Las campañas políticas a la gubernatura han iniciado con diferente ritmo y por razones de estrategia. Se entiende que el candidato de la alianza PAN-PRD, Carlos Joaquín González, inició con toda la estridencia que requería su rompimiento con el PRI y en el lugar donde considera que tiene su mayor capital y posibilidades, que es curiosamente el municipio de Othón P. Blanco.
Y decimos curiosamente, porque de forma tradicional, ese municipio y sobre todo su cabecera, Chetumal, tenían un espíritu `nativista´ casi generalizado, y ahora han adoptado a un candidato crecido y formado en Yucatán, en la persona de Carlos Joaquín. Pero se entiende el porqué de esa decisión, que corresponde al único municipio que presenta `focos rojos´ para la alianza PRI-PVE-Panal, pues es la demarcación que resintió los recortes presupuestales y de plazas laborales, en una ciudad cuya dependencia del aparato burocrático sigue siendo fundamental.
No por nada todavía es común ver en Chetumal a negocios privados, hoteles, restaurantes e incluso hogares, donde pende en un sitio especial la fotografía oficial del gobernador en turno.
Y la conocida adicción por los `Palacios´, que en otras partes del país tienen una denominación diferente, que rehúye las alusiones monárquicas. Como en Oaxaca, por ejemplo, donde el recinto burocrático del gobierno se llama: “Ciudad Administrativa”. Pero en Chetumal todo es un `Palacio´ y eso forma parte de la vida cotidiana. Hay `Palacio Legislativo´, `Palacio de Gobierno´, `Palacio Municipal´, `Palacio de Justicia´, y por si fuera poco, hasta `Palacio de las Pelucas´, que no es una cosa de significación menor.
El Centro de Convenciones de Chetumal se convirtió desde su inauguración en el `gran palacio´, donde se realizan los actos de gobierno más significativos y a donde los chetumaleños esperan asistir, desde luego recibiendo la respectiva `invitación´ impresa con sello lacrado.
Una buena parte de la población resintió los despidos en el gobierno del estado y se incubó una inconformidad, enteramente entendible y natural, que está aprovechando Carlos Joaquín, aunque queda claro que los números de ese municipio no dan para trastocar el resultado general. Eso que ocurre en Chetumal, en los demás municipios, sobre todo en la zona norte, ni siquiera es de conocimiento general.
Por eso es más curioso todavía que una ciudad con esos antecedentes, esté manifestando su interés por elegir al miembro de una de las familias que más habían combatido, cuando Chetumal fue el centro de influencia política más importante del estado. Un miembro del clan `Joaquín´, con más intereses en Yucatán que en Quintana Roo, y de paso promoviendo su origen privilegiado, no parecería un candidato natural para el sur del estado. Pero es una muestra de que puede más el rencor que el peso de la historia. Podría ser también un muestra de ingenuidad porque ¿podría Carlos Joaquín devolverles su empleo, inflar la nómina en tiempos de crisis? ¿O quizás esperarían que despidan a otros tantos para regresarlos a sus oficinas? Todo suena absurdo. Pero así es.
Un candidato ciudadano
Por su parte, Mauricio Góngora Escalante empezó con el `timing´ de quien quiere correr un maratón. No quemó todos su cartuchos desde el principio, y optó por un arranque de baja intensidad, aparentemente, porque la campaña se dirige en forma muy puntualizada a las bases del PRI, donde se concentra su `voto duro´.
Hay que hacer notar que, quizás desde Jesús Martínez Ross, Mauricio Góngora Escalante es un candidato 100 por ciento ciudadano. No pertenece a ninguna familia con influencia política en la entidad.
Se formó desde las bases más iniciáticas del PRI, militando en sus fuerzas juveniles y participando activamente en ese partido. Se ganó cada espacio que ha ocupado con trabajo denodado y sin recibir nada que no mereciera.
Entiende la importancia de las bases partidistas, que son las que generan los votos y es allí donde está concentrando su atención.
En el otro extremo, Carlos Joaquín intenta hacer una campaña muy abierta, dirigida a los ciudadanos en general, y de allí que haga énfasis en publicitarse masivamente con pendones, spot´s de radio y televisión, pues le queda claro que su rebanada del pastel de electores se encuentra fuera de los que se encuentran en alguna estructura partidaria.
Sus reuniones con la clase empresarial desde prácticamente el inicio de la campaña, son completamente lógicas por el dialogo que se establece en esos encuentros. Carlos Joaquín pretende convencer a los empresarios de que es una opción viable para sus negocios y aspira a contar con sus votos y el de sus empleados, lo cual es siempre también un `espejismo´.
Si eso fuera posible, sería más fácil ver a los dueños de Best Day o de Grupo Xcaret compitiendo por los cargos, si de veras pudieran influir en sus empleados. La naturaleza de sus negocios, que explotan a cientos o miles de jóvenes, con salarios bajos y nada de prestaciones (pues usan pagadoras y cooperativas), les hace los menos competitivos en términos electorales.
Mauricio Góngora se reunirá con la clase empresarial más adelante, una vez que él haya repasado a las bases priístas donde concentra la seguridad de su arsenal de sufragios. Ese encuentro se dará con la base de un diálogo distinto, porque el empresariado espera tener en frente al candidato del PRI para pedirle lo que considera mejores condiciones para hacer más rentables sus negocios.
Porque hay que entender que la base de una campaña política se basa en la necesidad de ambos, tanto del candidato como el de los ciudadanos.
Carlos Joaquín, desde su posición de candidato opositor, necesita votos para concretar su aspiración. Y para ello está en la necesidad de generar expectativas sobre algo que no tiene y que es el poder.
Mauricio Góngora es el candidato del partido en el poder y, en ese sentido, encara a los ciudadanos sobre la base de que puede empezar a generar mejores condiciones desde este momento.
Esas son diferencias sustanciales acerca del estilo y las formas en las que abordan sus campañas los candidatos. Pues mientras Carlos Joaquín debe abarcar desde el principio a los ciudadanos en general, Góngora Escalante desperdiciaría tiempo si tratara de ir por los votos de las personas indecisas y el de aquellas que de plano ya escogieron una opción diferente.
La lógica estratégica indica que el candidato de la alianza PRI-Verde-Panal, tiene que trabajar en principio con sus simpatizantes, con sus afiliados y desde luego con lo que se denomina `la estructura´.
En este sentido, y un poco para poner las campañas en su justa dimensión, es necesario decir que el PRI es el único partido en Quintana Roo que cuenta con lo que se denomina una `estructura´.
Porque tanto PAN como PRD han dado muestras de que dependen en su mayor parte de los votos de ciudadanos `anti-priístas-, que lo mismo votan por el PAN, por el PRD, o en ocasiones específicas por otros partidos emergentes que consiguen generar un aliento entre el electorado, como ocurrió alguna vez con el Partido Verde, o ahora mismo con Morena.
En conclusión, Mauricio Góngora trabaja un terreno que tiene seguro su partido, mientras que la apuesta de Carlos Joaquín se dirige hacia un electorado más ambiguo, disperso y complejo de organizar.
Laura Fernández, contra la misoginia
La candidata de la alianza “Somos Quintana Roo” a la presidencia municipal de Puerto Morelos, Laura Fernández Piña, está remando contra un curioso personaje que, sólo con su discurso, le está cediendo terreno en la medida que comete desacierto tras desacierto.
Manuel García Salas abandonó al PRI, que le hizo delegado antes, y ha tratado de deslindarse recurrentemente de ese partido con el que lo identifican los propios puertomorelenses.
García Salas ocupa demasiado de su tiempo en dar explicaciones sobre las irregularidades que le valieron una inahabilitación para ocupar cargos administrativos, luego de que se le detectara un manejo poco aseado de las finanzas municipales, y también utiliza un lenguaje misógino y discriminatorio en contra de Fernandez Piña.
La realidad es que esa actitud de García Salas le allana el camino a Laura Fernández, pues la comunidad de Puerto Morelos en muy sensible a los temas relacionados con el trato a las mujeres y con la tolerancia hacia los avecindados. Y se entiende, porque se trata de una comunidad pluricultural y cosmopolita, que ha recibido a sus habitantes de todas partes del mundo. El nativismo que endereza el candidato del PAN-PRD, es visto como una actitud silvestre, en tanto que su adversaria avanza y refrenda que es conocida desde tiempo atrás por su trabajo desde el Congreso del estado o desde la Secretaría de Turismo, donde impulsó a ese municipio para colocarlo entre los `Tesoros del Caribe´ y en los presupuestos de promoción turística.
Por su parte, Laura Fernández lo está haciendo bien en la campaña. Ha detectado puntos clave para hacer compromisos viables con los ciudadanos. Uno de ellos, y en el cual fue acompañado por Mauricio Góngora Escalante, es el que corresponde a al problema que enfrentan un grupo de ciudadanos que habitan una zona sin certeza de la posesión de la tierra.
Góngora Escalante respaldó la campaña de Fernández Piña y se comprometió ante esos ciudadanos a empezar a solucionar ese asunto, “desde el primer día de gobierno”.