El PRI se sacudió por enésima vez. El destape de José Antonio Meade y su inminente candidatura para competir en la sucesión del presidente Enrique Peña Nieto (calificado “dedazo” por la forma), dejó “damnificados”. No solo por dicha forma, al viejo estilo (quizá nunca fue viejo), sino porque era una contienda de muchos participantes, con grupos de amigos, socios y aliados. Todos soñaban. Todos querían.
Los molestos sobran y expresan su descontento. Alegan o callan, según convenga. Pero debía preverse que tal definición no dejaría a todos satisfechos, menos a quienes apostaron todo en la interna. Aunado a eso, para ciertos grupos significa el entierro mismo, analizan personajes de ese partido en el ámbito local.
¿Cuáles grupos? Por ejemplo, el de Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, otro de los nombrados entre los posibles durante mucho tiempo. De él, recuerdan, no actuó contra el hoy senador Félix González ni contra el ex gobernador Roberto Borge, aun cuando conocía las denuncias. Podrán justificar que entre fugas y fueros el margen para actuar en consecuencia se redujo, aunque es notoria la poca voluntad política para castigar, insistirán algunos.
Ese análisis parece relevante por el contexto actual: exfuncionarios de ambos exmandatarios son detenidos; el panorama preelectoral toma forma rumbo al inicio de la contienda formal programada para el próximo 15 de diciembre, y los que hoy gobiernan deben consolidarse en el poder, lo que implica, entre otros asuntos, sepultar a quienes aspiran “de mala forma”.
Las tres anteriores aristas deben explicarse. En torno a la primera, dicen fuentes del PRI que ese grupo ha muerto por dos factores: Osorio ya no fue (menos los allegados), y durante los últimos días exfuncionarios de ambas administraciones señaladas han sido detenidos por el supuesto desfalco, mientras que Borge Angulo, recluido en Panamá, espera la extradición.
Además de eso, en el Congreso estatal analizan la viabilidad de juicio político contra más de 20 ligados a esa década. Entonces, el panorama para quienes tienen o tuvieron el aparente nexo es desesperanzador también en términos políticos.
La segunda: Los que no han sido denunciados ni les inquieta el juicio político, pretenden seguir con vida en un marco de competencia. “Son los que actúan desde las sombras”, asegura otro priista que conoce de corrientes.
Ese actuar desde las sombras podría aducir, inclusive, a aquellos que emprenden campañas de desprestigio contra los gobernantes, o peor aún, a los que intentan desestabilizar por medios más agresivos, recurriendo a la violencia política.
La tercera: El poder no se comparte, sino se ejerce. Las determinaciones judiciales, administrativas y político-electorales deben tender a “a mostrar el músculo”. Es una facultad exclusiva de la autoridad, pero en este ambiente, una obligación. Si aplican el rigor de la ley, de paso les ayuda en otros terrenos.
Meade movió fuerte el avispero en el estado.
Desorbitado
Habíamos adelantado en este espacio que la polémica acerca del hotel en construcción en un predio contiguo a Playa Delfines estaba lejos de acabar. Pero la discrepancia entre quienes se oponen al proyecto y quienes no, parece diluirse, porque los que han organizado manifestaciones en El Mirador no han logrado reclutar más inconformes.
Por un lado permea una realidad innegable: los constructores tienen todos los permisos de las autoridades competentes desde hace tiempo; y por el otro, se ha caído la versión del ecocidio, incluso en el tema de las tortugas muertas, ya que la Profepa determinó con claridad al respecto.
Durante las últimas protestas pocos han llegado, y las firmas no tienen el peso deseado para tales propósitos.