La rosa es la flor por excelencia para regalar a la pareja y demostrar amor pero detrás de esta tradición hay historias de pasión y hasta misticismo.
Después de recorrer los estrepitosos y sofocantes caminos del infierno en busca de su amada; de hablar con las penosas almas estancadas en el limbo, Dante Alighieri, en su obra capital La Divina Comedia, describe su llegada a la Cándida Rosa, un anfiteatro lleno de luz, habitado por aquellos individuos que lograron llegar al paraíso. Su forma es la de la flor que todos conocemos, símbolo de la beatitud divina, pero también del deseo terrenal, del erotismo y el amor.
El gran poeta italiano no ha sido el primero ni el único en recuperar la rosa como símbolo del amor y la esperanza. Desde épocas remotas, pintores como Botticelli; escultores de la talla de Miguel Ángel; escritores tales como Goethe o Antonio Machado, e incluso músicos como Richard Strauss, han utilizado esta flor y le han dado diversos significados, convirtiéndola en un signo universal del amor, la sensualidad y la perfección, por la armonía en su forma, la simetría en sus pétalos y lo vivo de su color.
Es común ver a un amante acercarse cuidadosamente a su pareja con un ramo de rosas oculto en su espalda durante una fecha especial para ambos, digamos, por ejemplo, el 14 de febrero. Este gesto es mundialmente reconocido y, con el paso de los años, no ha perdido su vigencia; al contrario, el tiempo ha fortalecido esta tradición, transmiténdose de generación en generación.
Durante el Día del Amor y la Amistad, las tiendas, calles y casi cualquier sitio se llena de corazones de papel, globos y, por supuesto, de muchas rosas. La celebración de San Valentín, como usualmente es conocida, tiene su orígen en la antigua Roma, con las fiestas de Lupercales (o Lupercalia en latín), donde se llevaban a cabo diversos rituales relacionados directamente a la fecundidad y a la purificación.
Esta tradición fue prohibida, siglos más tarde, por la iglesia católica, condenándola de pagana y obscena por lo extremo de algunos rituales.
Los siglos transcurrieron y el día San Valentín fue adoptado por diversas culturas y países a lo largo de Occidente y Oriente, tomando matices propios en cada región pero teniendo una constante en todas ellas: la rosa.
México es uno de los países más entusiastas con la celebración del 14 de febrero y su opción inmediata de regalo siempre es una flor, principalmente una rosa. Además, su cultivo representa un mercado importante para varios países del mundo, incluyendo a México, considerado como uno de los principales productores de rosas en América Latina, junto a Colombia y Ecuador.
Ya sea para un amigo, novia o novio, familiar o para llamar la atención de esa persona especial, la rosa es un regalo infalible para el 14 de febrero. Es un presente natural que puede hablar por nosotros y hacernos prescindir de las palabras por un momento, sustituyéndolas con su aroma, color y su potente significado, cultivado por poetas, pintores, músicos y por cualquiera que aprecie su inigualable belleza.
FUENTE: NUEVA MUJER