En un contexto nacional de violencia e inseguridad generalizado es difícil asimilar los avances porque juegan diversos factores, como las estadísticas, que pueden ser engañosas; la probabilidad, que depende de circunstancias, o la percepción, que varía en un mismo territorio. El progreso en esta área debe difundirse, lo mismo que carencias y retos.
En entregas anteriores se expuso aquí la diferencia entre violencia e inseguridad. Y se enfatizó que si bien la primera perduraba, la segunda bajaba. Pero en los últimos días hubo buenas noticias respecto a la violencia.
Vale un brevísimo recuento: el viernes cayeron cinco en Cancún, a quienes la Ministerial les aseguró cuatro armas (tres R15 y una corta), cartuchos y dos vehículos. En la misma ciudad la Estatal detuvo a dos narcomenudistas, y además a otros dos con una granada.
Asimismo, la Municipal detuvo a dos más armados: uno había sido arrestado por robo de carros en Puerto Vallarta; y el sábado, en Tulum, atraparon a dos aparentemente vinculados con el intento de ejecución del mismo día en ese municipio. Todos fueron puestos ante la autoridad correspondiente.
A juzgar por las armas y los artefactos explosivos es muy posible que estén relacionados con ataques en la zona norte, donde la incidencia en ese rubro no había cesado hasta que se consumaron operativos conjuntos y estrategias integrales. Así se puede inferir que los resultados se deben a las patrullas entregadas por el Gobierno de Carlos Joaquín, al Mando Único o a la presencia de fuerzas federales. Se trata de más coordinación, mejores procedimientos y respeto a jerarquías.
No es casualidad que en el Benito Juárez de Remberto Estrada se den los golpes más efectivos y que a la par muestre cifras a la baja. La semana pasada publiqué que la mayoría de los robos se había reducido, y también algunos de alto impacto.
Tampoco debe ser un hecho fortuito que en el Solidaridad de Cristina Torres manejen mejores números ahora, cuando se desarrolla la exhibición “Fuerzas Armadas: Pasión por Servir a México”, ya que prevalece vigilancia especial. De hecho, los casos recientes en Puerto Morelos y Tulum podrían explicarse por el “efecto cucaracha”.
Dos ejemplos más: la semana pasada una encuesta del Instituto de la Administración Pública entregó porcentajes favorables para el gobierno de Laura Fernández en esta materia: el 14.9% asegura que la inseguridad proviene de la venta o tráfico de drogas, y apenas el 12.8% a la falta de presencia policiaca. El 35.4% dijo sentirse seguro.
La misma lógica puede aplicarse entonces en Cozumel, pero a la inversa: el ayuntamiento de Perla Tun fue el único que se negó a recibir las patrullas del gobierno estatal, y las secuelas en el ámbito están a la vista.
La seguridad debe analizarse en su justa dimensión.
Desorbitado
La aprehensión en Baja California de un exfuncionario de las últimas dos administraciones quintanarroenses, al parecer responsable de ilícitos, tiene que ver con justicia, pero es innegable que abonaría a mejorar la percepción en torno a la certeza jurídica, así como al combate de la corrupción y la impunidad. De comprobarse las denuncias, sería otro avance.