Tal como lo hicieran en 2016, cuando se consumó una alternancia histórica en Quintana Roo, los representantes del sector empresarial han presentado una propuesta interesante en el marco de la competencia electoral, que no debe pasar inadvertida.
Se trata de diversas acciones para exigir a los candidatos un juego limpio, incentivar el voto y vencer al abstencionismo, acaso el reto mayor si el análisis se acota a lo estrictamente político, pues en el plano global prevalecen otros, como la inseguridad.
En esta ocasión están conscientes de que será una “elección de jóvenes”, y que además las reglas han cambiado para mejor, por lo que echan mano de las redes sociales, donde es más factible que la juventud interactúe con los competidores o sus equipos de trabajo.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) precisan que en nuestra entidad hay más de 222 mil jóvenes, de entre 18 y 23 años, quienes representan más del 18% de la Lista Nominal de Electores, que supera un millón 208 mil ciudadanos con credencial para votar vigente, con base en el último reporte del Instituto Nacional Electoral (INE).
Pareciera exagerada la última frase del párrafo anterior, pero es lo que expresan los desilusionados del sistema en las encuestas, foros y frente a los mismos que hoy buscan su respaldo.
Esa situación ha provocado que sientan que su voto de poco o nada sirve; una mentalidad que pretenden revertir los empresarios mediante una diversidad de acciones específicas, entre las cuales destacan asistir a encuentros universitarios, recurrir a intervenciones urbanas, así como aplicar promociones y descuentos a quienes acudan a votar el próximo 1 de julio.
Los empresarios pues, como los ciudadanos, saben muy bien que los temas más importantes son la seguridad, el empleo, la movilidad, la recuperación de espacios y mejores leyes en torno a la gobernanza. Probablemente aparezcan otros, aunque son estos los que marcan la agenda de la estrategia ya citada y próxima a definirse en su totalidad.
Por lo mucho en juego las preguntas son obligadas: ¿Vale la pena participar? Es que no solo eso, también votar y exigir; para acabar con las pillerías clásicas, la simulación y los malos candidatos, que sin duda serán malos servidores públicos.
En definitiva, es otra oportunidad para avanzar. Hoy son las mujeres y los hombres de negocios de la Canaco, la Coparmex, el CCEC y más. Es posible que el ejemplo permee y en los próximos días sean las asociaciones civiles u otros grupos de presión.