EL BESTIARIO SANTIAGO J. SANTAMARÍA
El día antes de la investidura, un gélido día de enero en Washington y Moscú, suena el teléfono rojo del Kremlin… “Vlad, el muro de 3.000 kilómetros que debo construir a lo largo de la frontera mexicana, va a costar más de lo que pensé”. “Tengo la solución Donald. Mira, el muro ya lo financiarán los decenas de millones de tus compatriotas que desde que ganaste las elecciones han buscado asilo político en México. Pero, mientras, te propongo que hagamos por fin aquello que Kennedy nos impidió hacer en 1962”. “Volviendo a Cuba, mi sugerencia como tu asesor en política internacional sería que dieras luz verde a la instalación de misiles nucleares rusos en la isla. Los apuntaríamos no a Estados Unidos, por supuesto, sino a México”. “Y le dejamos saber al muy probable sucesor de Enrique Peña Nieto, ese al que denominan Andrés ‘Manuelovich’ López Obrador, bien clarito, que en caso de que un narco o un violador, uno solo, cruce la frontera a tu país, Ciudad de México dejará de existir, y no digamos nada de Cancún, la Riviera Maya, Bacalar, Mahahual, Cozumel, Holbox…”. “¡Sabía que eras mi hombre, Vlad! ¡Eres genial! Adiós, Vlad. Creo, sabes, que éste es el comienzo de una bella amistad”. “Los que atacan al nuevo presidente de EE UU son peores que prostitutas…”
“¡Donald! Reconozco tu número en la pantalla del móvil. ¿Qué tal? ¡Y felicidades una vez más!”. “¡Gracias, Vlad! ¡Gracias! Sí, la bruja, Hillary Clinton, está en la cárcel y en pocos días la mandamos a la hoguera”. “Haces bien, Donald. Se lo merece, la hija de perra. Pero, ¿en qué te puedo servir, camarada?”. “Pues mira, mi querido Vlad, me da cosa reconocerlo pero no tengo a nadie en mi equipo que sepa un carajo de política internacional. Necesito tu ayuda”. “Hombre, claro. ¿Para qué son los amigos?”. “¿Serías mi asesor? ¿Te podría contratar como una especie de consejero en la sombra de seguridad nacional?”. “¡Por supuesto que sí! Lo haría encantado, ¡y sin cobrarte un rublo! Aunque quizá podrías construir un Trump Tower en Moscú y darme el 50% de las acciones”. “Faltaría más, Vlad. Trato hecho. Ahora, al grano. Primero, Cuba. Me cuentan que ese negro de mierda inició una apertura con Raúl Castro, que está todo en marcha para reanudar relaciones normales con la isla. ¡Tengo que parar ese tren!”. “Fácil, Donald. Me das Cuba. Vuelve a ser una colonia rusa”. “Ay, Vlad. ¿De veras harías eso por mí?”. “Sí, claro. No te molestará, supongo, que de paso recuperemos Ucrania, Polonia, Letonia, Estonia…”. “En absoluto. ¡Todos tuyos!”.
“¿La OTAN no nos lo complicaría?”. “A partir de mañana, mi querido Vlad, la OTAN deja de existir. Fue una de las promesas electorales que me sugeriste que hiciera, como recordarás. ¡Vlad, coño, tengo enemigos por todos lados!”. “No te preocupes, Donald. Si quieres, despide a los guardaespaldas del servicio secreto que tuvo el negro y te pongo un equipo crack de la KGB…”. “Ay, ¡no sabes cómo te lo agradecería…!”. “¡Sabía que eras mi hombre, Vlad! ¡Eres genial!”. “Y en cuanto a Siria…”. “Ah, sí. También me suena. País fronterizo con Rusia, ¿no?”. “Eso. Pues, mira, retira tus tropas de la zona, olvídate de ese lío, deja que mi fuerza aérea pulverice Alepo y aniquile a todos los habitantes de los territorios donde están los terroristas”. “Pero ese era mi plan secreto para acabar con el ISIS, ¡Vlad!”. “Okey, okey. Los aniquilamos juntos. Pero después, deja que yo instale un Gobierno títere allá con El Asad”. “¿Asad? Otro musulmán de mierda, ¿supongo?”. “Otro musulmán de mierda, pero mi musulmán de mierda, Donald”. “Hecho. Te lo doy. Mil gracias por todo, Vlad. Te seguiré consultando”. “De nada, Donald. Encantado. Hasta la próxima”.
Los primeros datos daban el triunfo a la candidata demócrata Hillary Clinton, quien se convertiría en la primera mujer presidente
“Trump y Putin, las matrioskas rusas”, el libro del escritor inglés John Carlin era de ficción tras conocerse los primeros datos de las elecciones de aquel ansiolítico ‘8 de Noviembre de 2016’, que daban el triunfo a la candidata demócrata Hillary Clinton, quien se convertiría en la primera mujer presidente de los Estados Unidos. Sucedería en el cargo a Barack Obama, quien dejaría la Casa Blanca el viernes, 20 de enero del 2017. Cuando estábamos cerrando la edición online de EL BESTIARIO, Magazine online diario, de aquel 9 de noviembre, CNN en Español, EL PAÍS, Fox, The New York Times… anunciaban al mundo que Donald Trump adelantaba a Hillary Clinton en votos de colegios electorales y era favorito para llevarse los 29 decisivos votos de Florida…
Una matrioska, matrioshka, mamushka o muñeca rusa es un conjunto de muñecas tradicionales rusas creadas en 1890. La originalidad consiste en que se encuentran huecas, de tal manera que en su interior albergan una nueva muñeca, y ésta a su vez a otra, y ésta a su vez otra, en un número variable que puede ir desde cinco hasta el número que se desee, siempre y cuando sea un número impar, aunque por la dificultad volumétrica, es raro que pasen de veinte. Se caracterizan por ser multicolores, o por la presencia de elementos decorativos en la pintura tales como jarrones o recipientes sostenidos por las muñecas. A veces las muñecas interiores son iguales entre sí, pero pueden diferenciarse en la expresión de la muñeca o en el recipiente que sostienen. Aún en el siglo XXI, en Rusia las matrioskas son uno de los principales souvenirs solicitados por los turistas. Como consecuencia de ello han aumentado su variedad, traspasando sus límites tradicionales. Se pueden encontrar matrioskas representando familias con mascotas incluidas; en algunos casos, la matrioska mayor representa al presidente Putin, y luego a sus predecesores en el poder, Yeltsin, los líderes soviéticos, incluso llegando hasta los zares. También se pueden encontrar matrioskas de iconos tales como futbolistas, Harry Potter, o diversos personajes populares, con el experdedor y hoy el 45 presidente ‘made in USA’, Donald Trump, el amigo de ‘Vlad’, Vladímir Putin, eterno presidente de Rusia.
Durante la ‘Perestroika’, en la última década del pasado siglo XX, las matrioskas que representaban a los líderes de la Unión Soviética se volvieron una variedad común. Empezando con la más grande Mijaíl Gorbachev, luego Leonid Brézhnev, (Yuri Andrópov y Konstantín Chernenko no suelen aparecer debido a lo corto de sus mandatos), luego Nikita Jrushchov, Iósif Stalin y finalmente Vladimir Lenin. Versiones más recientes empiezan con Vladímir Putin al cual le siguen Borís Yeltsin, Gorbachev, Stalin y Lenin. Se pueden encontrar otras versiones con el presidente George W. Bush al principio, seguido del primer ministro británico Tony Blair, Saddam Husein y con varios personajes conocidos como Los Simpson, Harry Potter o jugadores de fútbol. Los artesanos están ya preparando matrioskas más actualizadas de Donald Trump y su ‘Vlad’.
Tragicomedia que evoca los films ‘Teléfono rojo, volamos a Moscú’ de Stanley Kubrick, y ‘Bienvenido Mr. Chance’ con Peter Sellers
“Playing the Enemy” (en castellano titulado ‘El factor humano’ es el libro de John Carlin, que sería utilizado como guión de la película ‘Invictus’. La obra se centra en las acciones del presidente Nelson Mandela en 1995 durante la Copa Mundial de Rugby que tuvo lugar en Sudáfrica. Desde su alto cargo Mandela consiguió lidiar con blancos y negros para asegurar la unión de un país dividido por cincuenta años de odio racial y que se encontraba al borde de una guerra civil, mostrando también su inclinación por el deporte como método de unión entre ambos bandos. Para su elaboración se basó en varias entrevistas realizadas entre 2000 y 2007 a destacados personajes de la vida política y deportiva sudafricana, valiéndose además de su trabajo como corresponsal en Sudáfrica para The Independent. ‘Playing the Enemy’ fue posteriormente llevado al cine, sirviendo como base e inspiración al film estrenado en 2009 ‘Invictus’; dirigida por Clint Eastwood y Morgan Freeman interpretando el personaje central. Se menciona el poema de William Ernest Henley (1849-1903) escrito en 1875 y del que Mandela hizo uso en sus años de prisión para que le ayudara a sobrellevar su encarcelamiento. Los dos versos que cierran el poema son, quizás, los que mejor resumen el espíritu de libertad que se encuentra en su lectura: “Soy el amo de mi destino: soy el capitán de mi alma”.
“Trump y Putin, las matrioskas rusas” evoca un par de películas disparatadas. Aquella de Stanley Kubrick , ‘Dr. Strangelove’ en inglés, ‘Teléfono rojo, volamos a Moscú’ en español, en la que una secuencia de errores propiciada por un militar manifiestamente loco conducen el mundo al apocalipsis nuclear. Y ‘Being There’, o ‘Bienvenido Mr. Chance’, interpretado por el actor inglés Peter Sellers, en la que un jardinero atrapado en la infancia acaba siendo nominado para la presidencia de Estados Unidos. Independientemente de quién ganara la elección presidencial, la juerga ya ha estado servida. Una historia en el New York Times narraba que el régimen iraní ya no sentía la necesidad de animar a sus seguidores a quemar efigies del Tío Sam. El Gran Satanás se ridiculizaba solo. Los ayatolas dieron el visto bueno para que se transmitieran los debates entre Donald Trump y Hillary Clinton en directo en la televisión estatal. El New York Times citó a un analista iraní diciendo que no había mejor manera de demostrar lo “idiota”, “corrupto” y “repelente” que era el sistema político de la superpotencia.
A similares conclusiones habrán llegado los habitantes de la mayoría de los países del mundo, sean sus gobiernos déspotas o democráticos. Líderes como Trump se han impuesto por golpe de estado pero pocas veces por elección libre. Es inconcebible que en la Europa de hoy semejante bufón pueda llegar a ser un candidato serio al liderazgo político de su país. La prensa norteamericana ha intentado consolar a sus lectores comparando a Trump con Silvio Berlusconi. Nada que ver. Comparado con Trump, Berlusconi posee la solemnidad de Charles de Gaulle, la inteligencia de Winston Churchill, la sagacidad de Nelson Mandela y el tacto de la reina de Inglaterra. Ahora, si algo se ha demostrado es que Estados Unidos es definitivamente la tierra de la oportunidad.
Quizá lo que motive en el fondo a los analfabetos políticos que votaron por Trump sea la noción de que, si él puede llegar a la Casa Blanca, cualquiera de ellos podría hacerlo también. Si lo lograba como lo hizo, el show está garantizado. Cantinflas haciendo el papel de Calígula en la versión moderna del declive y la caída del imperio. Hillary Clinton no era un personaje ni cómico ni taquillero. Pero si en unas pocas horas ella hubiera sido declarada la vencedora de manera oficial, todos hubiésemos dormido mejor, incluso sentados en el sofá viendo las noticias en el televisor.
Para un sector pobre y marginado del electorado estadounidense un voto para Trump se convirtió en un gesto de rebeldía o desesperación
Me comentó un amigo residente en Boston, Massachusetts, que la guerra civil librada en los Estados no tan Unidos entre 1861 y 1865 ofrecía un espejo de la locura en la que se ha convertido la contienda electoral presidencial de su país en 2016. No tuvo que convencerme. Los bandos enfrentados en aquella guerra eran la Unión, liderada por Abraham Lincoln, y la Confederación. Las causas por las que se luchó fueron variadas y complejas pero la historia recuerda la guerra civil americana como una sangrienta disputa sobre la esclavitud. La Unión quería abolirla; la Confederación, preservarla. Cabe sospechar que la historia interpretará el fenómeno Trump, reducido a su esencia, como la expresión de impulsos racistas similares a los que motivaron a la Confederación de los Estados reaccionarios del sur en la guerra civil del siglo XIX. Sí, es verdad que Trump apela al resentimiento de muchos que se sienten excluidos de la prosperidad propiciada por los avances de la tecnología y la globalización. Es verdad que para un sector pobre y marginado del electorado estadounidense un voto para Trump es un gesto de rebeldía o desesperación, un “¡jódanse!” a la llamada ‘élite’ que representa la hija por excelencia del ‘establishment’, y otrora habitante de la Casa Blanca, la rica y cosmopolita señora Clinton.
Pero por más que muchos analistas insistan en querer visualizar a Trump como un general al mando de una guerra electoral antiélite, este no puede ser el quid de la cuestión. Se acepta como un hecho que la energía de la campaña de Trump proviene de hombres blancos de clase obrera, el núcleo de sus votantes. Pero lo que esta tesis antielitista (confeccionada, dicho sea de paso, por miembros de las élites) no explica es por qué, según todas las encuestas, la enorme mayoría de las mujeres, de los hispanos y los negros pobres y marginados rechazan a Trump. Si la enorme mayoría de los partidarios de Trump fuesen hombres blancos pobres sería imposible que las encuestas dieran una seria posibilidad de victoria en las elecciones al magnate neoyorquino. No existen ni de cerca sesenta y cinco millones y pico de votantes (aproximadamente la cantidad necesaria para conquistar la presidencia) en esta limitada categoría racial. Como infinidad de entrevistas en los medios estadounidenses han constatado, también hay un buen número de hombres blancos relativamente prósperos, de nivel educativo más alto que la media, que iban a dar su voto a Trump. (También hay mujeres blancas ahí, hasta un 25% del electorado, pero eso mejor dejarlo para los adeptos de la parapsicología.)
Lo preocupante es que el espíritu fratricida siga definiendo durante muchos años más la vida política del país más poderoso de la Tierra
Todo lo cual indica claramente que una corriente más primaria que el antielitismo impulsa el éxito de Trump y que esa corriente es el racismo. La visión alucinógena que tienen sus devotos más fervientes de lo que significa el lema de su campaña, “¡Hagamos que Estados Unidos vuelva a ser grande!” es la del retorno a un pasado segregado en el que los blancos no tengan que competir con los negros por los puestos políticos o con los inmigrantes por los puestos de trabajo; a una utopía aria en la que la prosperidad y la felicidad dependan del color de la piel. Los hechos demuestran que en el mundo real los votantes de Trump tienen como denominadores comunes el odio a Barack Obama, el desprecio a los hispanos o el miedo a los musulmanes. Hillary Clinton, cuyo género también despierta temor en los machos trumpistas, encarna la defensa del primer presidente negro de los Estados Unidos, de los hispanos y los musulmanes. Ella es la antirracista. Ella representa la versión contemporánea de la Unión hace siglo y medio; Trump a los racistas de la Confederación.
Lincoln y la Unión ganaron la guerra civil y acabaron con la esclavitud. La lógica, si es que tal concepto sigue teniendo relevancia hoy en día, indicaba que Hillary Clinton ganaría este martes. Lo preocupante es que, aun en tal caso, las fracturas sean ya tan irreconciliables que el espíritu fratricida siga definiendo durante muchos años más la vida política del país más poderoso de la Tierra.
Bon Jovi y Bruce Springsteen combatieron con sus canciones el miedo a la posibilidad de despertarse en la América de Trump y su ‘asesor’ Putin
Estados Unidos se encontraba a unas horas de volver a hacer historia. Lo dijo en la fría noche de Filadelfia la primera mujer negra en ejercer de primera dama sobre la que en horas podía ser la primera presidenta de Estados Unidos. Eso fue antes de que el primer presidente negro presentara a Hillary Clinton, ante más de 40.000 personas según los organizadores, en la ciudad en la que se fundó Estados Unidos. Se mirase donde se mirase, no se veía un milímetro de espacio, miles de personas congregadas, cerrando filas junto a Clinton y contra Trump allí donde los Padres Fundadores adoptaron la Declaración de Independencia y la Constitución del país. Hillary Clinton mostró músculo político al reunir en el mismo escenario a su marido, el expresidente Bill Clinton, al presidente Barack Obama y a la primera dama, Michelle Obama. Fue la gran despedida de la campaña demócrata -aunque Hillary acabara la maratoniana jornada con un mitin casi a medianoche en Carolina del Norte-, lo que da la medida de la importancia del Estado. Si Clinton dijo que los mejores días estaban por venir, Obama recordó que elegir a Hillary era perpetuar su legado. “Convertimos el ‘sí se puede’ en ‘sí, lo hicimos’”. Se quería combatir con optimismo el miedo a la posibilidad de despertarse en la América de Trump. Obama rechazó esa perspectiva: “Apuesto a que los americanos mañana dirán no al miedo y sí a la esperanza”.
Michelle Obama declaró no aceptar medias tintas. La primera dama dijo que no era momento de quedarse en casa y no acudir a votar. Como tampoco lo era ejercer un voto de castigo. “Si mañana acudimos a votar, Hillary será presidenta”, finalizó, para a continuación presentar a su marido, el presidente de EE UU, como el amor de su vida. Si Clinton calificaba a Trump de bomba de relojería, Obama se mofaba del candidato republicano al explicar que si su equipo de campaña no confiaba en él para tuitear -sus asesores le han cerrado la cuenta- cómo iba a ser posible que el país pudiera confiarle los códigos de las armas nucleares. “La elección en estos comicios está clara, hay que elegir entre división o unidad”, declaró Clinton. Teloneros de excepción de dos presidentes y dos primeras damas fueron Jon Bon Jovi y Bruce Springsteen. Ambos aportaron su frase para la posteridad. Bon Jovi animó a los presentes -como si hiciera falta- a hacer fotos porque tenían un asiento de primera fila en la Historia. Springsteen se dotó de una seriedad acorde con el peligro que representa un candidato misógino, racista e intelectualmente mediocre al decir que estaba allí para poder decir un día que había estado del lado correcto de la Historia. Esa Historia con mayúsculas que estaba a punto de suceder. Quedaban apenas unas horas.
“No creo que el magnate se relacionara con chicas de poca responsabilidad social aunque las putas rusas son las mejores del mundo”
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, manifestó, a menos de 100 horas de la llegada a la presidencia estadounidense de Donald Trump, que éste es víctima de una campaña política cuyo principal fin es “socavar la legitimidad”. Trump consiguió una “convincente victoria” en las elecciones y quienes lo atacan con acusaciones “falsas” son “peores que prostitutas”, dijo el jefe del Estado ruso, respondiendo a una larga retahíla de preguntas de un periodista de Life News, un canal de televisión que se distingue por su aguerrida posición en defensa de los puntos de vista del Kremlin. Putin discurrió sobre Trump y negó que el norteamericano hubiera sido espiado por los servicios de seguridad rusos durante su estancia en Moscú, en una rueda de prensa conjunta protagonizada por el presidente de Moldavia, Igor Dodón y Putin. La rueda de prensa duró 29,12 minutos y el tema Trump, totalmente ajeno a ella, se llevó un tercio de este tiempo. Putin utilizó un lenguaje coloquial y midió los epítetos y terminología que aplicaba a las prostitutas rusas.
El presidente ruso aseguró que le costaba creer que Trump corriera al hotel a reunirse con prostitutas rusas, teniendo en cuenta que se había dedicado a organizar concursos de belleza y se relacionaba con las “mujeres más bellas del mundo”. Putin hizo una breve pausa antes de calificar a las prostitutas como “chicas con baja responsabilidad social, aunque son las mejores del mundo, sin duda” y mostró cierta comprensión por su trabajo. La prostitución dijo “es un fenómeno social feo y serio”, y las “chicas jóvenes que se dedican a esto” lo hacen porque “de otro modo no pueden abastecerse de forma digna”. Y esto en gran medida es “culpa de la sociedad y del Estado”. Ahora bien, “la gente que encarga informaciones falsas del tipo que ahora se difunde en EE UU contra el presidente electo y las utilizan en la lucha política son peores que prostitutas y no tienen ningunas barreras morales”.
Un grupo de arqueólogos ha constatado que la matrioska maya, la pirámide de Kukulkán, alberga una tercera construcción en su interior
La pirámide de Kukulkán, en Chichén Itzá, Yucatán, México, sigue guardando algunos secretos. Después de que en 1930 descubrieran que en su interior ocultaba una segunda pirámide, ahora un grupo de arqueólogos e ingenieros han constatado que dentro hay una tercera secreta. Los investigadores del Instituto de Geofísica de la UNAM han hallado que una de las joyas de la corona maya es en realidad como una gran matrioska, esas muñecas rusas huecas que en su interior guardan más muñecas. Con este descubrimiento han probado que el templo fue construido en tres épocas diferentes: la más pequeña de las ‘hermanas’ sería de la etapa de los “mayas puros” entre los años 550 al 800 después de Cristo, la segunda correspondería al periodo transicional entre 800 y 1000, ahí comienza el estilo maya-tolteca, y la última, y mayor de todas, se construyó entre el 1000 y 1300, época en la que tuvo lugar la decadencia del asentamiento.
La última estructura se ha podido descubrir gracias a una novedosa técnica no destructiva de positrones y única en el mundo. Se trata de una “tomografía eléctrica tridimensional”. Esto consiste en colocar detectores alrededor de los diferentes cuerpos de la pirámide -10 en total, tomando en cuenta la base- y enviar corriente eléctrica al subsuelo mediante una serie de electrodos. Éstos permiten medir de manera simultánea la diferencia de potencial y, finalmente, la resistividad del subsuelo, según se detalla en el comunicado de la UNAM. “Se observa una rampa, seguramente una escalinata, y la probable existencia de un adoratorio. La altura de la más antigua (descubierta por los universitarios) es de alrededor de 10 metros, más el mencionado adoratorio, mientras que la encontrada en los años 30, es de 20 metros”, detalla el informe. Para dar a conocer el hallazgo, la UNAM ofreció una rueda de prensa con un amplio dossier de diapositivas para ofrecer todas las novedades que tienen sobre la pirámide de Kukulkán. Allí Denisse Argote, miembro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) valoró de muy importante el descubrimiento, ya que permitirá conocer con mayor precisión la cultura maya, es decir, “la población original que no ha sido influenciada por la del centro de México”.
Putin y Trump se reunirán el 16 de julio en Helsinki, Finlandia, al día siguiente de la final del Campeonato Mundial de Fútbol en Rusia
La primera cumbre bilateral entre el presidente de EE UU Donald Trump y el ruso, Vladímir Putin, ya tiene lugar y fecha. Los dos mandatarios se reunirán en Helsinki, la capital de Finlandia, el lunes 16 de julio, es decir al día siguiente de la final del Campeonato Mundial de Fútbol, que hasta ahora resulta un éxito de relaciones públicas para Rusia, su anfitriona. El anuncio del evento fue efectuado simultáneamente en Moscú y Washington, tal como se pactó la víspera durante la visita que el asesor de seguridad nacional estadounidense, John Bolton, efectuó a Moscú para despejar las incógnitas que aún quedaban sobre una cita largamente demorada. Sus dos protagonistas insisten en que el encuentro es muy importante para la seguridad internacional, pero el hecho mismo de que se celebre es ya un acontecimiento. Trump ya lleva año y medio en el poder y, por lo visto, la organización de su reunión con Putin ha resultado más complicada que la que mantuvo con el líder norcoreano Kim Jong-un.
En la diplomacia previa, Rusia y EE UU cotejarán sus respectivas y alejadas posiciones para identificar qué puntos son compatibles o bien ofrecen margen de acercamiento. Las impresiones iniciales apuntan sobre todo hacia los réditos mediáticos, dadas las discrepancias en temas como Ucrania, Siria, abandono estadounidense del pacto sobre el programa nuclear iraní y desconfianzas múltiples acumuladas, que alimentan una nueva carrera de armamentos. Rusia ha dejado entrever que tratará de minimizar el problema de Ucrania y sus representantes ya han repetido en múltiples ocasiones que “no hay nada de qué hablar” en lo que se refiere a Crimea (la anexión de aquella península en 2014). “En el transcurso de las conversaciones se planea debatir la situación actual y las perspectivas de ulterior desarrollo de las relaciones ruso-norteamericanas así como temas actuales de la agenda internacional”, señala una lacónica explicación en la página web del Kremlin. “Los dos líderes debatirán las relaciones entre EE UU y Rusia y el espectro de problemas de seguridad nacional”, señalaba a su vez un comunicado de la Casa Blanca. Durante su reunión con Bolton, Putin expresó su esperanza de poder comenzar a “restablecer unas relaciones plenas” entre los dos países. Por su parte, el asesor de seguridad de Putin, Yuri Ushakov, manifestó que en la cumbre se tratarían temas de estabilidad estratégica, control de armamentos nucleares, la guerra en Siria, la desnuclearización de la península de Corea, Siria, Ucrania y el pacto nuclear con Irán. Señaló Ushakov también que los presidentes podrían hacer una declaración conjunta sobre los resultados de la cumbre. Por su parte, el vicepresidente estadounidense Mike Pence dijo a la agencia Bloomberg que, en el “amplio espectro” que Trump piensa debatir con Putin, se incluyen las relaciones económicas entre los dos países y con otros Estados del mundo y también la supuesta injerencia de la Federación Rusa en los comicios estadounidenses.
Su Melanie se queja de que lleva varias noches leyendo ‘El espía que surgió del frío’ del británico John le Carré, descuidando su agenda oficial
Antes de su cita con el ruso, Trump asistirá a la cumbre de la OTAN que se celebrará en Bruselas el 11 y 12 de julio. Los presidentes de EE UU y de Rusia se han visto personalmente en dos ocasiones en acontecimientos multilaterales, la última vez en la cumbre de los países del Foro de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (APEC) en Vietnam. Putin hizo de nuevo hincapié en el potencial militar de Rusia como ya hizo en marzo durante su discurso anual sobre el estado del país. En una ceremonia de graduación de las academias militares en Moscú, el presidente y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas anunció que el Ejército ruso recibirá los equipos de misiles intercontinentales Avangard en el próximo futuro y los equipos Sarmat dentro de un año. Subrayó que estos complejos misiles son solo parte del “armamento moderno que multiplicarán el potencial del Ejército ruso”. El jefe del Estado subrayó además que muchos sistemas de armamento rusos “adelantan a los sistemas análogos extranjeros en años e incluso puede ser que en décadas”. Putin agregó que el sistema de aviación de último modelo Kinzhal está en fase de pruebas en el distrito militar del sur de Rusia. Según Putin, hace seis años la proporción de armas y equipos modernos en el Ejército y la flota no superaba el 16%, en la actualidad es del 60% y pasará a un 70% en 2021, según informó la agencia Tass. La ciudad de Helsinki, sede de la cumbre, fue en 1975 el escenario de la cita entre el líder comunista soviético Leonid Brezhnev y el presidente de EE UU Gerald Ford, acontecimiento que dio lugar a una época de distensión en la Guerra Fría.
Mientras tanto, el escritor inglés John Carlin prepara un ‘remake’ de su ingenuo libro de ficción y tragicomedia, “Trump y Putin, las matrioskas rusas’, como un documento histórico. El autor del inolvidable ‘Invictus’ de Nelson Mandela, confunde los deseos con la realidad de un Donald, rehén de un Vlad y sus putas rusas, agentes del Servicio de Inteligencia Exterior o SVR (en ruso: Служба Внешней Разведки, abreviado como CBP y transliterado como Sluzhba Vnéshney Razvedki). Creado en 1991 como continuación del KGB. Su sede central se encuentra en Yásenevo, Moscú. Tiene oficinas en todo el mundo. El Director actual del SVR es Serguéi Naryshkin, y se encuentra directamente bajo la dirección del presidente (Vladímir Putin), a quien le presenta cada lunes un informe de las novedades, pudiendo informarle con mayor asiduidad si la ocasión lo requiriese. Hoy en día el SVR no puede continuar reclutando agentes mediante las bases de la ideología comunista, que fueron el ‘pilar principal’ del reclutamiento por parte de la KGB durante la Guerra Fría. El ‘segundo pilar’, y quizás el más importante del reclutamiento, sea el amor a la madre Rusia.
Donald Trump anda estos días con sueño. Su Melanie se queja de que lleva varias noches leyendo ‘El espía que surgió del frío’ del británico John le Carré, descuidando su agenda oficial. Su argumento tiene como escenarios Inglaterra y Alemania, a principios de la década de 1960, dando una visión del espionaje de la época de la Guerra Fría dura y sacrificada. Su protagonista, un espía inglés llamado Alec Leamas, realiza una operación contra el jefe del contraespionaje de Alemania Oriental. Resultó ser que ésta era mucho más complicada de lo que creía… El inquilino de la Casa Blanca no se pierde estos días ningún partido de fútbol que los se disputan en la Rusia de Putin, entre ellos los protagonizados por México. Cristiano Ronaldo, el delantero del Real Madrid, propicia hace unas horas una apasionada conversación entre Trump y el presidente portugués. De Sousa dice en el Despacho Oval que la estrella lusa es el “mejor jugador del mundo” y el mandatario estadounidense bromea sobre la posibilidad de que el futbolista entre en la política.
El presidente estadounidense reveló que a su hijo Barron, de 12 años, le “encanta” el fútbol y “lo sabe todo de Cristiano Ronaldo”
Sentado cómodamente en el sillón, con las piernas cruzadas y apoyando la cabeza en la mano mientras observaba atentamente el espectáculo periodístico, el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, se convirtió en uno de los visitantes más inusuales de Donald Trump. De Sousa parecía ser amigo toda la vida del presidente estadounidense. Logró una complicidad casi instantánea. De Sousa, de 69 años, escuchaba y observaba relajadamente a Trump, de 72, mientras contestaba a un sinfín de preguntas de los periodistas. Incluso, se permitió tocarle el brazo en varias ocasiones y bromear. Consiguió que la conversación girara en torno a sus anécdotas. Trump aprovechó una pregunta sobre su reunión en las próximas semanas con el presidente ruso, Vladímir Putin, para felicitar a Rusia por su “fantástico trabajo” organizando el Mundial de fútbol. Y allí reveló que a su hijo Barron, de 12 años, le “encanta” el fútbol y mirar los partidos del Mundial. “Yo soy un poco seguidor de fútbol, pero no tengo mucho tiempo”, afirmó el mandatario estadounidense.
De Sousa decidió no desaprovechar la ocasión y propició una apasionada conversación futbolística… “No se olvide de que Portugal tiene el mejor jugador del mundo. Se llama Cristiano Ronaldo”, dijo. “De acuerdo”, contestó Trump. “Estoy seguro de que su hijo lo conoce”. “Lo sabe todo de él”. “Si llega a viajar a Rusia durante el campeonato, no se olvide de que Portugal sigue allí y quiere ganar el torneo”. “Así es. Lo están haciendo muy bien”. “¿Dígame cómo de buen jugador es él, Cristiano Ronaldo? ¿Está impresionado?”. “Estoy muy impresionado. Es el mejor jugador del mundo, Cristiano Ronaldo. En ese sentido creo que ha sido un éxito, estoy de acuerdo con usted, el campeonato”. “¿Y Cristiano alguna vez se presentará a las elecciones contra usted? Él no ganaría, lo sabe usted”. “Presidente, ya sabe, le debo decir algo: Portugal no es como Estados Unidos”. “Eso es correcto. Eso es correcto”. “Es un poco distinto”.
Las tradicionales partidas de póker en que acaban las renovaciones de Cristiano Ronaldo con el Real Madrid, se mantienen a pesar del Mundial. Siempre se tensan porque el Madrid cree que está renovando a Cristiano cuando lo que piensa Cristiano es que está renovando él al Real Madrid. Más o menos lo que va a ocurrir entre Donald Trump y Vladímir Putin, en la capital finlandesa sede de la primera cumbre Estados Unidos-Rusia. Las influencias del Este y el Oeste se encuentran presentes en la vida diaria de Helsinki. El argot local de las calles atestiguan un pasado bajo dominio ruso y sueco. Vladímir Putin llamó esta semana a Donald Trump para preguntarle sobre su lectura del ‘El espía de surgió del frío’. Dejó un tanto mosqueado a Donald Trump pues le informó que estaba releyendo ‘Pantaleón y las visitadoras’, una conocida novela del Nobel peruano Mario Vargas Llosa. La historia se desarrolla en la Amazonía Peruana, donde los efectivos del Ejército del Perú son atendidos por un servicio de prostitutas, a quienes llaman ‘visitadoras’. Según el propio autor, la obra se basa en hechos reales, según él mismo pudo constatarlo en 1958 y 1964, cuando viajó a la selva del Perú. Un ‘fucking son of a bitch’ se oyó en el Despacho Oval, tras enterarse de la obsesión por las putas de su homófobo Putin. “No me gusta la criptología rusa, aprendieron demasiado en La Habana, en tiempos de la Unión Soviética, con los cubanos, en el Reparto Flores, cercano a la Marina Hemingway…”.
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