En Cozumel se cocina un experimento electoral que, si bien funciona, puede reivindicar el papel que durante los últimos años han jugado las nuevas generaciones de jóvenes en la política. Sobre todo en Quintana Roo, que lo hemos vivido -y padecido- muy de cerca.
Con Pedro Joaquín Delbouis como su candidato externo a la Alcaldía cozumeleña, el PRI le apuesta no tanto a su experiencia política, pues su formación -bastante sólida- es más bien empresarial, sino a dos cualidades innatas que el hijo del poderoso secretario federal de Energía posee: una impecable formación profesional y haber tenido siempre, desde la cuna, acceso a una de las fortunas familiares más respetables de México.
Y no es que un político pueda resultar bueno si es educado, o malo si no creció en la abundancia, sino que el problema que ha caracterizado a nuestros más recientes exponentes de esa nueva generación política de la que tanto se jactó Peña Nieto antes de que cayeran como fichas de dominó en el descrédito, es que no cuentan con ambas cosas a la vez. Y ahí es donde perdieron el rumbo, el prestigio y hasta la libertad, varios de ellos.
Porque los jóvenes políticos bien educados pero con limitaciones económicas desde la infancia, resultaron -en su mayoría- con una gran necesidad de hacerse de dinero fácil y malhabido. Y los pudientes desde nacimiento que llegaron al cargo a robar, pues es evidente que no mamaron suficientes principios morales y valores éticos, al sucumbir a la ambición de hacer suyos presupuestos públicos y patrimonios gubernamentales.
Un botón de muestra de lo anterior, Pedro Joaquín Jr. lo ejemplifica tan sólo en la solidez financiera en que dejó la Fundación de Parques y Museos de Cozumel, su último cargo público antes de ser invitado por el PRI a participar como su candidato a la Presidencia Municipal. De haberla recibido con 58 millones de pesos en las cuentas en 2016, la dejó al salir con 110 millones. No sólo no desvió un solo peso como lo hubiese hecho sin duda otro en su lugar, sino que entregó más del doble del presupuesto que recibió.
Ex líder de diversas cámaras empresariales de Cozumel a su corta edad y exitoso operador de los múltiples negocios familiares, Joaquín Delbouis se ha ganado a pulso una indiscutible fama de honestidad y trabajo. En la Isla de las Golondrinas, nadie, ni siquiera los que ahora son sus contrincantes políticos, pueden decir lo contrario.
Estas cualidades le han servido para entrar al proceso electoral de este año como cuchillo en mantequilla, con un altísimo grado de aceptación popular entre los cozumeleños, que han padecido los últimos años las consecuencias políticas y económicas de haber elegido para gobernarlos a una persona sin educación y, para colmo de males, sin buena fortuna desde la cuna. ¿El resultado?: doblemente desastroso.
Abanderando a la “Coalición por Quintana Roo” que encabeza el tricolor, Pedro Joaquín Jr. enfrentará en las urnas el próximo 1 de julio a las aspirantes de la alianza “Juntos Haremos Historia”, Juanita Alonso Marrufo, y “Por Quintana Roo al Frente”, la actual alcaldesa Perla Tun, quien busca repetir, como si estuviera segura de haber hecho un buen trabajo y la sociedad cozumeleña quisiera otros tres años más de ella.
¿Funcionará en la isla más grande de Quintana Roo el experimento electoral de reivindicación de los jóvenes en política? Creemos que sí.