Han incorporado un nuevo virus a su arsenal con el que amenazan ahora a toda América, salvo Canadá y Chile, el zika. Se asocia con dos problemas graves de salud: el nacimiento con microcefalia de hijos de madres infectadas y algunos casos del síndrome de Guillain-Barré…
El papel desempeñado por los mosquitos “Aedes Aegypti’” en el desarrollo de los diferentes episodios de la historia de nuestro Caribe ha sido decisivo. De no ser por la malaria y la fiebre amarilla, hubiera podido tener otros finales. A estas enfermedades transmitidas por los moscos, se las llamaban “tercianas”. En un tiempo infestaban toda América Latina, pues, aunque ya se usaba la quinina para combatirlas, no existían, ni existe todavía, una vacuna que sirviera para frenar los estragos. La curación era larga y elemental. Muchos sucumbían a las fiebres o al tratamiento. Pero, peor todavía que la malaria, era la fiebre amarilla, transmitida por otro mosquito, hembra en este caso, peste para la que simplemente no había curación posible.
Los “Aedes Aegypti” nos han traído ahora el zika. Todos los americanos somos objetivos de esos zancudos, librándose gracias a sus condiciones climáticas y geográficas Canadá y Chile. La Organización Mundial de la Salud (OMS) es clara en sus últimos comunicados: “El virus del zika se expande de manera explosiva. El agente infeccioso está ya presente en 23 países de América Latina y Estados Unidos”. La directora de la OMS, Margaret Chan, quien ha convocado para este próximo lunes a su Comité de Emergencias para tratar el avance de esta infección, no anda con rodeos: Hasta el día de hoy se ha informado de casos en 23 países.
El virus, que normalmente causa una infección leve, se asocia con dos problemas graves de salud, el nacimiento con microcefalia de hijos de madres infectadas y algunos casos del síndrome de Guillain-Barré. La microcefalia consiste en un desarrollo anormal del cráneo y el cerebro del feto, lo que puede dar lugar a discapacidades en distinto grado; el síndrome es un trastorno neurológico que tiene un origen autoinmunitario que causa debilidad, pérdida de reflejos, entumecimiento, dolor y visión borrosa, entre otros síntomas. La relación entre el zika y estas complicaciones no está demostrada, pero su alta probabilidad ha hecho que se “pase de una amenaza leve a una de proporciones alarmantes”.
También ha recordado que el virus llegará a todas las partes donde hay mosquito “Aedes Aegypti”, que es el que lo transmite.
Es importante hacer mención a un artículo de Gabriel Paquette, que apareció en el Times Literary Supplement, donde reseña un libro aparecido en Inglaterra, “Mosquito Empires”. Su autor, J.R. McNeill, es un historiador empeñado en dar a la ecología y el medio ambiente un protagonismo en la historia de la que tradicionalmente han sido excluidos y que, según él, en buena parte han modelado y orientado con tanto (y a veces más) vigor que los seres humanos. El subtítulo del libro, “Ecología y guerra en el Gran Caribe”, indica que su investigación se centra en este territorio. Abarca unos 300 años, desde la llegada de los europeos a la región hasta la I Guerra Mundial. El héroe de la historia es el maldito mosquito, tanto el que propaga la malaria como la hembra que inocula la fiebre amarilla, y, si el profesor McNeill ha acertado en sus investigaciones, esta pareja ha hecho más para fraguar la historia de esa encrucijada de culturas, razas, lenguas y tradiciones que es el Caribe.
El Caribe que aparece en el libro de J. R. McNeill, según Gabriel Paquette, no es el paraíso turístico de las playas de arenas doradas, sino un mundo al que, en los barcos de esclavos procedentes del África, llegan en algún momento las hembras del “Aedes Aegypti” y se domicilian felizmente en las selvas desarboladas y convertidas por los colonos en haciendas cañeras. Al parecer, esta deforestación y erosión del suelo creó unas condiciones muy propicias para la supervivencia y reproducción de mosquitos y virus.
Partiendo de una historia minimalista y de diálogos rudimentarios, la película recrea una visión de la locura y la irracionalidad humanas que sirve de contrapunto a la riqueza exuberante, pero implacable de la selva. Los “Aedes Aegipti” son principales actores también en esta odisea.
Regresando a la realidad de nuestro Cancún, el frío y lluvia de un nuevo frente que viene del Norte nos acompañan este último fin semana del mes de enero. Los ‘moscos’ vuelven otro atardecer a atacar. Su ‘guerra’ prosigue y su protagonismo también. Están molestándonos para que no nos olvidemos que ellos siguen mandando en el Caribe.



















