. A veces algún personaje en los cuentos de Sherezade comienza a contar a otros personajes una historia propia, y esa historia puede incluir otra historia dentro de ella, lo que resulta en una textura narrativa jerárquica. Ha habido varias adaptaciones fílmicas de las mil y una noches. En 1974, el director italiano Pier Paolo Pasolini realizó una adaptación cinematográfica sobre la obra. Probablemente, la más exitosa y reconocida es ‘Aladdin’, la película de dibujos animadados de Walt Disney estrenada en 1992, que abrió paso a varias secuelas y una serie de televisión…
La historia se detiene en la fotografía de Barack Obama y Raúl Castro, marca el fin de una ‘Guerra Fría’
La historia, a veces, se detiene en una fotografía. El tiempo queda atrapado en ella y aflora el espíritu de una época. Ocurre en pocas ocasiones, y la Cumbre de las Américas ha sido una de ellas. Por primera vez en más de cincuenta años, un presidente de Estados Unidos y otro de Cuba hablaron cara a cara en una reunión. El encuentro en Panamá entre Barack Obama y Raúl Castro, dos mitos políticos en el crepúsculo de sus carreras, marca el fin de una época y trasciende los límites estrechos y formales de la cumbre. Con la imagen del apretón de manos, el siglo XX americano muere finalmente y se abre una nueva etapa. Un periodo largo e incierto frente al que el presidente de la nación más poderosa del mundo ofreció a sus homólogos continentales un nuevo orden, lejos “de las ideologías del pasado”. “Nuestras naciones deben liberarse de los viejos argumentos, debemos compartir la responsabilidad del futuro. Este cambio es un punto de inflexión para toda la región”, afirmó Obama.
Su discurso planteó una agenda práctica, basada en el desarrollo de la energía y la lucha contra la pobreza, pero también en el reconocimiento de los capítulos oscuros de la historia de Estados Unidos en la relación con sus vecinos. “Es la primera vez en medio siglo que se han reunido todas las naciones americanas. Seguirá habiendo diferencias significativas, pero no estamos atrapados en la ideología, sino interesados en el progreso”, remachó.
La respuesta de Raúl Castro procedió de otro universo, posiblemente de otro siglo. El viejo revolucionario rompió todos los moldes del protocolo, se excedió con largueza en el tiempo (“por las veces que no me dejaron hablar”) y defendió su causa con pasión, golpeando la mesa, soltando los papeles del discurso, mirando desafiante al plenario. Raúl fue un Castro. Entonó un canto a la “lucha contra la opresión”. Desde la bota colonial hasta el golpe contra Chávez pasaron por su discurso. Hubo momentos en que sus palabras fueron un puro recordatorio personal, sobre todo al tratar la fallida invasión de Bahía Cochinos (“sabíamos tirar, pero no hacia dónde”) o el truncado mensaje de John F. Kennedy para iniciar un diálogo con Cuba.
El presidente cubano exoneró al estadounidense del historia ‘imperialista’, “una nueva era ha echado a andar”
Situado en los antípodas del pragmatismo de Obama, el líder cubano defendió con uñas y dientes su ideología. “Hay que seguir luchando, seguir perfeccionando el socialismo”, afirmó. Pero detrás de ese enroque discursivo lanzó con maestría el mensaje clave, aquel que ha dado sentido a la cumbre y, más allá, a la nueva política estadounidense: «Obama es un hombre honesto (…) Hay que apoyarle en su intención de liquidar bloqueo”, sentenció Castro, exonerando al presidente estadounidense del historial “imperialista” y confirmando que una nueva era ha echado a andar.
No serán tiempos fáciles. Para los países emergentes este ciclo nace bajo el signo de la crisis. Agotado el modelo que encendió los motores económicos de Latinoamérica, el desaliento se expande por sus capitales. Argentina y Venezuela se hunden en la recesión, Brasil ha entrado en pánico, y México es aún incapaz de superar su anemia crónica. Sobre este horizonte, oscurecido por la caída del precio del petróleo, Obama ha planteado una política basada en el acercamiento y, lo que es más importante, en la enorme capacidad de Estados Unidos, resurgida de una larga hibernación, para detonar la economía del área. El momento no puede ser mejor para la potencia norteamericana. No sólo el sur necesita más que nunca su apoyo, sino que China, su rival planetario y protagonista en los últimos años de una descarada penetración en su tradicional zona de influencia, ha bajado el ritmo y da muestras de fatiga. El presidente estadounidense, posiblemente con la vista puesta en su entrada en la historia, no ha dejado escapar la oportunidad.
El encuentro ha estado marcado por la sequedad, evitando abrir una fractura innecesaria entre sus bases más militantes
En el centro de la jugada se ha situado Cuba. Washington ha dejado atrás la política del aislamiento y ha empezado a desandar décadas de distancia. Pero más allá, la Casa Blanca ha expandido el mensaje de que un nuevo orden latinoamericano es posible. Para ello ha movido sus fichas entre bambalinas, evitando la ostentación gestual. El mismo encuentro con Castro ha estado presidido por la sequedad. “Los abrazos se dan, en todo caso, por teléfono. Hacerlo en la calle y mostrar una efusividad excesiva”, apunta un presidente latinoamericano a este periódico, “no sólo es desconocer la distancia que aún les separa, sino abrir una fractura innecesaria entre sus bases más militantes”.
En este juego oculto, la cumbre representa un episodio, importante y sonoro, pero que no deja de ser una parada más en el trayecto. “Esas dinámicas requerirán plazos más largos, después de 50 años de enfrentamiento, no se van a resolver tan rápidamente”, señala otro dirigente latinoamericano.
La Casa Blanca ha expandido el mensaje de que un nuevo orden latinoamericano es posible, adiós al convulso siglo XX
Pese a la necesidad de un tiempo de maduración, la cita de Panamá ha permitido revelar una fotografía inédita en Latinoamérica y que será la que quede en la memoria histórica. Es la primera vez que uno de los padres de la revolución cubana, el gran faro de la izquierda radical, acude a esta cumbre, de la que había sido proscrito. Este logro, con el que bromeó el propio Castro (“ya era hora de que me dejaran hablar”), ha permitido a Obama duplicar la credibilidad de su propuesta, e indirectamente, ha suavizado las habituales invectivas del bloque bolivariano.
Aunque no faltaron las críticas a Estados Unidos procedentes de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina, ninguno de los presidentes (acudieron 34, solo faltó Michelle Bachelet a causa de las inundaciones en Chile) rechazó abiertamente el acercamiento a Cuba. “Muchas cosas han cambiado, estamos a las puertas de una nueva era”, llegó a reconocer el presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien, sin embargo, manifestó que no confía en Obama y exigió con acritud la retirada del decreto de EE UU que declara a su país amenaza nacional.
Este inusual clima llevó al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, a considerar irreversible este proceso. “Ha habido cambios sustantivos que hacen imposible sostener las políticas del pasado”, dijo. Esa sensación de territorio recuperado, abierto a la exploración, es uno de los logros de esta cumbre. Sin euforias, con algunos detractores y con la convicción de que el vendaval económico no amainará rápidamente, pero también con la certidumbre de que el convulso siglo XX queda cada vez más lejos de América.
‘Las mil y una noches’, metáfora de los cuentos de la ‘Guerra Fría’ en América, Panamá convierte a Barack Obama en el narrador de la historia marcada por ‘Sherezade’, Fidel Castro.