Eduardo Espinosa Abuxapqui la tiene difícil en su aspiración por obtener la candidatura del PRI para la gubernatura. A seis meses de que el partido hegemónico elija a su hombre de unidad, el presidente municipal de Othón P. Blanco no está muy bien parado, aun cuando su gestión es calificada aceptable en diversos círculos políticos.
Si bien el capitalino fue primero en decir “yo quiero”, durante los primeros meses administró desorientado, incluso aislado, un tanto por desobediente y otro tanto por las condiciones en que le dejaron la Comuna: en bancarrota y con innumerables problemas. Esto, pese a toda su experiencia, presumida por él mismo.
Lo cierto es que no le alcanza. No por falta de méritos ni por incapacidad, sino porque a Abuxapqui se le ha vinculado con personas “non gratas”, porque le faltan los contactos, porque ha tenido oportunidades que no ha sabido aprovecharlas y porque en el juego de la fidelidad no ha sido un militante ejemplar.
Su currículo es de los mejores, pero en sus diferentes encomiendas se ha aferrado a la ambición personal y no a los objetivos grupales, acusan los que saben. De hecho, durante los últimos días ha pretendido denostar el trabajo de dos homólogos que suenan para la sucesión de 2016, como aquellas de la experiencia abultada y que él no realiza campaña fuera de su municipio.
El asunto es que –lamentable para él–, además de los aparentes desacatos que le achacan, no gobierna uno de los municipios con mayor población votante, como Benito Juárez, donde gobierna otro que suena: Paul Carrillo. El sureño, un “político de experiencia”, bien sabe la importancia de ese polo, pues en la pasada administración estatal fue representante del Gobierno del estado en la zona norte.
La desventaja frente a Carrillo de Cáceres, es que este sonríe y le ve mucho más de la mitad del padrón electoral, y gobernar en la llamada “joya de la corona” es una ventaja competitiva que ya quisieran los demás “suspirantes”.
Paul ganó en 2013 con 95 mil 310 votos, lo que significó un triunfo de 2 a 1 al PRD, cuando entonces ese partido sí representaba una oposición real. Debido a ese triunfo holgado pudo forjar un proyecto con jóvenes, sin excluir a operadores experimentados. Arrasó con la oposición al sacar al sol azteca del Ayuntamiento (con dos trienios), conseguir ocho diputados y poner a ocho regidores. A lo que voy: el equipo de Cancún tiene elementos que han sabido perder; que saben enfrentarse a la oposición, combatirles de frente y vencerlos.
Contrario a lo que pasa en Othón P. Blanco, donde el PRI es “amo y señor”. Abuxapqui movió un dedo para ganar y gobernar le ha costado menos si se compara a lo titánica de la tarea que representa en Benito Juárez.
Como Abuxapqui, Paul también debió sortear las dificultades económicas heredadas por sus antecesores, aunque la administración del norte ha obtenido reconocimientos internacionales por el manejo de las fianzas, como lo han difundido calificadoras como Moody’s y Fitch Ratings, mientras que en el sur la deuda total supera los 500 millones de pesos y apenas se buscará refinanciarla.
Las mismas diferencias abismales ocurren cuando se contrasta la realidad de Eduardo Espinosa con la de Mauricio Góngora, de Solidaridad, uno de los mejor parados rumbo al 2016. Mientras el de Solidaridad recibe premios nacionales por su buen gobierno, reduce la incidencia delictiva e incrementa la promoción turística mundial, el otro no logra avances en estos temas, valorados por los ciudadanos. Las cifras son claras.
Aunado a lo anterior, hay un aspecto que debe destacarse: en el marco de la Fenamm y la Conam, Góngora gestiona mejoras también para el sur en su calidad de representante de los otros nueve presidentes, los cuales lo eligieron precisamente por su destacado desempeño.
Insisto, el capitalino debe saber que la experiencia no basta. La lealtad, los resultados y los pronósticos son muy importantes, y en ello está perdiendo.