Sergio Flores Alarcón y Alejandro Noya Argüelles son candidato titular y suplente, respectivamente, a la diputación federal del Distrito 01. Son abanderados del PRD y, en su discurso de campaña, muy de manual de izquierda, hablan de mejoras sociales indispensables, entre ellas la de la educación superior obligatoria y gratuita y la disminución de la tasa del IVA del 16 al anterior 11 por ciento.
Recorren las calles de la ciudad haciendo esas propuestas y parte de lo que ahora se llama “campaña de aire”, cuentan con un despliegue de decenas de fotografías pegadas en las camionetas de transporte de pasajeros de la empresa Turicun, de la cual es socio por extensión (hereditaria), el segundo de esta dupla.
Cuando llevan sus propuestas a la calle, se han cuidado de no hacerlo en las inmediaciones de la Universidad Politécnica de Quintana Roo (Upqroo), que se encuentra en el `Arco Bicentenario´, más conocido como el `arco vial´.
Y es así porque hay un grave problema social que está a su alcance colaborar para atenuarlo, pero que en realidad no es importa porque sus dichos sobre la educación superior son de una impostura evidente y su propuesta de pagar menos impuesta, tiene más bien que ver con sus intereses empresariales y nunca ciudadanos. Son, luego entonces, unos impostores de la política y están sueltos.
Los directivos de la Universidad Politécnica de Quintana Roo han intentado gestionar con las empresas transportistas, entre ellas desde luego Turicun, que establezca una ruta que pase por la zona donde se encuentra esa institución educativa.
Se trata de una escuela de nivel superior que abre sus puertas para unos 400 alumnos en cada ciclo escolar. Es prácticamente gratuita, pues sus precios de inscripción y mensualidades son simbólicas. Acuden jóvenes de escasos recursos, que quieren formarse en alguna de las cuatro ingenierías y dos licencenciaturas que ofrece.
El dato grave aquí es que la deserción académica es de un 50 por ciento y es de las más graves que presenta alguna escuela de nivel superior del sector público en la entidad. La razón es muy evidente para los directivos de la escuela.
Antonio Morales, director de “Captación Académica” de la Upqroo, explicó a este reportero que los jóvenes se ven obligados a pagar un taxi la mayor parte de las veces que acuden a la escuela.
La ubicación resulta complicada para la mayoría de la población estudiantil y entre ellos se organizan para apoyarse usando un vehículo para varios, pero se reconoce que una de las causas directas de esa deserción es precisamente la falta de un transporte público accesible.
Es bien conocido que el estacionamiento del `Super Akí´, que se encuentra en la avenida Chac Mool, es una especie de punto de reunión de padres de familia que llevan a sus hijos e hijas a la Upqroo, pero esperan allí a la mayor cantidad de compañeros, para llevarlos en grupos, aprovechando un vehículo para varios educandos.
Esa es la solidaridad de alumnos y padres de familia, pero hace todavía más notorio el engaño de estos candidatos que están pidiendo el voto en la calle, pero protegiendo en realidad los intereses del duopolio camionero de la ciudad.
Turicun y Autocar, las dos empresas de transporte de pasajeros son, desde hace ya varios años, un dolor de cabeza para los ciudadanos.
Organizaron un programa de rutas que engrosa los bolsillos de los dueños con el agravio de los usuarios.
Concentran todas sus rutas en el primer cuadro de la ciudad y de hecho de la veintena de itinerarios que abarcan sus camiones, sólo uno no pasa por la avenida Tulum.
Con esta “organización” de rutas, obligan a los usuarios a utilizar dos o más camiones para hacer un recorrido de alguna de las colonias alejadas del primer cuadro de la ciudad, cuando una organización verdadera y no sólo consecuente con su negocio les permitiría a los pasajeros subirse a un solo camión, para llegar a su destino.
Obviamente que en una planeación acorde a las necesidades de la sociedad, sin menoscabo de la ganancia justa en el negocio, tendría que haber rutas muy rentables y otras que no lo fueran tanto, pero a final de cuentas se equilibraría la utilidad.
Sergio Flores Alarcón y Alejandro Noya Arguelles tienen a su alcance, en una simple gestión, ayudar a la comunidad de alumnos de la Upqroo, que por cierto abrirá un nuevo periodo de admisión el mes entrante, cuando 500 alumnos acudirán a hacer su examen de admisión.
No digamos que hagan un verdadero ejercicio de honestidad para hacer que en esa empresa, en la que tienen influencia, reordene todas sus rutas como les ha pedido la ciudadanía en numerosas quejas que datan de hace muchos años.
Pero que al menos pidan a los directivos de esa empresa que establezcan algunas frecuencias para aliviar la necesidad de numerosos alumnos, que acaban desertando porque no tienen para el taxi a diario para ir a la universidad.
De otra manera, de esos 500 alumnos, sólo entrarán 400 pues ese es el cupo, pero a final de cuentas sólo egresarán 200 al final de la carrera.
Se trata de un número importante de deserciones, que implican un desgaste más grande si se calcula el sueldo, equipo y materiales que eroga la institución para formar solamente a la mitad de los profesionales que podría producir.
Pero Turicun y también Autocar, han hecho una dupla en contra de los intereses de la ciudadanía, aliándose con gobiernos perredistas que no se atrevieron a tocarlos porque, como se ve ahora, también tienen intereses políticos.
Y esa es una verdadera impostura. Hablar de universidad gratuita y pública, pero negarse a establecer una simple ruta de camiones que pase por la universidad, sólo deja ver que su discurso es una mentira cínica. Si están en política es para cuidar los intereses de la empresa que les cuelga la foto para circular por toda la ciudad, menos en las inmediaciones del arco vial, donde está esa universidad. @Antoniocallejo