Puerto Morelos cumplió el sábado dos años como municipio. Las autoridades de los tres niveles han coincidido, en diversas oportunidades, en que dos palabras definen dicha etapa: transformación y evolución.
La explicación de ambos procesos se debe a la concatenación de esfuerzos por sacar adelante al municipio más joven del país, en tiempo récord. Es que ha habido un interés especial por este rincón que hoy se presenta como ejemplo en múltiples áreas.
Porque para nadie es un secreto que se intentan evitar los errores cometidos principalmente en las ciudades vecinas, donde imperó el crecimiento irregular, la devastación y la marginación de amplios sectores.
“Aquí nadie es testigo pasivo de nuestra historia”, “aquí todos somos protagonistas de la historia que juntos estamos construyendo” o “tenemos que reconocer y agradecer la perseverancia y la voluntad a toda prueba de las generaciones que nos antecedieron”, fueron frases de la presidenta municipal, Laura Fernández Piña, en el discurso alusivo durante la VI sesión pública y solemne, las cuales resumen esa visión.
Los portomorelenses deben sentirse orgullosos de lo que han logrado. Con insistencia en este espacio se ha recordado que la antigua aldea de pescadores, perteneciente hasta hace dos años a Benito Juárez, fue planeada para rastros, panteones y cárceles. Años después, con la consolidación turística de la región, fue tratada como traspatio del poderoso destino Cancún.
Ha cambiado su posición en el mundo. Hace dos semanas, aquí En Órbita se presentó un balance de los números turísticos de la marca “Puerto Morelos” tras la sustitución del desfasado registro “Riviera Cancún”, y particularmente desde que se convirtió en “Pueblo con Encanto”. Pero ese rubro -puntal indiscutible- no ha sido el único.
“Leona Vicario, Central Vallarta y lo que hoy es la cabecera municipal pasaron de ser sitios sin brillo, a formar parte de un municipio con luz propia que se perfila como una tierra modelo a nivel estatal y nacional”, enfatizó la presidenta que conoce muy bien el derrotero de estas comunidades.
“Lo mejor está por venir”, ponderó ella misma. Y es en esa misión, más unidad se necesitará. Debe ser, como lo han presumido, el testimonio fiel de un esfuerzo colectivo, que no deje rezagados a los estratos tradicionalmente menos favorecidos, que dé cabida a los empresarios socialmente responsables y que ignore las cuestiones partidistas cuando se trate del bienestar común, el cual no debiera admitir distinciones.
En los círculos políticos, empresariales, académicos y artísticos ven algo más que una celebración de apenas dos años: están celebrando el inicio de una nueva historia con la huella de todos.
Como dicen, ojalá lo mejor esté por venir