Barcelona (España), 11 feb (EFE).- El tabaquismo pasivo durante la infancia deja huella en el ADN de niños y niñas, lo que contribuye a explicar los efectos adversos sobre la salud, según revela un estudio que incluye datos de ocho países europeos (España, Francia, Grecia, Lituania, Noruega, Países Bajos, el Reino Unido y Suecia).
Esta es la conclusión principal del estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), en España, que ha sido publicado en la revista Environment International.
Los investigadores del estudio resaltan en sus conclusiones la necesidad de reducir la exposición al tabaquismo pasivo, especialmente en entornos infantiles.
En concreto, advierten de que «la exposición posnatal al humo del tabaco altera la metilación del ADN, lo que podría contribuir a explicar los efectos adversos sobre la salud».
También aseguran que los niños expuestos al humo del tabaco en el hogar son más propensos a mostrar determinados cambios en el epigenoma, los cuales pueden alterar la manera en que los genes se expresan.
Dichas alteraciones epigenéticas podrían influir en el desarrollo de enfermedades en el futuro, sostienen los investigadores del ISGlobal.
El ADN es como un libro de instrucciones para el cuerpo
El ADN funciona como un «libro de instrucciones» para el cuerpo, y sin cambiar el contenido del «libro» (es decir, la secuencia génica), el humo del tabaco puede añadir «marcas» en ciertas páginas.
Dichas «marcas» pueden afectar la manera en la que se leen estas instrucciones, y una de estas «marcas», la metilación del ADN, es uno de los principales mecanismos epigenéticos que activan o desactivan la expresión de los genes.
Aunque hace tiempo que se sabe que los efectos del tabaquismo materno en el embarazo afectan al epigenoma, esta investigación es de las primeras en mostrar cómo la exposición pasiva al humo del tabaco en la infancia también puede tener un efecto nocivo.
El estudio ha incluido datos de 2.695 niños y niñas de ocho países europeos (España, Francia, Grecia, Lituania, Noruega, Países Bajos, el Reino Unido y Suecia), de entre 7 y 10 años de edad que eran voluntarios de seis cohortes del Consorcio sobre Epigenética en el Embarazo y la Infancia (PACE, por sus siglas en inglés).
A partir de muestras de sangre de los participantes, el equipo científico estudió el nivel de metilación en sitios concretos del ADN a lo largo del genoma, y lo asoció con el número de personas fumadoras en el hogar (0, 1, o 2 o más).
Se identificaron cambios en la metilación del ADN en 11 regiones (llamadas CpGs) asociadas a la exposición al tabaquismo pasivo, y la mayoría de estas regiones también se han relacionado en estudios previos con la exposición directa al tabaco en personas fumadoras activas o durante la gestación.
Además, seis de ellas se asocian a enfermedades como el asma o el cáncer, para las que el tabaco supone un factor de riesgo.
Según Marta Cosin-Tomàs, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio, la investigación realizada demuestra que «el tabaquismo pasivo durante la infancia deja huella a nivel molecular, pudiendo modificar la expresión de genes que influyen en la susceptibilidad a enfermedades en la edad adulta».
Los hogares son fuentes de exposición al humo
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A pesar de la creciente regulación del consumo de tabaco en espacios públicos, los hogares siguen siendo una de las principales fuentes de exposición al humo del tabaco para los niños.
En 2004, se estimó que un 40 % de los niños en todo el mundo estaban expuestos al tabaquismo pasivo, a pesar de que la exposición infantil a este contaminante no solo incrementa el riesgo de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, sino que también puede afectar el desarrollo neurológico y la función inmunitaria.
Otra de las investigadoras, Mariona Bustamente, sostiene que «los resultados obtenidos sugieren que el tabaquismo pasivo en la infancia resulta en cambios epigenéticos similares a los observados con la exposición intrauterina al tabaco o el consumo activo».
Esto prueba «la urgencia de implementar medidas integrales para reducir la exposición infantil al humo del tabaco, tanto en el hogar como en otros espacios cerrados».
La investigadora principal, Marta Cosin-Tomàs, concluye que «no se trata de apelar a la responsabilidad individual de las familias» porque «la exposición al tabaco es un problema de salud pública y esconde una cuestión de desigualdad social».
«Factores socioeconómicos y ambientales, junto con la persistente influencia de poderosos intereses comerciales, dificultan la reducción de la exposición al humo del tabaco en ciertos hogares», subraya.
FUENTE: YAHOO