Me gustaría comenzar esta entrevista haciéndole una pregunta que puede parecer trillada pero que, me parece, merece una reflexión más profunda que la que los medios de comunicación
y ciertos sectores de la sociedad le han dado. ¿Cuáles son los retos que afronta la mujer mexicana actualmente y en su caso, además, chiapaneca? Creo que este siglo y este año han marcado un empoderamiento real de las mujeres. Estoy convencida de que el trayecto de tiempo en el devenir de las posiciones de las mujeres no es únicamente sexista.
La cuestión de paridad y de igualdad y el avance de las leyes, hoy generan la posibilidad de que la ley electoral marque un cincuenta por ciento de posibilidades de que las mujeres ocupen cargos de determinación, de participación, de opinión y de estar presentes en los espacios político legislativos. Sin embargo, el trecho que se ha caminado todavía no es suficiente, porque lo primero que se necesita para poder estar en estos espacios es atreverse. Yo creo que uno de los retos más importantes para la mujer es tener la valentía de atreverse. Por otro lado, a pesar de todo, aún existe un arraigado y profundo machismo en todo México, incluyendo el sureste; y en Chiapas también existe, por supuesto. Jamás he puesto mi género por delante de un proceso electoral; por el contario, he competido en igualdad de oportunidades y nunca he excluido a nadie por su género. Sin embargo, este momento de la vida política de nuestro país, nos obliga a las mujeres a ser participantes de la sociedad, pilar fundamental del núcleo más importante que es la familia. Desde hace mucho, a pesar del arraigado machismo, hay un matriarcado profundo en nuestro país y encadenado a eso yo he sabido desenvolverme también desde este ámbito. Ser mujer te obliga a tener muchos roles que te permiten siempre estar firme y en piso, tocar la tierra, porque hay roles insustituibles, como el de ser madre; mismo que a veces resulta difícil, porque los hijos nunca te ponderan ni te consideran en un cargo, únicamente te ven como su mamá, y por esta razón, a mí, además de que me gusta mucho ser mujer, me encanta tener la posibilidad de representar a muchas mujeres, creo en el apoyo piramidal y considero que cuando las mujeres llegamos a un espacio tenemos el gran reto de ayudar a crecer a más mujeres. Usted tiene dos hijas ¿de qué edades? Tengo a María Fernanda de 21 años y a Helena de 8, así que voy a antros y a piñatas… (dice riendo). ¿Qué concepto tiene usted sobre el éxito y cómo les enseña a sus hijas a ser mujeres exitosas? Para empezar considero que las niñas tienen que crecer en un ambiente de familia donde los principios y los valores sean fundamentales. Esos principios que a mí me dieron en casa y que han sido el pilar insustituible de mi vida quiero que ellas los tengan; pero finalmente es la decisión de cada quien y uno no puede tener siempre las riendas. Yo hoy a Helena puedo influirla de alguna manera; a María Fernanda de ninguna forma, porque es una mujer que toma sus decisiones, pero lo que me deja tranquila y muy feliz, es que les enseñé valores imprescindibles como el respeto, la libertad, el libre pensamiento y la importancia de la educación. A mí me enseñaron (y yo repetí el esquema porque creo en ello), que para ser grandes hay que creer en la humildad. A pesar de que la vida nos pueda dar oportunidades porque nuestro trabajo nos permite tener muchas cosas, yo les he enseñado a mis hijas que hay que aprender a valorar lo que uno tiene y sobre todo cómo se gana. Yo creo que mis hijas saben que deben tener una profesión que les permita estar en igualdad de oportunidades, porque a pesar de todo, la principal herramienta que les estoy otorgando para salir adelante en la vida es su educación. Como madre, como mujer, como política, deseo un mejor México para ellas y el precio que he tenido que pagar para lograrlo ha sido ausentarme algunas veces por largos periodos, tener que sacrificar tiempo con ellas. Soy una mujer comprometida con la vida pública de mi país y esto reclama constantemente mi presencia; he sentido muchas veces que hay momentos y tiempos con mis hijas que no regresarán jamás; y no es que los haya perdido, los aproveché para poder hacer algo por ayudar a México, para que cuando ellas tengan la oportunidad de tomar su propio camino sepan que vale la pena. Uno construye con su trabajo un patrimonio para su familia, independientemente del tipo de trabajo que sea, pero lo que se hace en política por el bien de nuestro país, también es para dejarle a nuestros hijos un mejor futuro y yo soy una convencida de eso. A pesar de haber sacrificado momentos cruciales que nunca volverán, estoy contenta con lo que hago y feliz de tener a mis hijas, que son dos pilares extraordinarios que conducen mi vida. Son las únicas capaces de cambiar un día difícil o un momento triste, en un sentimiento de alegría; una sonrisa de Helena o un abrazo de María transforman mi vida. A veces ellas me dicen que por qué no somos una familia normal y les contesto que porque seguramente hemos de parecer la familia peluche (dice riendo), pero hacemos un esfuerzo por ser lo más normales posible. Me gustaría que nos hablara un poco de su estado natal, Chiapas, que parece tener una maldición en cuanto a sus gobernantes. Cuando uno piensa que ya pasó el peor llega otro que nos sorprende. ¿Qué tipo de políticas públicas piensa usted que necesita su estado para salir adelante? Chiapas es un estado precioso, muy rico, pero entrelazado con una pobreza innegable. En Chiapas hay un altísimo nivel de marginación, lo que en verdad me apena. El índice de analfabetismo es todavía terrible, pero sobre todo, no hemos tenido la capacidad de generar una política pública que permita incorporar empleos o actividades de competencia a la iniciativa privada. Chiapas es un estado que vive del gobierno y obviamente el gobierno hace de los ciudadanos lo que quiere, con una perversidad terrible en el manejo laboral, los hace ser dependientes y esto resulta trágico porque no respetan la libertad de una incipiente democracia en el estado. La política pública es para una tierra fértil, en Chiapas a donde tires una semilla florece, pero resulta que no tenemos ni herramientas técnicas, ni humanas, ni capacitación, ni innovación tecnológica para poder hacer de esa tierra mágica el mejor de los instrumentos que apunten hacia una industrialización real, que haya, por ejemplo, un mejoramiento a través de la tecnología de la tierra; una mayor producción de café, que además era un orgullo del estado, la “mazorca de oro” que es (o era) nuestra gran producción de maíz, entre muchas otras cosas. El problema es que el tema del campo ha sido olvidado y para mí es una prioridad. Ante las enormes carencias alimentarias que hay en México, si en algún momento llega a haber un estallido bélico, lo más lamentable es que va a ser por hambre y Chiapas tiene una tierra tan fértil que podría, ante esta demanda y esta carencia, convertirse en el gran generador de alimentos del país. Sino lo vemos de esta manera la tierra va a morir y evidentemente, si muere la tierra, muere todo lo demás. Esta problemática sería la primera a la que yo apuntaría. En Chiapas tenemos también una magia importantísima en las manos artesanales, que transforman las piezas de manta no sólo en un colorido digno de fotografía, también está la parte pluriétnica que viene con una mística muy importante. Y sí, se ha explotado en parte el turismo pero no hemos generado infraestructura. Palenque es un polo turístico importantísimo pero no tenemos industria hotelera ni de comunicaciones, ya hay aeropuerto pero no tenemos líneas aéreas; entonces estamos ante un problema: nuestro estado tiene cosas bellas, pero si no le sabemos brindar al turismo la atención que necesita, nos visitan pero ya no regresan. Chiapas tiene todo, tiene minerales, tierra fértil, Pemex está asentado en cinco municipios de la zona norte; pero es un estado que necesita que se le quiera, que se sienta, que se conozca. Los últimos gobiernos que hemos tenido solamente han llegado a saquear lo que tendríamos que dejar como patrimonio para los chiapanecos. En Chiapas gobiernan quienes no son del estado y Chiapas tiene manos, mentes, pero sobre todo, ciudadanas y ciudadanos con una enorme capacidad y cariño por su tierra; los chiapanecos podrían hacerlo mucho mejor que quienes sólo han llegado a satisfacer sus intereses personales. ¿Por dónde comenzaría usted a realizar un cambio profundo en Chiapas? Lo primero que se tiene que garantizar es una vida digna para las ciudadanas y los ciudadanos en todos los aspectos. Soy una convencida de que la educación tiene que ser para todos. Me parece que la política pública educativa debe estar encaminada a crear más universidades para lograr que los jóvenes, que son nuestro mayor potencial y nuestra mayor población, puedan acudir a la escuela gratuitamente y no necesiten de palancas para ingresar a la universidad. Es increíble que la educación, que se anuncia demagógicamente como “gratuita”, no pueda ser para todas y todos. En Chiapas tenemos todavía considerables problemas en el sector salud porque nos hace falta mucha infraestructura. Hoy en día, siguen muriendo mujeres por el simple hecho de dar a luz, porque no tenemos hospitales ni centros hospitalarios que cumplan con un marco integral de salud. Yo empeñaría mi palabra para que esos hospitales tengan médicos, enfermeras, medicinas y especialistas. Ahora que hablaba usted sobre las mujeres que siguen muriendo en Chiapas por el simple hecho de dar a luz, me viene a la mente que en 1994, cuando estalló la rebelión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el entonces Subcomandante Marcos (hoy Galeano), declaró que una de las cosas que lo impulsó a levantarse en armas, fue que se la había muerto una niña en los brazos porque no tuvieron a la mano un “Mejoral” para bajarle la fiebre. ¿Cuál es, a grandes rasgos, su opinión sobre el EZLN? El origen del Zapatismo fue una necesidad absoluta por la falta de equidad, de políticas públicas y de atención a poblaciones indígenas recónditas que exigieron durante muchos años ser escuchados. Simple y sencillamente es una deuda que México tiene con esa región del sur y con esa zona indígena; sus necesidades, escritas en los manifiestos, son únicamente las peticiones de un pueblo cansado y agobiado de lo que hoy todo México está viviendo. Los zapatistas se adelantaron al momento, 1994 marcó la petición de un pueblo que exigía a toda luz el ser considerado como seres humanos, y hoy lo estamos viviendo todos en el país, todos quisiéramos gritar desde las montañas del sur y que se escuchara en todo México. Es una lucha justa que tal vez se perdió en su momento porque muchos grupos también se hicieron eco de lo que fue el ejército zapatista sin pertenecer a él; pero independientemente de eso, coincido plenamente en la ley de cultura indígena, en que la tenemos que trabajar, en que le tenemos que dar continuidad, en no poner oídos sordos a sus problemas y que en este país debe atenderse a todos los grupos. Los estallidos sociales se dan cuando los gobiernos federales no tienen la capacidad de escuchar. Durante toda mi vida, como política, como chiapaneca y como mujer, he seguido esta lucha como un movimiento que inició con un extraordinario proyecto que fue precisamente el rescate de la cultura indígena clavada en la tierra chiapaneca. Lo que más me gusta del EZLN es que su bandera es de paz, que su lucha sigue, que es un movimiento que pretende el cambio. Están callados pero quién sabe cuánto tiempo puedan permanecer así ante este grito de esperanza que surge de muchas gargantas, ante la desesperación de Ayotzinapa, de Michoacán, de Guerrero, de tanto abuso pero sobre todo de tanta corrupción; la inequidad de la extrema pobreza, junto a una “Casa Blanca”, a un avión presidencial costosísimo, al derroche en las casas de moda. Uno puede comprar según lo que ha hecho, lo que gana; no es malo tener, todos los seres humanos queremos el progreso; lo que no podemos permitir es la burla hacia la sociedad. Usted estudió ciencias de la comunicación durante su licenciatura, desde esta perspectiva ¿qué opina de los medios masivos de comunicación en nuestro país? Lamento mucho que los generadores de opinión pública la distorsionen de acuerdo a los intereses de los gobiernos en turno. Estoy convencida de que los medios se han equivocado en su estrategia porque han creído que hacer política es hacer telenovelas y la vida no funciona así. Si fuera utilizado de buena manera, el cuarto poder de la comunicación podría cambiar la directriz política en el país; esto ocurriría si algunos medios masivos de comunicación, lejos de ser cómplices del poder, abrieran la brecha de oportunidad y de alternancia política que a la sociedad le hace tanta falta. La libertad es un mandato constitucional que es violado constantemente en todos los terrenos, la libertad en México es inexistente. Los poderes fácticos, como los medios masivos de comunicación, pretenden que en la vida política, pública y social de nuestro México exista un sólo punto de vista: el de ellos, no una opinión pública. Creen que la gente es tonta y se les olvida que en México lo que sobra es inteligencia y mucho pueblo para tan poca, tan pobre y tan triste postura de los “profesionales” a los que compra el sistema, preocupados únicamente por los intereses de un pequeño grupo. ¿Nos podría hablar un poco de la asociación “Red Mujeres Por ti”, que usted fundó y preside? Es una asociación civil que trabaja por las mujeres. Ponemos un especial empeño en los temas de salud; tenemos algunos centros que se dedican a la rehabilitación. Lo único que necesitan las mujeres para salir adelante es sentirse seguras, entonces lo que intentamos a través de la red (que ahora preside mi madre, yo soy presidenta fundadora), es realizar dos cosas: primero, la asesoría en temas jurídicos y talleres que les permitan tener un modus vivendi, de manera que ellas se den cuenta que pueden ser proveedoras de su hogar; el segundo es el tema de la salud, porque dar atención médica es algo primordial en nuestro país. Trabajamos en campañas para donar sillas de ruedas, aparatos auditivos, operaciones para niños que nacen con problemas de paladar hendido y operaciones de corazón. Creo que una de las maneras más importantes de ser agradecido por todo lo que uno y sus seres queridos han recibido, es poder ayudar un poco a los que están pasando por un muy mal momento. ¿Qué les diría usted a los mexicanos que están desencantados de la clase política, que no encuentran opciones para que el país prospere y se sacuda de tanta pobreza, tanta corrupción y tanto abuso? ¿A esos ciudadanos que el 7 de junio van a ir a anular su voto o simplemente no van a votar? Les diría que anular su voto es precisamente seguir apoyando al partido que gobierna, lo único que se logra anulando el voto es que ganen los mismos de siempre. Estoy de acuerdo en que la sociedad esté inconforme, ha sido demasiada burla, demasiada corrupción, ha sido un robo absoluto lo que hemos vivido en el país en las últimas décadas, pero también, la esperanza tiene que latir con un sentido fuerte. No podemos doblarnos ante tanta incertidumbre, hoy, más que nunca, el valor del voto de los ciudadanos tiene que hacerse notar, si no nos unimos vamos a dejar que los mismos de siempre sigan gobernando. Yo sé que suena idealista y que es una lucha muy difícil, pero bueno, Anthony Quinn, siempre decía que si las cosas se hicieran fácilmente cualquiera las haría. Yo creo que este es un momento en que la fuerza mayor no la tiene un pequeño grupo, que es el que gobierna; quienes están en el poder son una minoría comparados a tanto pueblo que representa a este país, y si pudiéramos realmente unirnos, rescataríamos este gran poder para dárselo a quien realmente está capacitado para ejercerlo. Ir a votar, además de que es una obligación como ciudadano, puede ayudar también a cambiar la historia, y ésta se puede escribir de una manera diferente si todos aquellos que hoy tienen resentimiento, rencor, que ven en los políticos (y tienen razón), falta de atención, falta de interés, falta de escrúpulos, estas mentiras que día a día se convierten en verdades absolutas porque así nos las quieren hacer ver… si estamos cansados de todo esto unámonos para terminar con esa clase política. Movimiento Ciudadano es un vehículo que permite simple y sencillamente empoderar la fuerza ciudadana para lograr que los intereses del pueblo puedan tener una alternativa distinta. Este es un momento para estar en pie de lucha, es un momento de esperanza, es un momento de oportunidad y es un momento con alternativas. Me gustaría terminar diciendo que, independientemente de mi actividad política (que me ha dejado grandes cosas, grandes tristezas y grandes amigos), este es un momento de profunda reflexión para mí y a diferencia de otras ocasiones, hoy estoy aquí porque creo que apostarle a una nueva oportunidad y a una nueva alternancia para construir un México mejor nos corresponde a todos. – See more at: http://www.elciudadano.org.mx/entrevista/entrevistas/para-ser-grandes-hay-que-creer-en-la-humildad#sthash.nDIdBqT4.dpuf