El año nuevo ya está aquí y es probable que ponerse en forma, tratar de construir hábitos más saludables, está entre los propósitos de muchas personas. Muchas de ellas tendrán que empezar “de cero”. Para otras será un segundo, tercer o cuarto intento tras fracasos en años anteriores.
Nuestro éxito o fracaso a la hora de cumplir con propósitos como este depende de un número elevado de factores, algunos de ellos fuera de nuestro control. Para maximizar nuestras posibilidades de éxito, podemos seguir algunas pautas y consejos.
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Estos son algunos de los que nos dan los expertos en salud y deporte.
Primero, revisa tu estado físico. Los expertos recomiendan empezar por una evaluación de nuestro estado y nuestras capacidades. En función de factores como nuestra edad, nuestro estado de salud, o la intensidad que queramos alcanzar, puede llegar a ser recomendable consultar con profesionales sanitarios.En cualquier caso, podemos también comprobar nuestro estado con pequeños ejercicios. Desde la clínica Mayo, por ejemplo, recomiendan pruebas como controlar nuestro pulso antes o después de una caminata, cronometrar el tiempo que tardamos en recorrer kilómetro y medio, probar con algunas flexiones, o hacer una prueba para ver cómo responden nuestras articulaciones.
Una vez hayamos comprobado nuestro estado, podemos comenzar diseñar nuestro plan. Este es un paso clave a la hora de determinar si tenemos éxito, por lo que algunos expertos nos dan toda una lista de elementos a tener en cuenta a la hora de elaborar nuestro plan.
Empezando por establecer objetivos: ¿qué queremos obtener del ejercicio? ¿Perder peso? ¿Mejorar nuestra salud cardiaca? ¿Entrenar para una maratón? La forma en la que afrontemos el ejercicio dependerá en buena medida de lo que busquemos obtener.
A partir de ahí podremos diseñar una rutina, sabiendo cuántos días y cuántos minutos podemos dedicar al ejercicio cada semana. También podemos estudiar cuál es la mejor manera de integrar la actividad física en nuestras rutinas diarias, algo que puede ser tan sencillo como ir caminando o en bicicleta al trabajo.
A la hora de planificar nuestras rutinas es importante tener en cuenta que debemos empezar poco a poco. Esto es importante por dos motivos. Primero, para reducir el riesgo de posibles lesiones; y segundo, para no sentirnos abrumados desde un primer momento y abandonar pronto nuestro proyecto.
El último detalle a tener en cuenta en este sentido es el equipo. Es posible que necesitemos algún elemento, ya sea calzado deportivo o una bicicleta. También podemos considerar elementos como monitores o pulseras de actividad, o una aplicación para hacer un seguimiento de nuestra actividad. Todo dependerá, de nuevo, de las actividades que vayamos a realizar y de la intensidad que queramos lograr.
Convertirlo en un hábito
Como señalábamos antes, crear un hábito es un paso clave. Tomarnos nuestro tiempo para ir incrementando la intensidad o la frecuencia con la que nos ejercitamos puede reducir nuestra tasa de fracaso y facilitarnos convertir la actividad en un hábito. Señalábamos antes, que introducir el ejercicio en nuestras actividades cotidianas, por ejemplo, podría ser de gran utilidad.
Otro truco es el de convertir el ejercicio en algo social: si salimos a correr con amigos o familiares, si organizamos partidos de baloncesto, si nos apuntamos a alguna clase o a algún club de montaña, estaremos facilitando la integración del deporte en nuestro día a día.
Otro consejo para mantenernos en nuestro objetivo es el de diversificar las actividades. Así podremos evitar el aburrimiento y acabar hastiados de alguna actividad. También nos permitirá encontrar las actividades que más nos diviertan o que mejor se adapten a nosotros.
Hacer balance de vez en cuando también será de utilidad. Los beneficios del deporte no aparecen de la noche a la mañana, pero tras algunas semanas de constancia quizás podamos ver pequeños pasos. Puede que ya no nos fatiguemos tanto siguiendo la tabla de ejercicios o que tardemos unos minutos menos en finalizar nuestro recorrido.
Hacer este balance nos permitirá saber si es el momento de aumentar la intensidad o la frecuencia con la que nos ejercitamos, o incluso si nos conviene reducir alguna de estas. Estos momentos también nos pueden servir en el futuro para determinar si queremos cambiar nuestros objetivos, quizás para buscar unos más ambiciosos aún.
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