El caso de Juan Vergara Fernández ha ocupado y quizá ocupe por unos días las primeras planas de los medios de comunicación impresa y la mayor parte de los contenidos de las redes sociales. De su detención el viernes surgieron diversas versiones, algunas objetivas y otras descabelladas. Era imposible sustraer esta acción de la PGR de un connotación política. Estamos en tiempos electorales y cualquier hecho que pueda dañar al adversario es utilizado o se puede utilizar.
Primero se le imputó a Vergara el delito de lavado de dinero. El sábado, es decir, un día después de su detención, un juez de control no encontró elementos para acreditar esa imputación de la Pgr, y quedó libre para enfrentar su proceso en libertad por evasión fiscal.
¿Es Juan Vergara una blanca palomita? Con toda seguridad que no lo es. En todo caso, ¿quién lo es? En materia fiscal, todos los mexicanos somos sospechosos ante el Sistema de Administración Tributaria. Vergara declaró que tiene un convenio con Hacienda para pagar sus presuntos adeudos fiscales. Si es así, su detención no hubiera tenido razón de ser. Sin embargo, lo fue.
¿Se puede politizar la justicia? Siempre se ha hecho, sobre todo en este sexenio. El hecho de no guardar la secrecía de la investigación y revelar con bombo y platillos la identidad del ex secretario de Finanzas, le da fuerza al hecho de que se esté utilizando la procuración de justicia como un arma política. De hecho las autoridades judiciales lo presentaron como
Esto no es nuevo, de ninguna manera.
Vergara es precandidato a diputado federal por el Distrito 3 con cabecera en Cancún. Sobre este tema hay distintas versiones: unas dicen que ya no podrá ser candidato porque está sujeto a proceso. Y las otras opiniones aseguran que si puede seguir como candidato a nadie con presunción de inocencia se le puede privar de sus derechos políticos.
No hay que olvidar que Vergara fue postulado porl a alianza PAN-PRD, que tiene a Ricardo Anaya como candidato a la presidencia de la república, un fuerte crítico de las políticas económicas impulsadas por Meade, el candidato del PRI a la presidencia de la república.
Son muchas las interrogantes y muchas las incógnitas que rodean al caso que ha cimbrado a la opinión pública. ¿Se le puede despojar de su connotación política? Es casi imposible.
¿QUIÉN ES MILO?
Emiliano ramos ahora quiere que lo llamen Milo. Ya no sabe que hacer para posicionarse. Pero su imagen no le ayuda.
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