Las veleidades y complicaciones de la coalición Juntos Haremos Historia en Quintana Roo y en particular del confesional PES muestran un inverosímil empeño en dilapidar la poderosa ventaja que significa tener una foto con Andrés Manuel López Obrador, dueño de Morena para mostrar en campaña.
Mientras el líder estatal hace pucheros e insiste en separarse de la alianza con Morena y el PT e irse con su PES a otra parte –circunstancia que, de manera por demás egoísta, sólo podría garantizar la diputación plurinominal para el cabecilla– la afectación en la pugna por la presidencia municipal de Othón P. Blanco se potencia, pues sigue la incertidumbre sobre la postulación de Carlos Mario Villanueva Tenorio –no se ha descartado a Hernán Pstrana Pastrana–, que suma y suma negativos a su de por sí desgastada figura. ¿El beneficiario? El sólido y ya prácticamente incuestionable candidato Fernando Zelaya Espinoza, abanderado de la coalición Por Quintana Roo al Frente.
El INE ya le negó a Encuentro Social el permiso para escindirse de la extraña alianza que, por cierto, ya incomoda bastante a las izquierdas, pues si algo en la masacre de periodistas contra el “Peje” en Milenio Televisión puso en apuros a “ya sabes quién” fue el conservadurismo de extrema derecha de los neopentcostales, que se han opuesto a todas las posturas con el menor tinte progresista de los otros dos miembros de la triada, que se suponen de izquierda: en especial, tras declararse algo así como heredero único de Benito Juárez, el sempiterno aspirante presidencial no supo justificar el maridaje con un instituto que ha propuesto revertir la Constitución de 1857, ¡la de la reforma juarista! Ese bodrio es el partido del cachorro Villanueva.
El activo diputado local con licencia Fernando Zelaya no padece dichos severos problemas de identidad de los partidos que lo postulan PAN, PRD y MC–, los líderes locales se han mantenido disciplinados con las decisiones de sus dirigencias nacionales y la complicada postulación de José Luis “Chanito” Toledo en Cancún es el botón de muestra.
También se ha cuestionado mucho el otro valor: Carlos Mario, con la estructura del PRI a su servicio, pudo capitalizar el intangible respaldo de su padre Mario Villanueva Madrid, casi santificado por la vieja clase política, pero que para los millenians no significa mucho más que la estampa del Santo Niño de Atocha ensartada con una chinche en el ropero de la abuelita. Sin duda que solo el “Ingeniero” no hace alcalde a su hijo, y la verdad es que el PES es algo así como un mito urbano.
Pocas posibilidades de repetir para el peor alcalde de la historia de Chetumal, de lo que por cierto los electores actuales sí se acuerdan… ¡y muy bien!