Vendrán días durante los cuales un número todavía indeterminado de servidores públicos abandonen sus cargos para buscar una candidatura. Serán prácticamente dos meses para las definiciones mayores. Ya suenen nombres de todas las fuerzas políticas, sobre todo en el Congreso del estado, donde se tejen múltiples alianzas, que configuran una correlación de fuerzas incipiente, rumbo a las elecciones del 1 de julio.
De acuerdo con el calendario, las posiciones quedarían definidas en febrero, cuando se esperan las licencias para los aspirantes. Ello dará a los suplentes cerca de año y medio de gestión, de no fracasar en el intento los titulares, quienes regresarían en ese caso a sus curules.
En unos comicios tan reñidos como los que se avecinan, por primera vez concurrentes con la elección federal, cualquier escenario que se plantee es posible. Inclusive, que bajen la mano quienes alzaron la mano prematuramente por instrucciones de más arriba.
Con pretensiones ya conocidas, los que suenan por partido son: Eduardo Martínez Arcila, Fernando Zelaya Espinoza y Mayuli Martínez Simón. Todos del PAN. En el Verde, José de la Peña Ruiz de Chávez y Carlos Toledo Medina. En el Panal, Ramón Padilla Balam. En el PRD, Emiliano Ramos Hernández y José Esquivel Vargas.
Ahora en Morena, Laura Beristain Navarrete. En el PRI, Leslie Hendricks Rubio, “Candy” Ayuso Achach y Raymundo King de la Rosa. Carlos Mario Villanueva Tenorio de Encuentro Social y el independiente Juan Carlos Pereyra Escudero.
Habrá tiempo y espacio para analizar posteriormente las maniobras de cada uno en un panorama que se antoja más aguerrido que antes. Porque las expectativas ciudadanas pesarán más que nunca y los jugadores saben a qué se enfrentan.
Lo que sucede en Quintana Roo no es exclusivo. Es una realidad nacional: ante de cerrar el 2017 más de 70 diputados federales de la 63 Legislatura habían solicitado licencia con el mismo propósito, ya sea para abanderar a su partido o por la vía independiente. Algunos de ellos, para incorporarse a gobiernos en un año netamente comicial, por lo que serían pieza clave de una estrategia.
En el Senado, uno de cada cuatro legisladores podría abandonar su escaño en este mismo periodo, lo cual convertiría a dicha Cámara en la mayor fábrica de “chapulines” del último cuarto de siglo. Hasta el último día del año pasado, ya tenía 35 suplentes (27.3%) y se prevé que pidan licencia otros 10, para aproximarse al 35% del total.
La carrera de un político –no solo representante popular– se basa en el ascenso; de lo contrario, no tendría razón de ser. Muchos de los intentos serán tan legales como válidos, aunque el ciudadano no debe perder de vista quién hizo la tarea y quién la debe, para elegir conforme. Es que con la transparencia de estos tiempos, no pueden sentirse embaucados por promesas.
No hay quinto malo
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