Desde el Palco
Las campañas cerraron y en muchas partes del país fue en medio de un clima de tensión y con dos retos principales: que el Instituto Nacional Electoral pase la prueba que implican las 74 nuevas atribuciones, con las que se supone lo hicieron un organismo más fuerte que su antecesor y llevar a las urnas a una cantidad tal de mexicanos que venza al abstencionismo que en elecciones intermedias supera el 60%.
El saldo del actual proceso electoral, que en 10 estados de la República, entre ellos Quintana Roo, es la antesala a elecciones de gobernador el próximo año, puede medirse en varias vertientes. Por ejemplo es el más violento en varios años, pues de octubre a la fecha se registraron por lo menos 22 asesinatos relacionados con la disputa electoral.
Incluso, regiones donde tradicionalmente no aflora la violencia, como Yucatán, las cosas se polarizaron al grado de un enfrentamiento que derivó en dos muertes.
La violencia electoral es preocupante porque es señal que la política, entendida como el ejercicio del poder con la intención de resolver o minimizar el choque entre los intereses encontrados que se producen dentro de una sociedad, no ha sido empleado de manera eficiente por los protagonistas.
Y junto con el excesivo costo de los procesos electorales, el tema de la violencia debe estar sobre la mesa en el futuro inmediato, para buscar poner un alto a esas dos cuestiones que indignan a la sociedad.
El costo del actual proceso electoral, por lo menos el oficialmente contabilizado, asciende a $9,312 millones por concepto exclusivamente del financiamiento global de los partidos políticos. Se supone que de esa cantidad, se destinaron $1,974 millones a los gastos de campaña, pero ello no incluye recursos que quedan fuera de la contabilidad y que por allí se sigue propiciando la inequidad y canalizando financiamiento de procedencia oscura.
Para el país, que el próximo año enfrentará una mayor escasez de recursos por el desplome en los precios internacionales del petróleo, es una fuga que afecta a los intereses de la nación y privilegia a un reducido grupo que ha hecho de la creación de partidos políticos sin representación un jugoso negocio del que no rinden cuentas.
Los partidos políticos presumen de militancia, tienen que reunir a un número determinado de personas para fundamentar su creación, luego entonces que sea ésta la que financie las actividades partidistas, como ocurre en otras naciones con democracias consolidadas.
La violencia también debe extirparse de los procesos electorales con castigos fuertes a quienes la promuevan y participen en ellos. Las elecciones son el escenario para que los mexicanos elijan la que les parezca mejor ruta para llegar a mejores condiciones de desarrollo. La ruta que se elija en medio de la violencia seguramente no será la mejor.
PLATEA
A diferencia de otras partes del país, en Quintana Roo los electores saldrán a votar en un clima de paz y tranquilidad y es que el Caribe mexicano se ha consolidado como la región más segura de México, tal como lo destaca el gobierno canadiense en reciente informe, que ratifica reportes similares de la Secretaría de Estado de Estados Unidos.
Sin duda, es resultado del activismo del gobernador Roberto Borge Angulo, quien fundamentó su plan de consolidación turística en una mejor seguridad pública. ¡Salgamos a votar pues!
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