A pesar de que los gatos son mascotas populares, no siempre la han pasado muy bien. Los agüeros y supersticiones los han perseguido durante siglos.
Felinos con estas características han sido rechazados o incluso sacrificados por su pelaje color negro. Un cachorro de este color suele ser el último en ser adoptado, si es que no corre con peor suerte y termina siendo abandonado.
En el antiguo Egipto, la figura de los gatos era adorada y catalogada como mágica. Matarlos era un crimen. Estos mininos eran sagrados y se relacionaban con el culto a la diosa Bastet, quien se creía protegía los hogares, simbolizaba la alegría de vivir, siendo la deidad de la armonía y la felicidad.
El gato bombay es una raza de gatos exclusivamente negra.
La tradición hebrea y babilónica mencionaba que los gatos se comparaban con las serpientes, cuando aparecían en los hogares. Pero, trágicamente, en la Edad Media, con la práctica del oscurantismo, la iglesia católica en sus ánimos de perseguir a las brujas poseídas por Satanás, el Papa Gregorio IX declaró al gato negro como la reencarnación de Lucifer. Desde este momento, el exterminio de esta mascota dio rienda suelta.
Eran quemados, ahogados, empalados o arrojados desde las torres más altas.
Luego, esta última opción se rechazó debido a la “diabólica” habilidad que tienen los gatos de caer de pie.
Sin embargo, no se tuvo en cuenta que, al no haber gatos, el número de roedores creció, provocando así el letal brote de la peste negra o bubónica de pulgas que picaban a los animales para luego infectar a los humanos.
En Irlanda se creía que cuando un gato se le atravesaba en su camino era augurio de mala suerte, pensamiento que se propagó por el resto de Europa y América.
En Italia se piensa que cuando un minino se coloca en la cama de una persona enferma, significa que podría morir.
En Escocia, que un gato aparezca en la entrada de la casa es de mala suerte. Igualmente, no puede estar cerca de los bebés porque, supuestamente, les absorben la vida. Soñar con ellos, según supersticiones, es de mal augurio.
En ciertas culturas, los gatos tienen un significado positivo, en la Inglaterra victoriana, si a unos novios recién comprometidos les aparecía uno, esto sería de buen presagio para el matrimonio.
De la misma manera, los marineros solían contar con un felino doméstico en las embarcaciones, así como sus esposas tenían uno en casa, para asegurar el regreso de sus parejas.
Siendo culpables de hasta arruinar cosechas, los gatos todavía siguen teniendo esta maligna reputación.
Fuente: Kien y Ke