Una huelga sin precedentes en Chicago provocó que la reducción de horas de trabajo fuera una realidad.
Albert Pearsons lo tenía claro: las 12 o 16 horas diarias a las que él y sus compañeros eran sometidos de forma diaria en la fábrica en que trabajaban eran inhumanas. Algunos habían llegado al grado de enfermar, otros se quejaban de que no veían a su familia y algunos más decían que lo percibido en dinero no justificaba tanto tiempo de creciente esfuerzo. La situación en Chicago, la ciudad natal de Pearsons no era peor que en el resto del país.
Los empresarios estaban seriamente preocupados ante un movimiento que tacharon de “intolerable”, “poco patriótico” y, sobre todo, “anarquista”. Eran cerca de 400 mil obreros en paro a nivel nacional y las industrias estaba siendo afectadas en su producción. Los trabajadores se hallaban a las puertas de sus respectivas fábricas intentado negociar nuevos acuerdos en los que se reconociera su derecho a una jornada laboral digna. Ciudades como Filadelfia, Milwaukee, Nueva York, Detroit y Baltimore veían como en las calles las movilizaciones y la tensión entre manifestantes y policías crecía de manera peligrosa.
Los dueños de la fábrica McCormick de Chicago —donde Albert Pearsons había conseguido una movilización sin precedentes— estaban asustados e indignados. Estos sentimientos los llevaron a aliarse con la policía de la ciudad y tomar una decisión aberrante: la mejor manera de frenar a los manifestantes y devolver la paz a la fábrica era dando una severa lección. Ese mismo día la policía abrió fuego contra los obreros, quienes a partir de esa fecha serían conocidos como los Mártires de Chicago.
Dolidos e indignados ante esta medida, cuatro días después los trabajadores respondieron con idéntica ferocidad arrojando una bomba contra la policía, resultando muerto el agente Mathias J. Degan y algunos más. Los libros de historia conocen a este suceso como el ‘Atentado de Haymarket’. Si la tensión ya era fuerte con esto todo empeoró. La policía detuvo a 31 sospechosos del atentado y el 21 de junio de 1886 comenzó el juicio en su contra. Dos de ellos fueron condenados a cadena perpetua, otro a 15 años de trabajos forzados y cinco a morir en la horca. Se sospecha que el juicio fue manejado de manera sucia, con la justicia comprada por los dueños de la fábrica McCormick.
Antecedentes
Hay que destacar que mucho antes de las acciones rebeldes de Albert Pearsons, ya desde 1874 se venía sembrando una semilla revolucionaria entre los obreros de los Estados Unidos. Fueron los trabajadores de la industria ferroviaria quienes organizaron la primera huelga a gran escala en 17 estados de la Unión Americana, dando como resultado el nacimiento de la American Federation Labor (AFL), un organismo que buscaba pelear a favor de la mejora de las condiciones de trabajo para los obreros.
La movilización se manchó de sangre, pero al final se consiguió lo que los trabajadores deseaban: una jornada laboral de ocho horas, con otras tantas para descansar y el mismo número para ocupar su tiempo en lo que más quisieran. A nivel mundial se instauró el 1 de mayo como el Día del Trabajo en memoria de los obreros caídos. De manera irónica, en los Estados Unidos se celebra el 1 de septiembre, al igual que en Canadá.
¿Por qué se dan las matanzas y los hechos violentos en la historia de la humanidad? Porque los intereses de los más fuertes se ven de pronto cuestionados por las necesidades de los más débiles. Las luchas de los más valientes para reconocer los derechos laborales son un ejemplo de esto, lo cual ha dado pie a masacres donde han muerto cientos o miles de personas por pensar distinto al resto.
FUENTE: CULTURA COLECTIVA